Los que se fueron inesperadamente

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Dedicado a todos aquellos amores que tuvieron que irse, no pudieron avisarnos, llamaron tarde y no pudimos despedirnos.
A los que amamos más que al primer amor.

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Es un triste sueño desde que te fuiste,
varios días me he preguntado si volviste;
tu casa se siente vacía y solitaria,
¿qué pasará con tus libros y tus flores?.

Me siento como un invasor al sentarme en tu cama,
atrapado en un bucle infinito de tiempo;
ya nadie se sienta en la mesa,
y tu aroma a vainilla sigue intacto.

Mis antigüos sentimientos siguen ahí,
pensé que seguían muertos,
imborrables y pequeños,
esperando que llegues a despertarme de este maldito sueño.

Regresame a la mañana en donde sigues aquí,
la hora exacta en qué te fuiste,
déjame abrazarte antes de irme,
deja que me despida de ti.

No vuelvas a irte sin mí,
ya no te vayas sin preguntarme,
es doloroso esperarte sentado aquí,
es doloroso pensar que vienes a buscarme.

Sigamos regando el páramo de los sueños,
fuma un cigarrillo Tokio número dos,
ahuyenta el humo de mi cara,
ríete de lo ridículo de la vida.

Pero no termines con la tuya.
No te vayas así.
No sin mí.
Déjame ir contigo.
Regresa conmigo.

Debí decirte que no te odiaba ni un gramo,
que extraño besar tus  mejillas,
abrazarnos hasta quedar cerquita,
pasar los días sin estarlos contando.

Me hubiera gustado decirte que te amo.
Me hubiera gustado decirte que te extraño.
Me hubiera gustado amarte más de una vez.
Me gustaría decirte que yo cuidaré el páramo.

Pero no puedo.


J.A

Mutación romántica Donde viven las historias. Descúbrelo ahora