Capítulo 2: Resentimiento, espera, castigo

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—Fue muy repentino ¿No? —preguntó Yahid, agachando su cabeza un poco, se encontraba muy cansado —Nunca había visto a Bastian así, y pensar que nadie se lo esperaba —cada tanto, revisaba su celular, no estaba del todo seguro de que esperaba encontrar en este, pero quería que cualquier cosa pasara, como si cualquier cosa pudiera levantarlo de lo que parecía ser una pesadilla.

—No tienes de que preocuparte, hiciste lo que podías hacer en el momento, nadie puede culparte de lo sucedido —dijo una enfermera, mientras que revisaba los horarios y apuntes que había hecho el doctor para los dos.

—Dile eso a ella —señaló a Luna con el dedo pulgar —, en verdad me duele verla así.

—¿Por qué no intentas dormir un poco? Se nota que te hace falta, si quieres puedo traerte algo para que lo hagas sin problema

—Nah, ni siquiera lo he intentado, ese es el problema, pero tiene razón, lo mejor será que me dé un descanso —se tocó un poco la frente, aun le dolía la cabeza debido al impacto, mejor dicho, impactos.

—No estamos en emergencia, ni saturados, siendo así, puedes tomar la cama de al lado para dormir un poco —le dijo la enfermera a Yahid, insistiendo con la idea de que debería descansar.

—Gracias ¿Puedo saber tu nombre?

—María —era una joven que no debía pasar de los 28 años, simple humana que trabajaba en el hospital de Porto Alegre, y que tuvieron que pedirle ayuda debido a que el doctor no hablaba español.

—Gracias, María —Yahid le dedicó una leve sonrisa, mientras recostaba su cabeza en la almohada, y ella se retiraba.

Yahid no iba a olvidar lo que vio ¿y cómo hacerlo? Su amigo, a quien conoció al comenzar la secundaria, con ojos infundidos en odio, una expresión que nunca le había visto tomar, junto con las marcas hechas por el ritual, esa corona negra que se había dibujado en su frente, no era normal, a diferencia de las marcas dejadas por los dragones en cuerpos mortales, que se asemejan a un tatuaje, estas marcas en él cuerpo de su amigo tenían cierto relieve, como si en verdad hubieran quemado un poco la piel de Bastian, pero de manera demasiado precisa, todo este conjunto, daba la apariencia de algo que una persona normal tacharía de demoniaco. Y mientras que Yahid cerraba los ojos en la cama, no podía evitar que imágenes volvieran a su cabeza, Bastian golpeando a Pax y clavando sus dedos en uno de sus ojos, este había intentado calmarlo con su cascabel, debido a que lo encontraron devorando el estómago de una Luna que había gritado antes de que ellos entraran a la habitación, pero pronto esa voz se apagaría debido al ataque. Ahora ella se encontraba a su lado, sin despertar, con un gran problema el cual afrontar, sin saber el porqué de las cosas. "Por suerte ese elfo intervino" pensó Yahid, debido a la aparición repentina que tuvo Lustken en aquella habitación de hotel, aunque hubo algo raro en esa intervención, parecía tener cierta premeditación.

De nuevo en la habitación donde el joven rubio se veía encerrado, y Pax, sentado y tranquilo, observando hacia la celda donde su reciente amigo se encontraba, parecía irreconocible, golpes se escuchan contra el cristal, dados sin piedad alguna a la par que Bastian, o quien tenía el cuerpo de Bastian, le dedicaba una mirada de rabia y furia asesinas al conejo, se veían claramente las intenciones de terminar lo que había empezado en aquel cuarto de hotel.

—No te estas torturando a ti mismo ¿o sí?—preguntó Lustken, interrumpiendo el ritmo que habían formado, en la cabeza de Pax, los golpes de Bastian en el cristal, por sumirse en sus pensamientos es que no se pudo percatar, de cuando llego el elfo, pero le traía un plato de comida y un vaso —Aquí te traje algo, llevas muchas horas despierto, al menos come, Pax —a continuación se los dejó en una mesita cerca de donde estaba sentado, consistía en un poco de carne, tomate y huevos con agua para beber, lo cual Pax vio de reojo.

Perdón espiritualDonde viven las historias. Descúbrelo ahora