Ámbar

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Conozco a una niña de voz suave y ojos color ámbar. La conocí antes de que llegara al mundo. Mientras su madre decidía que nombre le pondría.

La veo cada verano, cuando jugamos cómo si no hubieran pasado los años. Más sin embargo mi niña ya está floreciendo y me aterra la idea que el mundo arranque su tallo tan pronto, o peor aún, que la arranquen de su hogar con capricho para después dejarla caer y marchitarse.

Ella es mi niña sin importar no estemos siempre cerca, deseo acompañarla, deseo cuidarla. Quiero que sepa tiene alguien con quién cuenta, que cuando quiera llorar yo la puedo abrazar. Aunque ya esté entrando en la adolescencia es una criatura tierna llena de inocencia.

Las personas que a mí me han llamado ángel es porque no la conocen a ella.

Cada lágrima que la he visto derramar, cada vez que visto que ha sido tratada con injusticia, cada sonrisa, cada historia que me cuenta con ilusión me hacen llegar a la misma conclusión:

Un mundo cómo este no la merece.

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