intento de escape

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Puedo sentir cómo mi cuerpo emana el mismo calor que sientes en los peores días de verano al compás de tú cuerpo gritando silenciosamente por algo de beber.

Me tropiezo cada vez más en mis intentos de escapar lo más lejos que puedo, pero solo consigo abrir heridas gracias a las puntiagudas ramas, empeorando la herida que me había dejado la apuñalada de aquella daga; mientras que las guirnaldas se alian para enredarme entre ellas, tratando de evitar que continúe.

Ahora el calor que se sentía me está quemando, llegando al punto de consumirme viva.

He dejado la niebla atrás, pero me cuesta mucho ver qué lo que hay enfrente de mí para poder saber si llegaré a un sitio. ¿Si quiera me acerco a algún o estoy dando vueltas sin rumbo?. No hubo ningún olor, un sonido u si quiera una sensación que me advirtiera el golpe que ahora me acaban de dar las aguas.

Mi cuerpo se siente tan pesado que intentar seguir luchando es tanto inútil cómo imposible. Solo soy capaz de ver cómo la luz se desvanece a medida que me voy hudiendo mientras mi sangre ayuda a que el proceso sea más rápido y terminé todo en cuestión de segundos.

Ahora, no hay nada.

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