En una ciudad desolada por desapariciones extrañas, Yas, Oliver y Camil se verán embarcados en un viaje hacia un mundo distópico llamado Pandemónium, envuelto en oscuridad y locura, donde gobiernan las Mentalíforas que son enfermedades mentales que...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Yas había recorrido varias cuadras, se había saltado varios semáforos en rojo sin medir las consecuencias, era como una gacela huyendo de un leopardo, el policía por su parte le estaba acortando distancia cada vez más.
El niño desesperado dobló por un callejón y ¡Pum!
-Ay, ay -se quejó, el impacto fue tan fuerte que Yas cayó al suelo, había chocado con un hombre alto, trigueño de pelo rizado.
-Duele como lo recordaba -dijo aquel hombre, mientras Yas se sobaba a causa del golpe. -Lo lamento Yas.
-¿Q-quién es usted? y ¿Cómo sabe mi nombre? -preguntó Yas con temor.
-Eso no importa, no tenemos mucho tiempo, vine de muy lejos para entregarte esto. -Sacó de uno de sus bolsillos una brújula y se la entregó a Yas, este la tomó y giraba como si estuviera descompuesta.
-Se que Alejandra te hablo de mi y de este artefacto, lo conocen como "El camino de los mundos".
-¿Tú eres el tipo que hablo con ella?
-Si pero no hay tiempo, habla con los que nadie...
Yas lo interrumpió y le dijo: -No hablaré con nadie hasta que me digas siquiera tu nombre.
Aquel hombre suspiró profundamente y le dijo: -ok, si eso te deja tranquilo, me llamo Levori.
A lo lejos se comenzaban a escuchar los gritos del policía que seguía a Yas.
-Habla con los que nadie quiere hablar y escucha a los que nadie quiere oír, ellos te ayudarán, debo irme. Levori corrió por un callejón desapareciendo casi instantáneamente y justo en ese momento apareció un niño frente a Yas.
-Disculpa, ¿conoces a ese hombre? vi de lejos que hablabas con el.
-Perdona ahora no puedo hablar, es que me vienen siguiendo.
- ¿Quién? -preguntó el niño.
-La policía.
-¿Qué te robaste?
-¡No me he robado nada! -Le respondió Yas algo molesto.
-Tengo que irme o me atrapará.
-Ok, sígueme, yo conozco todas estas calles como la palma de mi mano, te ayudaré a librarte del policía y a cambio me contarás quién es ese hombre y cómo te metiste en este embrollo.
Yas estaba en una encrucijada, ¿debía confiar en este niño? ¿O sería una trampa para poder atraparlo?