VI

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El día era nublado, caía una ligera lluvia. Era de esas mañanas que no quieres levantarte y anhelas pasar todo el día allí tirado en la cama, Olán estaba en la cocina preparando el desayuno, Oliver leía un par de revistas del despacho, Yas observaba algunos objetos de las vitrinas que Olán poseía en la tienda, interesantes para el chico, que a su vez trataba de distraer su mente de la impaciencia que tenía por saber todo lo que les estaba ocurriendo.

Por su parte, Camil aún seguía en su cuarto alistándose.

-Qué irónico, ¿no? -Oliver sonreía mientras se dirigía a Yas.

-¿A qué te refieres? -interrogó Yas.

-Ayer apenas te conocí y un policía nos perseguía como loco por toda la ciudad y hoy estamos aquí, en esta tienda de baratijas elegante y muy acogedora.

-¡ah! ¿A eso te refieres? Y sí, realmente hemos tenido mucha suerte de haber llegado hasta aquí; aunque algo me dice que aún falta mucho por recorrer.

-Si también lo creo... sabes... para serte sincero... cuando nos conocimos... y... te ví hablando con aquel hombre... era idéntico a mi papá, pensé por un instante que era él, no lo veo desde que tengo 5 años, y pues me apresuré para poder verlo pero cuando llegué a ti él ya se había ido sin rastro alguno.

Yas estaba sorprendido por la revelación que le hacía Oliver.

En ese momento Olán interrumpió la plática de los chicos.

-Vamos al segundo nivel para desayunar. ¿Camil dónde está?

-Pues aún no sale -afirmó Yas.

¡Blam! Se escuchó el estruendo de la puerta del cuarto.

-¡Ya voy, ya voy! -gritaba Camil, sobresaltada, mientras salía apresuradamente.

Se dirigieron a las gradas, subieron y luego llegaron a la habitación superior que era una especie de ático; allí había una biblioteca de aspecto muy agradable, tenía una ventana en forma de media luna muy grande. ¡La vista era hermosa, se podía observar gran parte de la ciudad! Junto a la ventana, un sillón largo con un par de cojines, y frente a esta una mesa fina alargada de caoba. Se sentaron a desayunar.

Huevos y tocino, era el desayuno de turno, con una taza de café para despertar al peor de los muertos.

-Bueno, -interrumpió Olán-. Es momento que sepan toda la verdad de lo que está pasando-.

Los chicos estaban callados y observaban a Olán fijamente, para no perderse nada de lo que pretendía expresar.

-Desde la eternidad existe un lugar que el tiempo olvidó, un espacio que fue, es y será por siempre, habitado por 2 seres eternos creadores de todo lo que existe, ellos construyeron las bases del universo y todas las maravillas del cosmos, crearon mundos existentes y seres que los habitasen, junto a estos mundos crearon un mundo semejante al nuestro, donde la lógica y la cordura hace milenios se extinguieron y donde cosas fantásticas y aterradoras acontecen.

Hizo una pausa, dio un pequeño sorbo a su café y continuó.

-Sé que muchos dicen que soy un mago, o un idiota, o un mago idiota, pero les diré que hace mucho yo viaje desde un mundo de luz llamado Luminiam y viví en este mundo, goberné por mucho tiempo, logrando preservar la luz en este lugar, esto, junto a aun amigo llamado Alphonse...

-¿Espera, entonces tu que eres Olán? -Preguntó Camil, con la prudencia que la caracterizaba.

-Si lo ves de esa manera se puede decir que soy un ser de luz, de un reino llamado Luminiam creado directamente por Leryval la deidad del tiempo.

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⏰ Última actualización: Mar 01 ⏰

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