Tiempos Difíciles

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El sol de la mañana brillaba a través de la ventana redonda en forma de portilla, imprimiendo su forma en las sábanas como un cortador de galletas. Esta marca ardió en el rostro de la bella durmiente, obligándola a levantarse, para su disgusto.

"Mmm." Bulma se llevó la mano a la frente, gimiendo aturdida. La luz la había despertado mucho antes de que estuviera lista. Sí, el horario de verano apestaba. Especialmente cuando te quedaste despierto hasta tarde. "Que raro. No recuerdo haberme acostado."

Arrastrando sus pies hacia el baño, Bulma agarró la perilla del grifo y abrió un chorro de agua. Tomando el agua en sus palmas, se la arrojó a la cara en un esfuerzo por despertar. Una vez hecho esto, farfulló y tosió, frotándose los ojos para quitarse todas las gotas, preguntándose por qué había hecho algo tan estúpido.

Después de un rato, salió de su habitación, un poco mejor. Sus pantuflas amortiguaron sus pasos mientras caminaba hacia el área de desayuno, lista para comer panqueques.

Al doblar la esquina, llegó justo a tiempo para presenciar a Yamcha. Su cabello revuelto formaba una corona desordenada alrededor de su frente; un mechón perdido cubría completamente uno de sus ojos. Pero el ojo que era visible estaba nublado e inyectado en sangre.

Cuando fue consciente de la presencia de Bulma, le dedicó una sonrisa áspera, sin verla realmente. "Hola." Saludo con cansancio, luego se llevó la mano a la sien en un repentino estallido de dolor. "M-Maldita sea..."

"¿Qué pasa?" Ella le preguntó casualmente.

"Es esta estúpida resaca." El hombre se quejó, frotándose el flequillo con la mano. "Lo juro, tomas un par de docenas y la marea simplemente sube."

"Tú lo dijiste." Asintió una voz desde el interior de la habitación. Bulma miró hacia arriba y hacia abajo para presenciar a Pu'er, saliendo perezosamente por la puerta. Sus orejas y frente estaban cubiertas por una gran gorra cubierta de media luna, casi tan grande como el propio gato. Se habría visto muy lindo, excepto por el hecho de que sus ojos estaban tan aturdidos como los de su maestro.

"Tal vez deberías bajarle al consumo." Bulma les aconsejó sabiamente al dúo.

"¿Abstinencia?" Las cejas de Yamcha se alzaron. "Bueno... supongo. ¿Qué opinas, Pu'er?"

"Vale la pena intentarlo." Murmuró Pu'er. "Quiero decir, funciona para Goku, ¿No?"

"Sí, pero el señorito nunca ha probado un trago en su vida." Yamcha soltó una risita y ambos comenzaron a reír histéricamente, agarrándose el cráneo en agonía cuando los dolores de cabeza volvieron a aparecer.

Bulma simplemente asintió con la cabeza ante este intercambio, sin importarle demasiado los hábitos de bebida de los ex-bandidos.

Pero cuando sus oídos captaron el nombre de Goku, sus ojos se abrieron de golpe y finalmente se despertó sobresaltada.

"Goku..." Articuló en silencio. Los acontecimientos de la noche anterior la golpearon como un tren: el tiempo que habían pasado juntos, los secretos que había compartido con él y el lugar donde debió haberse quedado dormida.

Bulma se llevó la mano al pecho, sólo para descubrir que su corazón latía aceleradamente, latiendo a un ritmo de pánico de emoción desconocida. Sorprendida por esto, presionó más su caja torácica, como si pudiera sofocar el violento pulso simplemente con la fuerza.

"¡Holaaa!" Bulma volvió en si bruscamente. Yamcha estaba haciendo movimientos frente su cara con la mano. "¿Hay alguien ahí?"

"¿Eh? S-sí, estoy bien." Ella dijo rápidamente, mirándolo a los ojos. No funcionó.

Una Aventura MísticaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora