NARRA LUCAS
Regresamos a Madrid, Naiara duerme posada en mi hombro cuando mi teléfono vibra en mis manos repetidas veces. Son mensajes de Claudia que no sé si leerlos o no. Desbloqueo con cuidado de no moverme mucho y despertarla.
*Claudia*
Me gustaría verte cuando estés por Barcelona. Es importante.
Leo el mensaje una y otra vez, intentando descifrar el tono detrás de esas palabras. Claudia siempre ha tenido esa habilidad de meterse en mi cabeza con frases ambiguas y cargadas de doble intención. Desde que rompimos, no ha dejado de darme la tabarra, buscando cualquier excusa para llamar mi atención. Respiro hondo, tratando de mantener la calma. ¿Por qué ahora, Claudia? Sabe que si o si estoy con Naiara y por eso insiste sin parar.
Miro a Naiara, su respiración tranquila y rítmica, y me pregunto si debería preocuparla con esto. No, no quiero que ella se sienta insegura por algo que ya no tiene cabida en mi vida. Observo como puedo desde mi posición sus pentañas, su boca y sonrío como un tonto.
Cierro el mensaje sin responder y miro por la ventanilla, viendo cómo el paisaje va cambiando a medida que nos acercamos a Madrid. Los campos abiertos se convierten en edificios altos y el cielo azul se oscurece con nubes grises. Antes de guardar el móvil nos saco una foto a los dos y la dejo en la galería, con la intención de algún día poder sacarla a la luz.
El bus se detiene suavemente y el conductor anuncia nuestra llegada a Madrid. Lo de viajar en autobús es algo que odio porque son más horas y los asientos son incómodos, además ando super cansado del concierto en Fuengirola. Naiara se despierta lentamente, parpadeando para despejarse el sueño de los ojos. La miro y le sonrío, tratando de ocultar cualquier señal de inquietud.
— ¿Ya llegamos? — pregunta con voz ronca.
— Sí. ¡Vamo' arriba! — respondo acariciando su mejilla suavemente y beso su frente. — ¿Dormiste bien?
Ella asiente y se estira, preparándose para bajar del bus. Recojo nuestras maletas y nos dirigimos hacia la salida, sintiendo el familiar bullicio de la gente a nuestro alrededor. La multitud, los sonidos, todo es un recordatorio de que estamos de vuelta a nuestra rutina, de vuelta a Madrid.
Mientras caminamos hacia el piso, no puedo evitar revisar mi teléfono una vez más, esperando no encontrar más mensajes de Claudia. Pero ahí está, su nombre brillando en la pantalla, con un nuevo mensaje.
*Claudia*
Por favor, Lucas. Necesito hablar contigo.
Respiro hondo y guardo el teléfono en mi bolsillo. Este no es el momento para distraerme. Naiara y yo tenemos planes para hoy, y no quiero que nada los arruine. Pedimos un taxi cuando comprobamos que no estamos tan cerca del piso como pensábamos. Naiara se acurruca a mi lado, mirando por la ventana con una sonrisa serena.
Una vez en casa, dejo las maletas en el suelo y me giro hacia ella.
— ¿Qué te apetece hacer primero? — le pregunto tratando de enfocarme en nosotros.
— Podríamos ver alguna serie o algo. Estoy super cansada, maño.
Asiento, feliz de disfrutar con ella cosas tan simples como el acurrucarnos en el sofá mientras ella se queda dormida a los dos minutos y yo, velo sus sueños terminando la serie por los dos. Mientras preparo palomitas, no puedo evitar que mi mente regrese a Claudia. ¿Qué podría ser tan importante? Intento dejar de pensar en ello, pero la inquietud persiste.
Durante la primera media hora me sorprende verla con una sonrisa, llenando sus mofletes de palomitas y mirándome de vez en cuando para ver si me gusta la serie que ella ha elegido. Y digo me sorprende porque no se ha dormido todavía. La risa de Naiara y su entusiasmo logran distraerme, al menos por un tiempo. Nos acurrucamos y mis brazos la envuelven cuando deja caer su cabeza sobre mi pecho. Nuestras manos se encuentran en el enorme bol de palomitas y ella tira de mi mano para sacarla y lamer la sal de mi dedo con una sonrisa pícara.
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Nada Es Igual • Lunai
FanfictionTres meses en la academia no han sido suficientes. ¿De una gran amistad puede salir una historia de amor?