-¡Jódete, Lorenzo!-regresó a la habitación azotando la puerta esperando que le golpeara en la cara.
Él se la atajó con su fuerte mano, estampándola contra la pared.-¡¿Qué quieres que diga?!-
Lanzó su cartera al sofá. Ya no estaba de humor para ninguna cena romántica a la luz de las velas. -¡No lo sé, ¿Qué tal?!- se giró furiosa. - ¡¿Joder, no, tengo que pensar en mi esposa para variar?!-
El rostro de él era una máscara de letal enfado.-¡No puedo hacerlo! ¡Lo sabes muy bien!-
-¡No te estoy pidiendo que renuncies, mierda! ¡Sólo cede! ¡Déjales a ellos manejarlo un poco! ¡¿Para qué rayos tienes a Davinia?!-
-¡¿Davinia?!-repitió como si le hubiera propuesto usar de segundo al Papa.- ¡Ella no está preparada!-
-¡¿Cómo sabes si jamás le das una oportunidad?!-
Lorenzo apretó los labios ateniéndose al silencio. Se miraron, ambos con las respiraciones agitadas.
Él empezó a deambular, sus ojos feroces jamás apartándose de ella. -Ya sé de qué se trata.-
-¿Seguro?-se burló.
El ceño de él se profundizó aún más. -Es por lo de esa noche, ¿verdad?-dijo.-No me lo vas a perdonar jamás.-
Eso tan sólo la enfureció aún más. - ¡Ni siquiera lo menciones!-
-¡No fue mi intención!-él se defendió de nuevo.
Agarró el cojín del sofá y se lo lanzó.-¡Ya lo sé, idiota!-
Tranquilamente él esquivó el almohadón dando pasos hacia ella.
Se volteó dirigiéndose a las dobles puertas de vidrio que daban al balcón. No le quería cerca, no quería que la tocara porque si lo hacía desvanecería todo su enfado y terminarían besándose y reconciliándose, y de nuevo en punto cero. -¡¿Crees que no sé lo imbécil que un hombre se puede poner cuando bebe de más?!- gruñó entrando al balcón. Se agarró de la baranda tomando una honda inspiración esperando que el aire nocturno la calmara.
Él entró diciendo:-Entonces, explícame.-
Despacio dejó ir el aire por sus labios. Era tan hermosa la vista del centro de Paris. Habían rentado una de las habitaciones en una acogedora antigua casa convertida en un Bed and Breakfast cuyos dueños eran un matrimonio de ancianos muy dulces y simpáticos. El piso de ellos tenía sólo una pareja de recién jubilados viajando por el mundo. Le encantaba todo del lugar, los muebles, el arte, la arquitectura, la historia, y por eso lo eligieron, bueno, él lo había hecho para sorprenderla porque sabía cuánto ella amaba las cosas con verdadero valor y significado detrás. Él siempre tenía esos detalles y atenciones que la hacían sentir mimada y consentida.
Se volvió confrontándole. Esa mirada opal atravesándola como una flecha directo a su alma. Una suave brisa le soplaba mechones oscuros de su cabello a la cara, y cerró las manos en puños conteniendo el impulso de acercarse y apartárselos.
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Traición a la Italiana
RomanceSegunda entrega de la Saga Venganza. Rica está viviendo su cuento de hadas hecho realidad... hasta que la tragedia la golpea de nuevo. Lorenzo desaparece. No hay rastro de él en toda la faz de la tierra. ¿Podría ser que sus constantes peleas y disc...