CAPITULO 3 DESAPARICION DE UN REY, APARICION DE UN HEREDERO

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El sol recién comenzaba a brillar en su esplendor por las ventanas

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El sol recién comenzaba a brillar en su esplendor por las ventanas. Estaban todos reunidos en el restaurante. Había llamado a Davinia y los chicos para que se pudieran en movimiento y le ayudaran a contactar a Lorenzo.

Emma, a su lado, la consolaba con palabras positivas, dándole su apoyo mientras ella al teléfono esperaba que la enfermera con la que estaba hablando le confirmara si alguien con el nombre de Lorenzo Sicciliani o Milo DiMarco había sido ingresado de urgencias al hospital. Davinia hacia lo misma desde su teléfono, cerca de la ventana del restaurante. Emma le había dicho de informar su desaparición a la policía, pero ya sabía con la experiencia con Stella, que siendo un hombre adulto, no harían nada al respecto.

-No, lo lamento, -finalmente le contestó la enfermera.- señora, su esposo no está aquí.-

Sintió que el pozo en su estómago se hacía más profundo. Colgó.

El rostro de Emma se entristeció al ver su expresión desamparada. La abrazó.-Le encontraremos, Rica, no te preocupes, daremos con él.-

Las lágrimas picaban por salir pero no lo haría, no lloraría porque hacerlo significaba que de verdad algo le había pasado, y no quería.

Davinia se acercó cortando la llamada en su teléfono.-En el Saint Johns tampoco. Ya no quedan más hospitales.-

Intentó que el miedo no cunda, y pensar qué más hacer.

Regresó la mirada a Davinia.-Llama a las ciudades vecina. Quizás les trasladaron a alguna de allí.-

Davinia asintió, y se giró haciéndole seña con los dedos a Tony y Nicco.-Ustedes, conmigo, vamos a hacer llamadas.-

Los tres se fueron al fondo.

Jess se aproximó colgando la llamada en su teléfono también.-No hay reportes policiales de peleas en bares. Ha sido una noche tranquila para lo que todos saben.-dijo.

-No puede ser. –se llevó una mano al estómago, sintiendo ganas de vomitar.- No pueden dos personas desaparecer de la nada.-

-Quizás...-empezó Jess.- ¿se fue?-

Tanto ella como Emma le miraron frunciendo el ceño.

-¿Qué quieres decir?-bramó.

La boca del muchacho tartamudeó:-B-Bueno, quizás necesitaba espacio...-

Dio un paso amenazante a él.-Cierra la boca si no vas a aportar nada.-

Se giró alejándose rápido. Lorenzo jamás lo haría. Jamás la dejaría. La amaba. Además, de ser el caso, era un hombre de frente, si tenía algo para decirte, te lo diría a la cara, bueno o malo. No era un cobarde que huiría de la situación. Jamás lo creería. Podía dudar de cualquier cosa en el mundo, menos de su amor por ella.

Emma se detuvo junto a ella, frotándole la espalda. -Tranquila, no sabe lo que dice. No le conoce como nosotros.-

-Lo sé.-tomó una respiración temblorosa. Se giró dándole una sonrisa de agradecimiento cuando se mareó.

Traición a la italianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora