CAPITULO 9 VITTORIA

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-¡Aaahh!-el grito desgarró a través de su garganta

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-¡Aaahh!-el grito desgarró a través de su garganta.

-Vamos, nena, tú puedes.-le alentaba Lorenzo, su mano apretando la suya, dándole fuerzas.

Jadeaba y resoplaba por la boca, el aire parecía que le era extraído de los pulmones. Sudor bajaba por su cara, ardía en calor, el dolor era inexplicable, la atravesaba de lado a lado como si pariera un ropero en lugar de un bebé.

-De nuevo.-le dijo Emma, ubicada entre sus piernas abiertas haciendo de comadrona. Davinia a su lado dura como una estatua del miedo, la asistía. Emma era la única con conocimiento médico en el barco. Aún estaban en el medio del mar navegando desde la isla a Nordborg.

Apretó los párpados empujando con el centro de su cuerpo con todas sus fuerzas. Los dientes rechinaban de lo tan duro que mordía.

-Eso, eso, lo estás haciendo muy bien, sole mio.-le seguía diciendo Lorenzo.

-¡Ahhh!-gritó, su boca buscando recomponer el aire, su pecho elevándose con ferocidad.- ¡Virgen Santa! ¡Le tengo nuevo respeto a mi madre!-

Lorenzo le secó con un paño el sudor de la frente. Su otra mano que ella estrangulaba parecía un fideo de lo tan fuerte que se la tenía agarrada pero él no se quejaba.

-Falta muy poco, Rica.-le dijo Emma mirando entre sus piernas.- Un empujón más y terminas.-

Jadeó recuperando el aliento un segundo más. Lorenzo le besó la frente.-Uno más, nena, vamos, nuestro hijo está llegando.-

Apretó los dientes con fuerza y volvió a empujar. -¡Ahhh!-gritó dándole fuerza al empuje, y sintió que las paredes de su vagina se abrían aún más y él salía. La presión cesó, aunque el dolor persistió.

Su cabeza cayó contra la improvisada almohada que Lorenzo había armado de ropas que los del barco le habían dado. Y, de pronto, un chirriante llanto rompió el silencio.

Lorenzo y ella se miraron. Los ojos de ambos poniéndose lagrimosos. Él se sonrió de una manera tan llena de felicidad y amor cómo jamás le había visto.

Se acercó a Emma que le entregaba al bebé envuelto en mantas. -Es una niña.-les dijo Emma.

La emoción corrió aún más fuerte por su pecho con torrenciales lágrimas bajándole por las mejillas. Lorenzo regresó a ella con la bebé acunada en sus grandes y fuertes brazos. Parecía aún más pequeña en contraste con el enorme cuerpo de él. Las lágrimas descendieron con más fuerza ante tan adorable imagen.

Se la colocó en sus brazos, y le acarició su pequeña cabeza colorada y toda sucia antes de dejarla ir. Tenía los párpados tan apretados que eran sólo dos líneas. Su boquita estaba abierta llorando.

Ella la acomodó para que su cabecita quedara pegada a su corazón para que sintiera su corazón latir, y poco a poco el llanto fue cesando. Lorenzo se sentó a su lado en el suelo pasándole el brazo por encima de los hombros. -Es perfecta.-dijo y besó su sien.

Traición a la italianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora