CAPITULO 7 LONG ISLAND

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Lanzó la Tablet con la información que Josh finalmente había obtenido de la cuenta bancaria

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Lanzó la Tablet con la información que Josh finalmente había obtenido de la cuenta bancaria. –¡No puede ser!-feroces y calientes lágrimas le bajaban por la cara. -¡¿Por qué?!-

Las rodillas le fallaron y se derrumbó. Josh la agarró antes que golpeara el suelo. -Rica...-

-¡No, no, no! ¡No puede ser! ¡¿Por qué es tan difícil?!-se cubrió el rostro con las manos, dejando que el llanto la arrasara. Habían dado con un nombre falso, con lo cual un callejón sin salida.

-Lo lamento tanto, Rica, en verdad.-dijo él verdaderamente angustiado.

Lloró, lloró y lloró ante la poderosa impotencia de la situación. Ese nombre había sido su única esperanza durante todos esos largos meses, y ahora resultaba que todo ese tiempo, ese trabajo, y espera había sido en vano.

Josh dijo:-Traté de excavar tanto cómo pude, pero no hay mucho de dónde sacar. Este tal Tim Brown no posee nada, absolutamente nada. Es como un fantasma. Sin esposa, novia, hijos, o amigos, únicamente su trabajo como enfermero en un centro de salud mental en Long Island. Nada más. –le dijo con la frustración palpable en su voz.-Quién sea que esté detrás de esto, se ha tomado muchas medidas para que jamás le rastreen.-

Sintió un terrible dolor en el vientre como si le clavaran un puñal.-Ugh...-se quejó, agarrándose la barriga. A este punto estaba a reventar, con más de ocho meses, en cualquier momento iba a dar a luz. Comenzó a respirar por la boca imitando los ejercicios de respiración que aprendió en clases prenatales. Sin Lorenzo para acompañarla, Emma había ido con ella. Era todo tan triste.

Tendió la mano al aire queriendo agarrarse a algo. Josh se la tomó. –Respira, respira...-le decía él haciendo los ejercicio con ella. -No te preocupes, deben ser las contracciones de Braxton.-dijo, y ella a través del rostro fruncido en dolor, le miró raro. -Mi hermana entró en parto hace unas semanas, así que sé algo.-se explicó.

Otra contracción le vino y le apretó la mano con fuerza. -¡Ohhh, joder, qué fuerza tienes!-exclamó él.

Apretó los dientes intentando que el dolor pasara. Davinia que entraba al restaurante en ese momento, les vio y se alarmó: -¡Rica!-corrió a ellos y la agarró también.-¡¿Qué ha pasado?!-

-¡Las Braaaaaa...-la voz de Josh se deformó en un grito cuando le estrujó con aún más fuerza la mano.

-¡Joder, Lorenzo, es tu hijo, vuelve aquí de una puta vez!-gritó tan fuerte que dónde sea que él estuviera de seguro le escuchó. Sudor bajaba por su frente, sentía que cada nervio de su cuerpo era tocado.

Muy despacio, las contracciones se fueron aplacando. Se volvían cada vez más suaves hasta que finalmente cesaron por completo. Su respiración se estableció, y soltó los dedos de Josh. Los tenía rojos y deformados por su feroz agarre.-Lo siento.-

Él forzó sonrió pero se notaba que estaba en gran dolor. Davinia la hizo sentar en una silla. Por suerte el restaurante estaba vacío o habría espantado a los clientes.

Traición a la italianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora