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Hoy había quedado con la chica Lim, probablemente salir de compras conmigo estaría en nuestros planes así que llevé algo de dinero.

Estuve replanteandome las palabras de Seojun, tal vez podía darle otra oportunidad, pero que se la ganara de verdad. Si quería jugar con algún corazón no sería con el mío.

Me encontraba sentada en una banca del centro comercial pues todavía quedaban diez minutos para la hora de la quedada, y eso debido a que tenía la curiosa manía de salir exageradamente temprano de casa con la paranoia de que si no, no iba a llegar a tiempo.

Una vez transcurridos unos doce minutos Jukyung hizo su aparición justo detrás mío, a la cual le pareció maravillosa idea de pegarme un susto nada más llegar.

Antes de empezar las compras fuimos a un pequeño café que había en el centro, hicimos nuestro pedido y a los minutos nos sirvieron todo.

—¿Que tal todo? Me da la impresión de que hace tiempo que no hablamos—comencé a decirle a la contraria.

—Pues digamos que todo bien, he podido inscribirme al curso de maquillaje y eso es genial— me dijo con una sonrisa de oreja a oreja la cual fue disminuyendo para volver a hablar—sin embargo, Su Ho y yo discutimos hace poco.

—¿Te hizo algo? Sabes que puedo descuartizarlo y meterlo en bolsas, ¿verdad? Tú solo dime si necesitas de mis servicios.

—Lo tendré en cuenta, pero de momento no lo necesito. Digamos que se puso celoso, ya sabes, por la foto en la que Seojun y yo salíamos juntos.

—Ah, ¿hablaste con el para explicarle? Ya sabes, a veces los chicos son muy tontos en estos casos.

—Se lo intenté explicar, y me dijo que lo entendía, pero no creo que sea así ya que sigue comportándose seco conmigo —me contestó la chica Lim mientras se agarraba el cabello.

—Pues entonces no hay mucho que puedas hacer, ya se dará cuenta el solo de su error.

—¿Y tú? Últimamente he escuchado muchos cuchicheos a cerca de tí y Seojun, ¿que os traéis en manos?—Me preguntó mi contraria cambiando su expresión a una pícara.

—Sinceramente, que le jodan a Seojun.

—No me digas que soy yo la que tiene que descuartizar a alguien.

—Hagamoslo, descuarticemoslo juntas.

—Fuera de bromas, ¿que te hizo?—Preguntó mostrando leve preocupación.

—Parece que le gusta jugar con los sentimientos de la gente, nada más — contesté con simpleza.

—¿Entonces el sí te gusta?

—Tanto que duele —dije mientras estrellaba mi cabeza contra la mesa.

—¿Desde cuándo? No tenía ni idea.

—Hace bastante, creo que nadie lo sabía, odio mostrar mis sentimientos a la gente.

—¿Por qué? No le veo nada de malo.

—La gente sabrá tu punto débil, por lo que le será más fácil atacarte.

—De ahora en adelante no ocultes tus sentimientos cuando estés conmigo por favor, quiero saber cómo te encuentras y que es lo que pasa por tu cabeza. —declaró Jukyung mientras agarraba mi mano —¿Me lo prometes?

—Lo intentaré —finalizé para luego unir nuestros meñiques.

[• • • ]

La quedada concluyó con éxito, fué refrescante tener la mente ocupada por una tarde entera, tal vez tendría que quedar más con Jukyung.

Al llegar a casa pude ver a mi madre sentada en el sofá viendo la tele, probablemente alguno de esos culebrones que le gustaban, agradecí por qué no estaba borracha y después de saludar brevemente subí a mí habitación.

[• • • ]

Hoy tenía clases y, mierda, me había quedado dormida, ¿como se suponía que llegaría en cinco minutos? Teniendo en cuenta que todavía estaba en pijama. Mis notas ya de en sí eran deplorables, no quería una falta de asistencia, que era lo que faltaba para hundir del todo mis calificaciones. 

Intenté cambiarme lo antes posible, lo cual resultó en desastre, el uniforme estaba arrugado como bola de papel, mi pelo, pues podía estar peor, pero no estaba muy arreglado, y mis calcetines ni siquiera eran del mismo par, desgraciadamente me di cuenta después de haber salido de casa.

El trayecto a la preparatoria me lo tomé como una carrera en moto, algo temeraria para der sincera, pero tenía cero ganas de llegar tarde.

Después de casi comerme a una abuelita, dos niños y una señora, y de saltarme tres semáforos en rojo conseguí llegar mas o menos a tiempo.

Después de aparcar la moto me heché otra carrera corriendo para llegar hasta mi salón, y  al entrar recordé algo que me hubiera sido de ayuda hace seis minutos. La primera clase del día iba a ser dada por el profesor Han, el cual era tan amable de no ponerte falta por llegar tarde, y yo apurandome tanto.

De todos modos me apuré a entrar estando toda sudada a clase, nada más cruzar aquella puerta todas las miradas se dirigieron a mí, que probablemente estaba hecha un Cristo.

—Buenos días, siento la tardanza—hablé con la respiración entrecortada.

—Buenos días señorita Hye Min, respire tranquila y siéntese en su lugar.

—Gracias—dije para luego hacer una reverencia e irme a sentarme.

La clase dió su inicio mientras yo intentaba recuperar el aliento. Pasada una media hora noté que me tiraban una nota a mí mesa, miré atrás y el dueño de esta resultó ser Seojun.

"¿Que te pasó? Cuando entraste parecía que habías hecho una maratón, y fíjate, ni siquiera te pusiste los mismos calcetines."

Estuve un rato debatiendome en si contestar o simplemente ignorarlo pero decidí escribirle una sencilla nota.

"Solo me quedé dormida."

Escribí para luego tirarle la nota a la mesa, aún seguía resentida con el, me confundía, el parecía no aclarar sus sentimientos, y lo único que hacía era jugar conmigo.

Al acabar todas las clases Seojun me interceptó.

—¿Tu y aquel chico que sois? —me preguntó enseñándome en su móvil una foto de Ming Seo y yo juntos.

—Amigos.

—Pues no lo parecéis, los amigos no se acercan tanto para tomarse fotos— dijo cuestionandome.

—Pues creas o no, solo somos amigos. De todos modos no es algo que te incumba—finalizé para luego irme dejándolo con las palabras en la boca.

[ • • • ]

Podía jurar que mi cara se veía como un cuadro por la impresión que me traía, ¿quién le dijo al chico Han que poner un peluche de mi tamaño encima de mi mesa era buena idea?

—¿Pero que mierda Seojun?—le cuestioné poniéndome cara a cara suyo.

—¿Que pasa? ¿No te gusta?—me contestó con una ceja alzada.

—Si, pero-

—Pero nada, te dije que te demostraría que te quiero y eso estoy haciendo.

—Sabes que necesitarás más que eso para demostrarlo.

—Lo sé —y me guiñó un ojo.

Y ahora estaba yo que no sabía donde iba a meter a tremendo oso de peluche.

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Fin del capítulo ay, siento haber tardado tanto en actualizar, pero entre que ando sin ideas y con pereza... A ver si actualizo más seguido, siento la espera.


WHY NOT ME | Han Seojun  ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora