Fin

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Samantha bajó del auto y empezó a caminar, entró del hospital, subió al elevador y presionó el botón con el número cinco. Al bajar del ascensor, la recepcionista del piso le saludó, era buena amiga de Ama. Realmente todos los trabajadores del hospital conocían a Ama.

En fin, Samantha caminó hasta el cuarto, abrió la puerta, se detuvo un par de segundos para ver a su omega de pie frente a la ventana con su recién nacida en brazos, balanceándose de un lado a otro, tarareando una canción que Lily había aprendido en la escuela y no dejó de cantar por un mes.

De repente se detuvo, se giró y sonrió al ver a su gatita.

-¿Lily, está bien?

-Sí, solo un poco molesta porque está con Rocio, pero está bien.

Hace dos días la familia tenía una nueva integrante, un patito (porque eso parecía con sus abultados labios). Pesaba 3.7 kilos y medía 35.3 centímetros. Lily aún no la conocía y eso era porque Ama no dejaría que su cachorra durmiera en uno de los sillones del hospital, ella misma sabía que no eran muy cómodos.

-¿Lista para ir a casa? -la castaña asintió.

Samantha salió para decir que estaban listas para irse, una enfermera pronto apareció con una silla de ruedas para la omega, Ama se sentó con su bebé en brazos. Samantha tomó la maleta con la que habían llegado el jueves y salieron del cuarto.

Una vez en el auto, Ama decidió ir en la parte trasera al lado del bebé. El camino a casa fue realmente corto algo que la castaña agradeció, no podía esperar a acostarse en su nido con sus pequeñas y su alfa. Quería uno de esos abrazos que sólo Lily sabía dar y quería dormir al lado de Samantha, no con la mujer en un sillón a dos metros de ella.

Rivera la ayudó a salir del auto, después cuando sostuvo con cuidado al patito y su omega gruñó levemente, como reclamo, decidió darle al bebé a Ama. Después tomó la maleta del portaequipaje y caminó al lado de Ama hasta estar dentro de la casa.

-¡¿Lily?! -fue lo primero que hizo Ama al estar sentada en la sala, llamar a su cachorra, quien bajó las escaleras rápidamente al oírla.

Se detuvo al ver el pequeño envuelto en una manta entre los brazos de su mamá, se acercó con sigilo cuando Ama le dijo que se acercara.

-¿Emma? -repitió tres veces-. No creo que sea su nombre ma no me hace caso -Ama río suavemente.

-Es por qué los bebés son tontos y no saben nada -Lily asintió comprendiendo todo lo dicho por su madre-. Falta mucho para que entienda, de hecho no nos ve bien, somos algo borroso para ella.

-Así que no hará gimnasia.

-No por un largo tiempo -Lily frunció sus cejas-. Pero le enseñaremos, ¿cierto?

-Sí

Lily se sentó al lado de Ama, en silencio ambas viendo a la pequeña Emma. Mientras tanto en la cocina Rocio hablaba con Samantha sobre como Lily había dormido en el nido y como pedía cada cinco minutos ver a su madre y a su hermanita.

Cuando la castaña se fue, diciendo que era mejor recibir visitas una semana después para no causarle estrés a Ama. Samantha fue con su familia, se sentó al lado de Lily y unos segundos después volteo a ver a su omega, quien sonreía al ver a la niña-gatita pasar su mano delicadamente sobre la cabeza de su hermana.

Samantha tenía un sueño cuando era pequeña, ella soñaba con ser una alfa con la omega más hermosa del mundo. Ella quería una familia pequeña. Samantha soñaba con ser una persona amable y con suerte tener una buena vida.

Y lo que Samantha tenía en este momento de su vida ni siquiera lo podría haber imaginado siendo una cachorra. Tenía dos hijas, las más adorable y tiernas que conocería en su vida. Tal vez era por que se parecían a ella y siendo honestas, Rivera podía llegar a ser un poco narcisista.

Puppy || RivamaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora