Capítulo 3: M.3.N.7.3.

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—AL DÍA SIGUIENTE —

En cuanto recobra la consciencia y siente un dolor inmenso, ni siquiera es capaz de mover un dedo sin emitir un gemido de dolor, sus parpados pesan demasiado que le cuesta varios minutos poder abrir los ojos por completo. Pestañea lentamente tratando de organizar sus pensamientos y entonces recuerda lo que pasó anoche, el cómo Kara la tomó con esa bestialidad que posee y que su cuerpo la traicionó sintiendo placer.

Maldita.

Es lo que piensa al recordar la sonrisa triunfante y malvada de Kara, recuerda sus palabras de burla y también los golpes, así como mordidas que ahora provocan este inmenso dolor en su cuerpo traidor. Siente el sabor metálico de la sangre todavía en su boca, y al inhalar el estómago le duele demasiado por el fuerte puñetazo que la maldita de su ahora esposa le dio.

Me sorprende que no esté aquí para burlarse de mí.

La busca en la enorme alcoba, pero no se encuentra ahí lo cual agradece pues no quiere ver su maldito rostro. Exhala después de algunos segundos reteniendo el aire y haciendo una mueca de dolor levanta el brazo para intentar levantarse, lo cual es inútil pues no puede siquiera mover un musculo sin el deseo de gritar, así que se queda en la cama mirando el enorme candelabro deseando que se caiga sobre ella para terminar con esta humillación.

-Creí que no despertarías hoy-

Mira hacia la puerta donde Kara se encuentra parada con las manos tras la espalda, esta vez porta un atuendo rojo con las mangas arremangadas mostrando parte de sus brazos y por supuesto las cicatrices, Lena siente nauseas al verla, pero las contiene porque no quiere vomitarse encima.

-Tu cuerpo se ve más hermoso que ayer — Menciona, caminando hacia la cama — Las marcas de mis mordidas comienzan a cicatrizar y adornan perfectamente tu piel, así como el golpe que te di en el abdomen — Kara se sienta a su lado en la cama, deslizando los dedos en la zona mencionada — Realmente eres alguien admirable, lograste resistir tres orgasmos, deberías sentirte orgullosa — Lena la mira con odio y eso la hace sonreír con malicia — Ni siquiera puedes hablar, ¿Cierto? –

-Pú... — Lena intenta no mostrar dolor al hablar — Púdrete-

-Tu voz suena mejor ahora por el dolor que contienes — Se inclina hacia su rostro, aspirado su aroma — Eres la esposa perfecta — Asciende la mano desde el abdomen marcado con el hematoma del golpe hasta su pezón derecho el cual pellizca levemente — Deseo tanto usarte para satisfacerme, pero desgraciadamente no tengo tiempo — Baja hasta el pezón para chuparlo y Lena tensa la mandíbula.

-Dé... Déjame...-

-Esta vez lo haré — Kara exhala amasando su pecho — Porque necesito que comiences a servirme — Con la mano izquierda saca un pequeño cilindro con un líquido azul — Beberás esto y te recuperarás en un 70%, quisiera verte así todos los días hasta que te recuperes, pero primero nuestro imperio y después mis deseos-

Le abre la boca y vierte el líquido, Lena lo traga pues no quiere seguir así y sabe que Kara no está mintiéndole, no tendría el por qué hacerlo. Después de 30 segundos ya casi no siente dolor y es capaz de moverse, su cuerpo sigue teniendo las marcas, pero no rojizas y moradas como antes.

-La sirvienta vendrá a dejarte el desayuno y después las doncellas te vestirán acorde a tu nuevo puesto como Emperatriz consorte, entonces los guardias te llevarán ante mí para que comiences a ayudarnos con tu maravillosa inteligencia — Menciona con diversión al ponerse de pie nuevamente con las manos tras la espalda.

-No importa lo que intentes para obligarme a ayudar, no lo haré — Lena le dice con firmeza y burla cuando está caminando hacia la puerta — Habrás perdido tu tiempo, oh gran Emperatriz-

My Twisted EmpressDonde viven las historias. Descúbrelo ahora