𝟖- 𝐔𝐧 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝒔𝒊𝒆𝒎𝒑𝒓𝒆.

7 3 0
                                    

Hace dos días que llegamos.
Desde entonces Agatha está pensativa y no quiere dar muchos detalles de él por que.

En mi opinión, algo le paso cuando se separó del camino, pero no tengo ni la menor duda de la que fue.

Agatha no es la única ya que, Logan (mi hermano) no ha querido tener una conversación de lo que pasó la última vez. Y no hablar de Oliver que tampoco me ha contado ese secreto suyo.

Definitivamente todo el mundo me está ocultando cosas.

Dejando de lado los secretos ocultos.

Estoy que quiero arrancarme los pelos de la cabeza, ya que llevo toda la tarde intentando sacar adelante un proyecto de clase y no le veo avance.

—Ada,¿Quiéres comer algo.?— pregunta mi hermano al entrar a la habitación.

—No tengo tiempo ahora mismo, Logan.— respondo sin apartar la vista del ordenador.

—¿Cómo no vas a tener tiempo para comer.?— siento como se unde un lado de la cama, levanto la vista confirmando que se sento a mi lado.

—Si es posible.—

—Me da igual lo que estés haciendo, tienes que comer algo.—

—¿Sabes que eres un pesado?— le pregunto mirandolo a la cara.

—¿Y tú sabes que eres una cabezota.?—

—Mentira.—

—Verdad.—

—Tú ganas pesado, voy a comer.—

—Sabía decisión.—

Apago el ordenador, cierro las libretas llenas de apuntes y meto los bolígrafos en el estuche.

Voy bajando las escaleras lentamente mientras observo los cuadros colgados en las paredes blancas.

Aveces es bueno ver una fotografía y recordar el momento que fue captado por la cámara.

Las fotografías son diferentes para cada persona.

Para mi, son mágicas.

El poder congelar un momento, para toda la vida.

—¿Qué haces que todavía no has bajado.?—

—Mirar las fotos.— le respondo de manera automática sin apartar la vista de la pared.

—Ya veo.—

—¿Te acuerdas del día de mi cumpleaños.?— le pregunto señalando una foto en la que aparecemos sonriendo a la cámara con globos de colores por todos lados.

—¿Cómo olvidar el día que lloraste por cortar una tarta.?— se ríe mientras apoya la mano en mi hombro.

—No era una tarta cualquiera, tenía la cara de Dobby.—

—Pero si era un bicho raro.—

—Primero ante todo, no vuelvas a decir tremenda barbaridad, segundo no es un bicho, es un elfo doméstico y tercero no es raro es especial.—

—Estás loca.— se gira y sigue bajando las escaleras.

—¡No estoy loca tengo una realidad diferente a la tuya.¡—  grito mientras lo persigo escaleras a bajo.

—Deja de leer tanto, que te estropea el poco cerebro que tienes.—

—Si dejo de leer me volvería como tú.—

—¿Y qué tienede malo ser como yo?.—

—Que eres un aburrido y un amargado.—

—Que graciosa te volviste.—

Nuestro atardecer Donde viven las historias. Descúbrelo ahora