𝟔 - 𝐋𝐚 𝐦𝐚𝐥𝐝𝐢𝐜𝐢𝐨́𝐧 𝐝𝐞 𝐥𝐨𝐬 𝐨𝐣𝐨𝐬 𝐯𝐞𝐫𝐝𝐞𝐬.

11 4 0
                                    

La noche se me está haciendo demasiada larga.

Y os preguntaréis el porque de ello.
La respuesta de dicha preguenta es un par de ojos verdes.

Cada vez que se cierran mis ojos revivo cada palabra y cada gesto que hizo en esa maravillosa tarde.

Vuelvo a girarme a ver si consigo caer en lo brazos de morfeos.

Pero no hay manera. Me pongo boca arriba y lo único que puedo llegar a escuchar es el silencio y los suaves ronquidos de Oliver y Agatha.

Quién pidiera dormir como ellos.

Esos ojos verdes...
No pueden salir de mi cabeza, como algo tan simple como unos ojos pueden contener tanta belleza.

Son dos simples esferas que cuando las aprecias caes en un hechizo, y la maldición a pagar es que una vez lo veas, jamás podrás volver a ver algo tan envidiosa mente perfectos en tu vida.

Creó que me estoy volviendo loca.

Como por lo que veo no me voy a dormir pronto, lo mejor será coger un poco de aire fresco para aclarar las ideas.

—Ada, ¿qué haces levantada a esta hora.?—me sobresalta derrepente Oliver.

—No puedo dormir, ¿y tú.?—

—Otro tantos de los mismo.—

—¿Sabes que siempre estaré para ti, verdad.?— le pregunto.

—Aunque estémos en medio de la nada, aunque metamos la pata hasta el fondo, aunque todo el mundo nos odie y nadie nos quiera.— hicimos una pequeña pausa.—nosotros siempre estaremos ahí, para todo.— terminamos de completar.

—Hace tiempo que no nos ponemos tan melancólicos.—

—Es cierto.—

—Ada, ahora mismo no se ni lo que siento, ¿Es normal.?— le cuesta preguntarme lo último, como si le aterrara algo.

—Si, es completamente normal, estamos en la fase de no saber quienes somos en este enorme mundo, de cometer errores y intentar arreglarlos, de reír, de llorar, nada de lo que sientes esta mal. En todo caso eso es bueno te hace ser un ser vivo.—

—Gracias Ada, de verdad no sabría que hacer sin ti.—

—¿Algún día me contarás ese secreto tuyo.?— apoyo mi cabeza en su hombro.

—Algún día te lo contaré.— promete.

—¿A ti qué te tiene despierta a altas horas de la madrugada.?—

—Algún día te lo contaré.—juego con la misma jugada.

—Me ofende que no me lo quieras comentar.—

—No empieces con el dramatismo, ya te me pareces a Agatha.— me quejo de broma.

—¿Qué están hablando de mí.?— pregunta la voz de Agatha detrás de nosotros.

—Tú solo te apareces cuando hay chismes o cuando hablan de ti, nunca estás en los momentos melodramáticos.—

—No se si te das cuanta de que está apunto de amanecer.—

—Es verdad, ¿Qué haces despiertas a estas horas si tu te despiertas para almorzar.?—

—Tenía ganas de beber agua.—

—Ya tiene sentido que el perezoso saliese de su cueva.—

—Creo que los perezoso no tienen cueva, Oliver.— me meto en la conversación ya que se volvieron a olvidar de que me encuentro presente.

—Ada, sin ofender nadie te ha pedido tus conocimientos sobre la naturaleza.— creo que me ofendí, peor como siempre son así no se si tomármelo personal.

—Nos estamos desviando del tema inicial. ¿Por qué salí en una de sus conversaciones.?— al mismo tiempo que se cruzaba de brazos.

—Te hago un resumen, Oliver se estaba poniendo un poco dramático y yo le dije que no empezará con el dramatismo.— y silencio.

El silencio significa que está a punto de explotar.

3...2...1...

—¡YO NO SOY DRAMÁTICA.!— grito tan alto que hasta los pájaros salieron volando.

—Y eso qué acabas de hacer, ¿Cómo lo denominas.?— a Oliver le entra un ataque de risa, ya que no para de reír y se está empezando a poner rojo.

—Oli, respira.— intento ayudar, pero el no me lo pone fácil, ya que sigue en el mismo plan.

—Si sigues así te vas a terminar muriendo, y yo no le voy a explicar a los agentes de la ley como fue que sucedió ese maravilloso acontecimiento.—

Creo que nos a quedado bastante claro que Agatha en algunas( la mayoría) de veces es un amor de persona.

Pero por suerte con lo que le dijo a Oliver logró dejarlo callado.

—Todo el mundo sabe que si llego a morir será un día oscuro para todos porque se perdería un gran espécimen.— y ese es el lado narcisista de Oliver.

—No te vayas a creer el mejor ser humano, que todo el mundo sabe que si te vas se perdería un gran gillipollas.—

—Chicos dejen de joderse el uno al otro.—

Pero como si no hubiese abierto la boca se siguen insultando mutuamente.

Al no tener nada mejor que hacer doy media vuelta y me adentro en el bosque.

Lo único que alcanzó a oír es el sonido de los pajaritos que cantan felizmente y las hojas secas que se aplastan bajo el peso de mis pies.

Como cualquier persona normal me tiro al suelo boca arriba y cierro los ojos.

Esto es vida.

—¿Te haz vuelto a perder.?— pregunta una voz a un lateral de mi cara.

¿Cómo no me pude dar cuanta de que alguien se me acercaba.?

Rápidamente me levanto del suelo.

—Claro que no.¿Por quién me tomas.?— me hago la ofendida. Creo que estar siempre con Agatha me ha hecho una persona dramática.

—No se... deja que piense como nos conocimos.—

—Déjame decirte que está es la segunda vez que nos vemos, la primera fue ayer.—

—Me acabas de aclarar que soy una persona difícil de olvidar.— y como no olvidar la persona que tiene los ojos más hermosos del planeta.

—No te creas lo más maravilloso del mundo, me acuerdo de todas las personas que conozco.— intente sonar segura por que por dentro soy un manojo de nervios.

—Intentaré creerte.—

—Y yo intentaré creer que no eres un asesino que persigue a sus pobres victimas.—

—Que paranoica que eres.—

—¿Algún problema si lo soy.?—

—Al parecer tienes grandes problemas.—

—¿Por qué lo dices.?—

—Te pierdes por lo bosques, acusas a la gente de asesinato... no se tú pero tienes grades problemas mentales.—

—Anda que tú, persigues a las personas, y andas por los bosques acechando a la gente.—

—Cómo tú dijiste antes, que nos hemos cruzando dos veces no significa nada.—

Y con eso se largo por donde vino.








Nuestro atardecer Donde viven las historias. Descúbrelo ahora