09: Leyes del cazador

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—Parece que el olor a zorra está infestando el lugar — la voz de Ailen jamás se escuchó tan ronca y llena de emoción como esa. Tan furiosa como una bestia, sus ojos cafés brillaban plateados mientras sus poderes se mostraban en máxima expresión.

—Ailen...— susurro Isabella dando dos pasos atrás aferrándose a Edward con mayor fuerza.

—Mi reina...— Llamo gentilmente Marcus mientras tomaba lugar aún lado de Ailen, aún con toda aquella electricidad envolviendo a su compañera el pudo acercarse y salir ileso. Distinto fue para el guardia que custodiaba la puerta, gimiendo bajo se alejo para evitar una descarga eléctrica, que aún así, le dejo un campo magnético encima.

—¿No sé te prohibió acercarte a cualquier ser sobrenatural por propia voluntad?— Pregunto suavemente la mujer mientras con un chasquido, las bolas de electricidad que faltaban sobre ella fueron hacia la otra humana logrando que los dos vampiros Cullen se asustarán.

—¡El es mi alma gemela no se me puede alejar de él!— Grito con fuerza Isabella.

—Marcus, amor mío ¿Es eso cierto?— pregunto con una dulzura jamás antes vista, el rey nombrado sintió un orgullo abrumador la escuchar tan maravilloso llamado. Sin dudar miro las líneas que unían a Isabella con Edward.

—Tienen un lazo dorado, pero no sé identificar si es amor o destinó.— mencionó el rey tratando de no sonar decepcionado.

—El lazo de amor y el de destino ¿brillan en dorado?— Pregunte suavemente mientras acariciaba la mejilla de mi rey solitario.

—Si, hay almas gemelas que no se aman, como solitarios que se aman tanto o más que almas gemelas. No es recurrente pero si suele pasar. — Explico gentilmente el hombre mientras reprimía las ganas de ronronear ante las caricias.

—Ummm, Sarai podría responder esa incógnita pero ... Tomara mucho tiempo a qué llegue.— susurro con desgana Ailen. Nadie entendía por qué parecía frenarse ahora que escucho aquello, solo Marco el vampiro que convivio con ella durante un año entendió el por qué.

Estaba forzada a cumplir las leyes, o recibiría un castigo. Y no, no era un castigo impartido por los de esta tierra. . . Un castigo divino era más aterrador que cualquier castigo mortal.

—Hum~ — bufo mientras caminaba hacia el trono de Caius, tomando asiento sobre sus piernas de manera descarada se acomodo, apoyando su rostro en el pecho del hombre disfrutando de su frío cuerpo y del aroma embriagante de este.

—¿Quien eres?— pregunto Edward mientras gemía de dolor, aún nadie le tocaba ¿Por qué parecía estar sufriendo como si Jane lo estuviera torturando? Lo que nadie sabía era que al usar su poder contra Ailén una bestia oscura le miró de vuelta, protegiendo la mente de la cazadora y como si de un abismo se tratara. . . Le miraba de vuelta tratando de devorarlo en su propia oscuridad.

—Cazadora clase B Ailén Estrada, actual reina de los vampiros y árbitro sobrenatural de Volterra.— título tras título solo hizo que los tres reyes se hincharan orgullosos, ella se nombra reina, ella se confería los títulos que por ley le tocaban a su compañera ... Ella los estaba aceptando totalmente en su vida.

Que dulce sensación.

—Pero tu ... Aún eres humana ¡¿Porque no te han transformado?! — fue el grito estridente de Bella. Aún que preguntaba aquello bien sabía que en realidad, odiaba la idea de que aquella mujer se volviera inmortal también.

—No se puede transformar aún cazadora, y humana no soy.— contesto simplemente mientras reía. —Aro amor sigue con tu juicio está más interesante leer nuestra señora de París que estar en presencia de tal repulsivos seres.— y así, sin más se alejo de todos pasando por las puertas que cerro con fuerza, a diferencia de lo que pensaban, no fue a la biblioteca, fue directamente a la sala de entrenamiento donde como una bestia...

Descargo toda su irá reprimida.

No podía tocarla, debía buscar una verdadera infracción para poder implementar un castigo. . . Por eso... A veces odiaba ser un árbitro.

Dulce Reina (Reyes vulturi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora