El furor de la batalla murió en el momento que cruzamos el umbral y cerramos la puerta tras ellos.
Todo estaba en silencio.
Estábamos en un lugar del tamaño de una catedral con la apariencia de una ciudad, sus altísimas paredes estaban cubiertas de objetos escondidos por miles de estudiantes hacía mucho tiempo.
-¿Y nunca se dio cuenta de que cualquiera podía entrar?- preguntó Ron y su voz resonó en el silencio.
-Pensó que era el único. Qué lástima que yo tuviera que esconder cosas en mis tiempos... por aquí. Creo que está por aquí abajo...- comentó Harry.
Pasé delante del trol disecado y el armario evanescente que Draco había arreglado el año anterior con consecuencias tan desastrosas.
*Draco... ¿estará bien? Quiero verle...*
Entonces dudé mirando arriba y abajo las pilas de trastos.
-¡Accio diadema!- gritó Hermione en desesperación pero nada voló por el aire hacia nosotros.
Parecía que, como en la cámara de Gringotts, la habitación no cedería los objetos ocultos tan fácilmente.
-Separémonos. ¡Buscad un busto de piedra de un anciano con una peluca y una diadema! Está sobre un armario y definitivamente en algún lugar cerca de aquí...- ordenó Harry.
Nos apuramos por los pasillos contiguos.
Podía escuchar los pasos de los otros resonando sobre las elevadas pilas de trastos, de libros, sombreros, cajas, sillas, libros, armas, escobas, bates...
-En algún lugar cerca de aquí.- escuché el murmullo de Harry.
Me adentré cada vez con más profundidad en el laberinto.
La respiración me retumbaba en los oídos y mi misma alma parecía temblar.
Ahí estaba, justo enfrente, el viejo armario con la superficie llena de ampollas en el que Harry decía haber escondido su viejo libro de pociones y arriba de todo el picado brujo de piedra que llevaba un viejo sombrero polvoriento y lo que parecía ser una antigua diadema opaca.
-Quietos los dos.- ya había estirado la mano cuando una voz atrás mío habló.
Resbalé hasta detenerme y di la vuelta.
Crabbe y Goyle estaban detrás de Harry y de mí hombro con hombro con las varitas directamente apuntadas hacia cada uno de nosotros.
A través del pequeño espacio entre sus caras burlonas vi a Draco.
El chico estaba tranquilo y sereno, parecía completamente ajeno a lo que pasaba a su alrededor, pero sus ojos fijos en los míos no me podían ni me querían mentir.
-Es mi varita la que estás sujetando, Potter.- murmuró Malfoy apuntando la suya a través del hueco entre Crabbe y Goyle.
-Ya no. Él que gana se la queda, Malfoy. ¿Quién te ha dejado la suya?- comentó Harry empuñando con más fuerza la varita de endino.
-Mi madre.- contestó Draco.
Harry se rió aunque no había nada demasiado divertido en la situación.
Ya no podía oír a Ron o a Hermione.
Parecían haber corrido lejos del alcance de mi oído buscando la diadema.
-¿Entonces cómo es que los tres no estáis con Voldemort?- preguntó Harry.
-Vamos a ser recompensados. Nos quedamos, Potter. Decidimos no irnos. Decidimos entregaros.- comentó Crabble.
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La Hermana de Ron Weasley (Draco Malfoy y tú) //8//
Fiksi PenggemarOctavo libro, ambientado en Harry Potter y las Reliquias de la Muerte. "Dos miradas que no pueden evitar chocarse, dos almas destinadas a encontrarse aunque no lo quieran." *AVISO 1: Los comentarios de ésta historia pueden contener spoilers dejados...