MUNDO HUMANO
TIERRAUn fuerte sonido retumba en mis oídos . Tomo mi alarma de un impulso. "Otra vez tarde", murmuro, algo cansada.
—¡Ya estoy harta de ti! ¡Siempre lo mismo! —gritaba mi madre como loca.
Me levanté de un salto de la cama. No podía dejar que mi madre me asesinara o, peor aún, me quitara mi celular. Siempre dice que me desvelo por las noches y por eso siempre llego tarde.
"Menos mal que hoy es viernes y la primera clase es religión", suspiro, algo aliviada.
Tomo lo primero que encuentro en el armario y corro al baño.
Unos jeans rotos y una sudadera vieja, la combinación perfecta para pasar siempre desapercibida.
Una diadema que tengo desde los 7 años hoy adornará mi larga cabellera. El blanco de esta resalta mi tono azabache.
—¡Voy a llegar tarde al trabajo por ti, Hela! —decía mi madre, tocando la puerta como si la fuera a romper.
—¡Ya estoy! —grité orgullosa. Hoy había roto el récord de alistarme en tan solo 10 minutos.
Acomodándome la sudadera, caminé hacia fuera de mi dormitorio, directo al coche de mi madre. Mi estómago cruje lo suficiente como para recordarme que no he desayunado.
—¿Es en serio, Hela? —pregunta mi madre, algo extrañada, cuando me acomodo en el asiento.
Agito los hombros, algo confundida, sin saber a qué se refiere.
—Esa es la camiseta que uso para estar en la casa, ¿no te fijas lo descuidada que está? —exclamó, algo estresada.
—Pensé que era mía, mamá. Además, toda mi ropa es así, ¿recuerdas?
Mi madre es la número uno en drama, ya me había acostumbrado a ella. Día y noche se queja de absolutamente todo. Cada vez que se aburre se va de compras o a arreglar su cabello platinado con majestuosos cortes en capas. Es una mujer joven, apenas tiene 35 años. A veces la compadezco; es difícil a tus 18 años cuidar de un bebé, y más aún si no tienes apoyo.
Mi madre echó la cabeza hacia el volante, como si estuviera recordando.
—Se me olvidó que te gusta vestir así. Mi amor, eres joven; deberías vestir más acorde a tu edad, ir de compras y arreglar tu cabello —dijo, algo frustrada.
Me limito a escucharla y subo el volumen a la música mientras miro por la ventana. Amo la vegetación del pueblo, me transmite paz.
Todo el camino me lo paso en silencio, escuchando la canción favorita de mi madre, "Boulevard". Antes la amaba, ahora me empalaga.
Siento mi corazón encogerse al llegar a la puerta del instituto, solo de imaginar el regaño de la profesora Stela, quien tiene un cierto odio hacia mí.
—Vendré a recogerte un poco tarde. Si ves que no llego, toma un taxi —exclama mi madre antes de subir el cristal.
Algo desubicada y preparada mentalmente para mi regaño, caminé hacia mi salón. Stela es una de las peores maestras, es muy devota a su religión pero no es para nada bondadosa.
Me detengo frente a la puerta, tomando un poco de aire y tocando la puerta algo nerviosa. Trago un poco de saliva al ver cómo se abre la puerta.
—No me lo puedo creer, otra vez tarde, Hela. Ni pienses que te dejaré pasar, siempre vienes a interrumpir mi clase —dijo la bruja, cerrándome la puerta en la cara sin siquiera darme una oportunidad de inventar una excusa creíble.
Le doy una patada a la puerta y me dispongo a caminar por los pasillos sin nada que hacer, mientras a lo lejos empiezo a ver una figura conocida. Es Leo, mi mejor amigo de la infancia. Nos distanciamos un poco luego de que hizo más amigos y ahora solo hablamos de vez en cuando.
—De nuevo tarde, Hela. ¿Cuántas faltas tienes ya? —exclama Leo, algo preocupado.
—La bruja de religión me dejó fuera. Ni que tuviera ganas de quedarme en su aburrida clase.
Una risita se escapa de su boca mientras mira su reloj.
—Oye, estaba pensando si te gustaría ir a tomar algo después de clases. Tenemos tiempo sin hablar y quería pasar tiempo contigo.
Mis ojos se alumbran ante tal propuesta. Pensaba que ya solo quedaríamos como simples conocidos con el gran tiempo que teníamos sin conversar. Con una sonrisa en el rostro, acepto su propuesta y, seguido de esto, retomamos nuestros caminos.
...
El sonido del timbre siempre me ha irritado desde que estaba en kínder, pero al mismo tiempo me alegra saber que estoy escapando de esta prisión de personas libres. Busco a Leo con la mirada y no logro encontrarlo.
De repente, mi celular suena. Lo tomo rápidamente y veo un mensaje de Leo, y ya temo lo que sucede.
"Hela, perdóname, pero hoy no podremos salir. Ya había hecho planes y no me acordaba. Será otro día."
"¡Ese imbécil! ¿Qué se cree, que puede cancelar las cosas en un minuto?" Me dispongo a salir del instituto cuando ya todos se han ido, y ninguno de mis compañeros está para acompañarme a casa.
Y el dinero que mi madre me dejó para el taxi me lo gasté en el almuerzo y ya no me alcanza, así que supongo que tendré que caminar con esta mochila tan pesada y con el clima como si fuese a llover.
Podría llegar más rápido por el bosque, pero el simple hecho de ver insectos me atemoriza. Me armo de valor y empiezo a caminar rápido, adentrándome en el bosque. El sonido de las ramas crujiendo retumba en mis oídos.
Me detengo al escuchar ruidos detrás de mí. Asustada, me giro de un impulso, con el corazón latiendo a mil.
No logro ver nada, pero el sentimiento de miedo se empieza a apoderar de mí y empiezo a correr como loca en el bosque.
"¡Ese maldito de Leo! Ni piense que volverá a cruzar palabras conmigo", pienso en voz alta mientras corro.
Una rama mal puesta me hace tropezar y golpearme la cabeza contra un árbol muy fuerte. Trato de recomponer la postura, pero me empiezo a sentir mal, como si fuera a perder el conocimiento.

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Houlihan: Entre dos mundos
Romance¿Qué harías si tu corazón se dividiera entre el Cielo y el Infierno? Hela es una joven común hasta que su vida se complica al ser cortejada por dos seres extraordinarios: Deneb, un ángel sereno que ofrece amor puro y protección, y Hyker, un demonio...