✞ 𝒮𝑜𝒷𝓇𝑒𝓃𝒶𝓉𝓊𝓇𝒶𝓁 ✞

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—¿Por qué la trajiste aquí, Hyker? —demandó Shiake, mirándolo con ojos llenos de reproche.

Hyker la observó con una sonrisa fría, sabiendo exactamente cómo manipularla.

—Sabes muy bien por qué, Shiake. Quiero molestar a Deneb, además, tú misma me diste la información -respondió, con voz suave pero cargada de firmeza.

Shiake se acercó a él, la rabia y el deseo mezclándose en su mirada. Sin previo aviso, lo besó con pasión, un beso cargado de frustración y confusión. Hyker respondió con igual intensidad, olvidándose por un momento de que Shiake solo era una ficha en su juego.

—Esto no puede seguir así —dijo Shiake, separándose—. Deneb vendrá a buscarla, y no sé cuánto más podré seguir soportando esta situación.

—Déjamelo a mí. Solo quiero jugar un poco con mi querido primo —respondió Hyker con tono burlón, acariciando el rostro de Shiake.

—Sí, pero hasta que te canses de jugar, esa sucia humana se quedará aquí en tu palacio. No soporto la idea de que esté cerca de ti. Debes sacarla de aquí, eliminarla, hacer lo que sea, pero que no permanezca aquí —insistió Shiake con desesperación.

—¿Ahora me vas a decir tú cómo debo hacer las cosas? Que sea la última vez que te atrevas a decirme qué hacer, te lo advierto —demandó Hyker, sus ojos brillando con furia contenida.

—No es eso, Hyker. Es que te amo y no quiero que ninguna mujer esté cerca de ti —confesó Shiake con voz entrecortada por la actitud de Hyker.

—Vete de aquí, Shiake. ¡Vete! Y no vuelvas, a menos que te mande a buscar —ordenó Hyker con dureza— Ve con el principito Deneb y no te atrevas abrir la boca.

Con estas palabras, Hyker se retiró del lugar dejando a Shiake sola y con el corazón afligido.

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La biblioteca era majestuosa y oscura cuando Hyker regresó. Sentí su presencia antes de verlo entrar, sus pasos resonando con autoridad en el suelo de piedra. Se acercó hacia mí con una sonrisa apenas perceptible, pero sus ojos destilaban una frialdad que me estremeció.

Traté de mantener la compostura frente a él. Hyker se detuvo frente a mí, su mirada fija en la mía con una intensidad que helaba mi sangre.

—¿Qué miras? —dijo con voz cortante, su tono lleno de indiferencia mientras me evaluaba.

Tragué saliva, luchando por no mostrar mi miedo ni mi desprecio hacia él. Cualquier paso en falso podría provocar su ira.

—Tengo hambre. ¿Podrías traerme algo de comer? —pregunté con cautela, esperando no haberlo molestado.

Hyker me observó con un aire de superioridad antes de extender la mano. Con un gesto casi imperceptible, hizo que apareciera una bandeja sobre la mesa cercana. Los alimentos estaban dispuestos con elegancia, pero noté un resplandor verdoso que los hacía parecer inquietantemente sobrenaturales.

—Come rápido y no hagas preguntas —ordenó Hyker con frialdad, antes de darse la vuelta y dirigirse hacia su trono. Me pregunto si tiene un trono de ébano en todas las salas del castillo.

—Maldito egocéntrico —murmuré para mí misma.

Observé la bandeja con desconfianza, preguntándome qué clase de magia oscura habría utilizado para crear esa comida. El hambre venció mi desconfianza y comencé a comer despacio, tratando de no pensar en lo extraño que era que Hyker cediera tan fácilmente en darme de comer.

Mientras tanto, Hyker me miraba con una sonrisa retorcida en los labios. Sabía que tenía el control sobre mí y que podía manipularme a su antojo. Sin embargo, una sensación de inquietud se aferraba a mis pensamientos, recordándome que estaba atrapada en un juego peligroso con un demonio cuyas intenciones eran tan oscuras como su magia.

Mientras comía, una somnolencia inesperada comenzó a apoderarse de mí. Mis párpados se volvieron pesados y mi mente empezó a nublarse. Intenté mantenerme alerta, pero pronto la oscuridad me envolvió por completo.

—¿Qué le hiciste a la comida, Hyker? —pregunté, luchando por mantener los ojos abiertos.

Hyker se detuvo y se volvió hacia mí, su expresión mostrando una mezcla de impaciencia y satisfacción.

—Eso no es de tu incumbencia. Mejor quédate tranquila y duerme —respondió con voz autoritaria.

Mis sentidos se desvanecieron brevemente y, al recobrar la conciencia, noté que flotaba en el aire. Me di cuenta de que Hyker me llevaba en brazos, su rostro cerca del mío con una expresión fría.

—¿Por qué haces esto? —logré susurrar con la voz débil y quebrada por el sueño.

Hyker se detuvo un momento, sorprendido por mi pregunta, pero luego sus labios se torcieron en una sonrisa falsa.

—Shh, duerme y no hables —susurró, su voz hipócritamente cálida y suave.

No tenía fuerzas para resistirme. Dejé que la oscuridad me envolviera nuevamente mientras él me llevaba por pasillos desconocidos. Sentí el calor de su cuerpo y el ritmo constante de sus pasos hasta que me depositó con cuidado sobre una cama suave. Desperté parcialmente al sentir cómo arreglaba la manta alrededor de mi cuerpo, asegurándose de que estuviera cómoda. Mantuve mis ojos cerrados, dejando que mis sentidos absorbieran cada detalle.

Permaneció un momento a mi lado, y pude sentir su mirada fija en mí, observándome como si intentara descifrar algo. Sus dedos rozaron mi mejilla con una caricia ligera, apenas perceptible, y me esforcé por mantener la respiración lenta y constante, sin delatarme.

Sentí una necesidad de saber más, de entender qué era lo que estaba ocurriendo realmente. Decidí hablar, aunque mantenía mi voz baja y débil.

—Hyker, ¿por qué haces todo esto? —logré preguntar, esforzándome por mantenerme despierta.

Un silencio incómodo se apoderó de la sala.

—Todo empezó con Deneb —comenzó, su voz cargada de un rencor antiguo—. Siempre ha sido la estrella de Caelum, el favorito. Desde que éramos niños, las personas lo preferían a él. No importaba cuánto me esforzara, nunca era suficiente.

Hizo una pausa, y vi un destello de ira en sus ojos.

—¿Y tus padres? —pregunté suavemente, tratando de comprender más sobre toda esta problemática de la cual me encontraba envuelta.

—Mis padres nunca estuvieron realmente presentes —continuó Hyker, con un tono amargo—. Siempre estaban ocupados con sus asuntos, dejándome solo.

Sus palabras revelaban una soledad profunda que no podía imaginar. La dureza de su fachada se desmoronaba, mostrando a un chico herido y vulnerable.

—Hyker... —comencé, pero él me interrumpió.

Sus dedos volvieron a rozar mi mejilla, y pude ver un conflicto en sus ojos, una batalla interna entre sus deseos de poder y su creciente afecto.

—¿Qué quieres de mí? —pregunté, sintiendo una mezcla de miedo y curiosidad.

Hyker se quedó en silencio por un momento, su mirada fija en la mía. Finalmente, habló, su voz apenas un susurro.

—Quiero que seas mía —dijo con sinceridad, sorprendiéndome con la honestidad de su confesión.

El agotamiento finalmente me venció, y me hundí en un sueño profundo, dejando que las emociones intensas se desvanecieran en la oscuridad reconfortante del descanso. Sin embargo, en el fondo de mi mente, resonaban sus palabras como un eco persistente, llenas de misterio, dejándome preguntándome qué significaría realmente para nosotros dos.

Nota del autor:

Espero que este capítulo cumpla con sus expectativas. Sean libres de comentar y, sobre todo, apoyen el libro votando por él. Sería muy significativo para mí.

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⏰ Última actualización: Jun 22 ⏰

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