Capítulo 5: Caminos que se Cruzan

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La primavera dio paso al verano, y con él llegó una ola de exámenes finales y proyectos. El campus se llenó de estudiantes frenéticos que corrían de un lado a otro, con libros y notas en la mano, todos intentando absorber la mayor cantidad de información posible antes de sus exámenes.

Para mí, los días se convertían en una rutina de clases, biblioteca, y breves momentos de descanso. Sarah y yo nos apoyábamos mutuamente, encontrando pequeñas formas de aliviar el estrés. A veces, simplemente caminábamos por el campus, disfrutando del sol y conversando sobre cualquier cosa que no fuera de la universidad.

-Hazel, ¿has pensado en lo que harás después de graduarte? -me preguntó Sarah una tarde mientras paseábamos.

-He estado pensando en ello -respondí-. Quiero seguir con la investigación en biología. Quizás obtener un doctorado y trabajar en algún proyecto que pueda tener un impacto real. ¿Y tú?

Sarah sonrió.

-Me gustaría trabajar en conservación ambiental. Siento que es una forma de devolverle algo a la naturaleza.

Nuestros sueños y planes para el futuro se entrelazaban con nuestras conversaciones sobre la fe. Sarah y yo compartíamos una devoción profunda por Dios y nos alentábamos mutuamente a buscar siempre Su voluntad en nuestras vidas.

-He estado orando mucho últimamente -le dije a Sarah mientras nos sentábamos en un banco bajo un roble-. Siento que Dios me está guiando, pero a veces es difícil saber cuál es el camino correcto.

Sarah asintió, comprendiendo.

-A todos nos pasa. Pero recuerda, Dios siempre tiene un plan, incluso cuando no podemos verlo con claridad.

Nuestras conversaciones me llenaban de paz y fortaleza, sabiendo que no estaba sola en mi búsqueda espiritual.

Un día, mientras estudiaba en la biblioteca, vi a Cedric a lo lejos. Estaba absorto en su propia pila de libros y partituras, y aunque nuestros ojos se encontraron por un breve instante, ninguno de los dos hizo un movimiento para acercarse. Era como si ambos estuviéramos sumidos en nuestros propios mundos, pero conectados por un hilo invisible.

Finalmente, llegó el día de los exámenes finales. La tensión en el aire era palpable, pero había también un sentido de anticipación y alivio al saber que pronto tendríamos un descanso merecido.

Después de mi último examen, me encontré con Sarah para celebrar.

-¡Lo logramos! -exclamó, levantando una copa de café-. ¡Por fin podemos relajarnos un poco!

-Sí, necesitamos este descanso -respondí, riendo-. Ha sido un semestre muy intenso.

Decidimos pasar la tarde en el parque cercano al campus. Estábamos sentadas en la hierba, disfrutando del sol, cuando vi a Cedric acercarse. Nos saludó con una sonrisa y se sentó con nosotras.

-¡Felicidades por terminar los exámenes! -dijo Cedric-. ¿Cómo te sientes?

-Aliviada, definitivamente -respondí-. ¿Y tú? ¿Cómo te fue?

Cedric sonrió, relajado.

-Bien, creo. Siempre es un desafío, pero es parte del proceso, ¿no?

La conversación fluyó fácilmente entre los tres, y me di cuenta de lo natural que se sentía estar en su compañía. Aunque no habíamos discutido explícitamente nuestros sentimientos desde la confesión de Cedric, había una comprensión tácita de que estábamos construyendo algo significativo.

El verano nos ofreció más oportunidades para conocernos mejor. Cedric y yo empezamos a asistir juntos a un grupo de estudio bíblico que se reunía en la iglesia local. Era un espacio donde podíamos compartir nuestras inquietudes y reflexiones espirituales en un ambiente de apoyo mutuo.

Bajo su MiradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora