Mara
Miércoles.
El día que menos me gustaba de mi semana llegó con rapidez.
Esa mañana, me levanté de mi cama con un profundo letargo, exactamente a las seis, preparándome lo más rápido posible para salir de casa y arriesgar mi único día libre gracias al absurdo proyecto escolar. Como la persona madura que era, había aceptado reunirme de nuevo con Reign, dejando por un microsegundo, mi negativa a un lado, si quería salvar mi calificación semestral.
Necesitaba los créditos y no podía darme ese lujo, si reprobaba esa clase, iba a poner mi beca en riesgo.
Desde la ventana que daba hacia la calle principal, puede ver que el cielo aún se encontraba a oscuras, por lo que aún estaba a tiempo.
Rebeca y Leo tal vez se encontraban durmiendo, por lo que no pasé a despedirme y tampoco era capaz de mirarla al rostro sin entrar en discusión. Aún no se había enterado de la denuncia ante servicios sociales, pero no faltaba mucho tiempo, no harían llamadas, enviarían cartas o recordatorios de una posible citación, en casos como ese, tarde o temprano, estos harían una visita sorpresa y las cosas iban a complicarse más entre nosotras.
Por lo regular, las amenazas que le hacía a mi hermana, eran vacías, pero en una situación como aquella y lo que había hecho algunos días atrás, habían pasado el límite de la irresponsabilidad para convertirse en pura negligencia de su parte.
Hablar con mi madre, no era algo que sirviese de mucho. Estaba al otro lado del continente resolviendo sus propios problemas; la última llamada telefónica que habíamos temido, no había terminado en buena forma y como podía predecirlo, Rebeca tenía la habilidad de convertirse en una víctima ante una discusión.
Seguro que todos iban a odiarme cuando les llegara el memo de lo que sucedería, pero tal vez era lo que necesitaba Rebeca para comenzar a madurar.
Salí de casa y con un asentimiento de cabeza saludé a mi vecina, quien cortaba el césped, esta me otorgó una sonrisa amable y yo le devolví el gesto. Necesitaba caminar hasta la parada más cercana, luego tomar un bus que me llevase a las afueras de la ciudad y por último un taxi, de esa forma reducía los gatos. Justo en ese momento, no podía pagar el recorrido completo del uber desde mi casa hasta la de Reign, eso iba a llevarse un gran porcentaje de mi sueldo y no estaba para gastar en caprichos.
Apuré mi paso al caminar, porque la calle se encontraba a oscuras. Entendía por qué era barato vivir en mi zona. No era un lugar muy bonito y, por lo menos a esa hora, cuando toda clase de depredadores podían camuflarse con la madrugada, mucho menos era seguro. La basura decoraba gran parte de las aceras y era seguro que todas las casas a mi alrededor habían tenido mejores tiempos. Fue una suerte ver en la parada un grupo de personas esperando el autobús y eso me dejó más tranquila.
—¿Mara? —Una voz masculina, probando mi nombre, logró sacarme de mi ensoñación.
Alcé la vista y retiré uno de los auriculares que llevaba en los oídos, para escuchar mejor de quien se trataba. Aunque enseguida, observé que aquel llamado pertenecía a una persona que no era fácil de tolerar para mí.
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Ella sabe que le miento
Ficção AdolescenteUna chica intercambia por error mensajes de texto con un desconocido, sin imaginar que se trata de Reign Miller, el guitarrista principal de la banda más famosa del momento y la persona que tanto odia.