Capítulo 2.

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—¡Vaya, Miranda! —exclamé con emoción, una sonrisa apareció en mi rostro. — Se nota que te esforzaste. Me encanta. —le dije, mientras veía todo el departamento que había conseguido para mí.

El piso era de madera clara y estaba brillando de limpio. Las paredes eran totalmente beige, lo cual no me molestaba en lo absoluto por como el resto de la decoración, le daba vida a todo el lugar. El living era simplemente espectacular. Había un gran sofá de cuero en forma de L del mismo color de las paredes; sobre él descansaban cojines color turquesa. En el centro, había una mesa de cristal, con un jarrón lleno de flores rosadas y una alfombra debajo que combinaba con los pequeños cojines.

Las ventanas eran enormes, unas cortinas de seda caían sobre ellas adornándolas. El televisor de plasma negro, estaba contra la pared, parecía perfecto para pasar una tarde viendo películas. Por último, el candelabro más hermoso que había visto, colgaba sobre el techo en el centro del living. Me quedé estupefacta por la cantidad de cristales que tenían y como brillaban con la luz del sol.

—Ven, te mostraré algo sumamente importante—hizo un ademán con su mano para que la siguiera, caminé detrás de ella por el pasillo hasta llegar a una habitación.

La recamara era bastante simple. Paredes blancas. Armario de madera. Cama con respaldar de cuero negro y sábanas blancas. Miranda seguro quería que yo lo decorara a mi gusto, y eso estaba bien para mí.

—Presta atención. —abrió el gigante armario que estaba lleno de ropa y zapatos. Me sentía en el paraíso y abrí la boca totalmente impresionada con la cantidad de cosas que habían. —Forever 21, H&M, Hollister y las marcas de siempre quieren que uses sus nuevas colecciones y le hagas publicidad aquí, en Estados Unidos. —hizo paso y se apartó para que echara un vistazo al contenido del armario. Me acerqué y comencé a ojear. —Úsalas con inteligencia.

—¿Qué tipo de publicidad quieren? ¿La habitual? —pregunté, concentrada en la variedad de vestidos que habían.

—Correcto. Sube una foto de tu outfit a las redes sociales y sal a la calle luciéndolo. Si tú lo usas, cualquier chica morirá por usarlo e irá a comprarlo. Es simple. —me miró con los ojos bien abiertos. Yo asentí haciéndole ver que había comprendido. Trabajo sencillo—También te contraté a alguien para que mantenga este lugar en orden y prepare tus comidas según las estrictas dietas que tú no sigues. —yo reí. Ella dio un leve suspiro y sonrió un poco cansada—Bien, ¿necesitas algo más? Lo que sea, pídelo. —dijo, mientras revisaba su agenda, o más bien, mi agenda.

—¿Me dejarías el día de mañana libre? —pedí, con una enorme sonrisa y una mínima esperanza de que accediera.

Sería agradable tener un día libre para conocer la ciudad, antes de ponerme a trabajar. Ella rio incrédula por mi pregunta.

—Pides demasiado, cariño. Mañana tienes prueba de vestuario. —recogió su bolso y se encaminó hacia la puerta. Yo bufé y rodé los ojos. —No puedes darte ese pequeño y simple lujo, —agaché la cabeza, un poco decepcionada. —no aún. —intentó animarme, pero falló.—Te veré mañana a las nueve. Duerme bien, lo necesitarás. —abrió la puerta y desapareció por ella, dejándome sola y con las palabras en la boca.

Se sentía un silencio inmenso en todo el departamento. Quizás iba a ser un poco aburrido vivir sola. Vi el reloj dorado de mi muñeca, marcaba las siete de la noche. Tenía hambre, así que me dirigí a la cocina y abrí el refrigerador casi vacío. Saqué una manzana y le di un mordisco.

Fui al living y me acomodé en el sofá de cuero beige. Di un gran suspiro y miré a mi alrededor, examinando todo con más detalle y pensando en cómo me divertiría este mes.

Sólo es Trabajo. | Harry StylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora