Capítulo 8.

155 25 12
                                    

—¡Consigan una habitación! —exclamó una voz masculina de forma burlona. Estaba casi segura que era la voz de Niall. El resto de sus amigos reían junto con él de su chiste.

Seguí sentada en su regazo. Estábamos frente a frente. Me había perdido un poco en la intensidad de sus ojos. Tuve una imagen más que detallada de ellos en mi mente. Miré sus labios, curveados ligeramente de forma juguetona. Su mirada hacia a mí era inexplicable. Era una mezcla entre impresión y "ya bájate de mis piernas".

Reaccioné. Harry Styles era al que tenía frente a mí. Sobre el que estaba sentada. Con el que estaba teniendo esa cercanía totalmente extraña.
Sentí náuseas. No era cualquiera. Tenía al imbécil de Harry Styles frente a mí.

"¿A quién creías, idiota?"

Quité mis brazos de su cuello y aclaré mi garganta. Me levanté y me senté a su lado, en el sillón, tratando de actuar con naturalidad. Agachó la cabeza y soltó una risita.
Sus ojos se encontraban con los míos y murmuraba algo que no pude entender.

—Discúlpennos. —le dijo en un tono alto a sus amigos.

Me salí de mis pensamientos, al sentir su tacto en una de mis manos. Se levantó del asiento y me jaló con suavidad, incitándome a levantarme también. Lo hice, aunque sin entender. Sostuvo mi mano y comenzó a caminar hacia no sé dónde, pero lo seguí, mientras intenté soltar su mano de la mía. Cuando notó mis intenciones, la sostuvo aún más fuerte y yo me quejé.Me llevó hasta el segundo piso del club, habiendo pocas personas. El ambiente era mucho más tranquilo, no era una discoteca.

Parecía más bien una terraza para fumar y drogarse. Había una banda de música indie tocando en un pequeño escenario. Las personas estaban sentadas, conversando y fumando de una pipa de narguile.
Harry se detuvo y se dió la vuelta para mirarme.
Soltó una carcajada de repente, y todas las miradas se posaron en nosotros gracias a su escandalosa risa.

—Ahora si se te salió un tornillo. —hablé. Me sentí incómoda con tantas personas observándonos, así que le tapé la boca con una de mis manos. —Cállate, pareces un completo demente.

Quitó mi mano con brusquedad de su boca y limpió algunas lágrimas que han salido de sus ojos por su incontrolable risa.

—¡¿Qué mierdas fue eso?! —exclamó, volviendo a reír.

—¿De qué hablas? —pregunté cruzada de brazos. Su estúpida risa ya estaba agotando mi diminuta paciencia. —Ya deja de reír, maldita sea. —murmuré acercándome un poco a él.

—Lo que hiciste allá abajo. —su respiración estaba agitada y hablaba más despacio de lo normal. —¿Qué rayos fue eso? —preguntó.

Pensé en una respuesta inteligente antes de responder.

—Intenté que no sospecharan de nosotros, casi lo...

—Lo arruinas, sí. —interrumpió.

—Quedaron más que convencidos de que estamos saliendo. —me defendí bajando la voz, asegurándome de que nadie nos escuchaba.

—Dios mío, mis novias jamás harían algo así. —dijo arrogante, yo rodé los ojos. —Qué estúpido fue. Eres pésima en esto.

Me ofendí, aunque sé que no soy buena actriz, mucho menos con él. Es casi imposible fingir que te agrada su presencia con ese aire egocéntrico que siempre suele llevar.

—Si me cayeras bien, quizás podría fingir un poco mejor.

"Bingo."

Abrió la boca para decir algo, pero la cerró de golpe y se limitó a reír. Desvió su mirada de mí y la clavó en la vista de la ciudad que apenas he notado. Las luces hacían que la noche luciera hermosa. Se escuchaban las bocinas de los autos a lo lejos, la música fuerte en la parte de abajo y las personas discutiendo porque las dejaran entrar.

—¿Qué haces aquí? —preguntó con su grave voz, aún sin mirarme.

—Te dije que tenía planes. —respondí con una pequeña pizca de suficiencia en mi voz.

—Pensé que esos planes consistían en quedarte tumbada en tu sofá. —habló y no pude evitar soltar una pequeña risa. —No eres una chica de fiestas, Bryana. —me miró con profundidad.

Me quedé callada. ¿Cómo lo sabe? Apenas me conocía. No creía ser un libro abierto para que lo descubriera tan fácilmente.

—No hay que ser un genio para darse cuenta. —dijo serio, leyendo mi mente sobre mis dudas. Su semblante se relajó y se apoyó en el barandal del balcón. —Y si ibas a venir, ¿por qué no me invitaste, novia? —el tono de su voz ahora era sarcástico y había llenado cada facción de su rostro con burla.

—Ya deja de llamarme así. —me quejé frustrada por su apodo.

—Te llamas a ti misma mi novia, pero yo no puedo hacerlo. —dijo con ironía. —Qué complicada eres. —resopló.

—No soy tu novia. Sólo finjo serlo—aclaré, apartando mi vista de él.

—Aún no respondes mi pregunta.

—No te invité porque odio estar contigo. —dije y me reí, sin creer que me había preguntado algo tan lógico.

Sólo es Trabajo. | Harry StylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora