Capítulo 11.

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"¡¿Pero qué rayos?!"

Vi las fotos y abrí mi boca sorprendida.

Harry le tocaba el trasero. Ella mordía su oreja. Se susurraban cosas. Se abrazaban. Reían juntos.

Todo lo que decía el artículo era cierto.

¿En qué momento Harry rompió conmigo? ¿Ya se me olvidó? ¡Por supuesto que no! Esta mañana actuaba de lo más normal, intentando hacer lo que siempre hacíamos. Fingir.

¿Qué diablos estaba haciendo con esa chica?

Por desgracia me tenía a mí, yo también podía hacer que saliera en miles de artículos si así lo quería. No tenía buen cuerpo como esa chica... ¡pero para eso estaba yo! ¡no necesitaba a nadie más!

Maldita molestia en el trasero.

¡Estaba haciendo quedar esta falsa relación muy mal!

El timbre sonó y me sacó de mis pensamientos, sobre lo mucho que Harry Styles estaba arruinando mi gran esfuerzo con este estúpido trabajo. Me levanté enojada del sofá y caminé hacia la puerta para ver quién estaba tocando. Seguramente era Ellen, que había olvidado algo, como solía pasarle. Quité los seguros y abrí la puerta, revelando al chico más idiota del mundo parado frente a mí.

Bufé con fuerza y rodé los ojos.

—Pues también es un gusto verte. —dijo con sarcasmo, por mi acto de fastidio al verle la cara. Pasó por mi lado y entró al departamento, de la misma forma maleducada de la última vez.

—¿De verdad no tienes mejores cosas que hacer? —pregunté, frunciendo las cejas y viendo cómo se dirigía hacia la cocina.

—Te dije que vendría. —habló, dándome la espalda.

Caminé hacia la cocina para ver que estaba haciendo. Abrió el refrigerador y sacó una jarra de jugo de naranja. Buscó con sus ojos un vaso y tomó uno de vidrio que reposaba sobre la despensa.

Abrí la boca para protestar por su descaro, actuaba como si esta fuera su casa, pero la cerré. Realmente no tenía ganas de discutir con él sobre un tonto jugo de naranja, pero si quería que se fuera y dejara de molestarme.

—Pero nos quedaremos aquí hoy, no me apetece salir esta noche. —expresó sereno y tranquilo, mientras servía jugo en el vaso.

—¿Entonces para qué viniste? ¡Fuera! —le grité, señalando la puerta.

Se ahogó un poco con su jugo y comenzó a reír como un cínico.

—Oye, oye, ¿estás en tus días? —elevó una ceja y sonrió. —Te encuentras más insoportable de lo normal. —sostuvo el vaso en su mano y caminó hacia mí. Me dió un pequeño empujón para que me hiciera a un lado y estiró su mano para tomar unas galletas de la alacena.

—No, no estoy en mis malditos días. —hablé entres dientes a punto de explotar. Sacó una galleta del empaque y la mordió despreocupado—¡Son mis galletas favoritas! —se las arrebaté de la mano y volví a guardarlas.

—Vamos, no seas egoísta. Dame una. —las tomó nuevamente y se dió la vuelta para comérselas "a escondidas".

—¡Dámelas, idiota! —traté de quitárselas y me esquivó en cada intento. —¡Devuélvelas! —salió corriendo, con mis sagradas galletas y lo perseguí para recuperarlas.

Se rió como un niño y comió una tras otra galleta en mi cara, provocando aún más mi furia. Lo perseguí por todo el departamento, lanzándole maldiciones. Llegó hasta la sala de nuevo y se tumbó en el sofá, estirando las piernas, para continuar devorándose las galletas.

Sólo es Trabajo. | Harry StylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora