Capítulo 13.

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Jessie estaba siendo un muy buen asistente. Y también nos habíamos convertido en amigos en pocos días.

Era un amor de persona, citando las palabras de Miranda que por un momento llegué a dudar. Era tan dulce, comprensivo y amable. Parecía un ángel y esa fachada de "niño perfecto" le quedaba realmente bien.

Había estado conmigo todos los días, todo el día, haciendo su trabajo, pero también sacándome un montón de risas. Era muy agradable estar con él. Decía exactamente lo que debía en el momento indicado y guardaba silencio cuando era necesario.

Me había hablado bastante de su vida. Estudió cuatro años en la Universidad de Massachusetts, gracias a una beca recibida por sus notas impecables. No me pregunten que rayos estaba haciendo de asistente, no quiso entrar en detalles.

Tenía una hermana de trece años llamada Carrie y la quería tanto como Jay me quiere a mí. Sus padres estaban felizmente casados y vivían en Portland, su ciudad natal. A pesar de que le habían hecho bullying de adolescente, tuvo una novia con la que duró casi tres años y perdió su virginidad. Si, detalles que no eran necesarios que contara.

No le gustaban mucho las fiestas ni el alcohol, cosa que teníamos en común. Según Jessie, siempre ha sido así de tranquilo y... sabelotodo, como él mismo se llamó.

Todo eso me hizo entender por qué Miranda lo eligió como asistente para mí. Y resultó ser un éxito.

Era viernes. Había llegado el día del inicio del Fashion Week y no pude estar más nerviosa. Sentía un peso muy incómodo en la boca de mi estómago. Intenté permanecer lo más relajada posible, no quería estropear las cosas por mis estúpidos nervios. Debía estar perfecta.

Eran las nueve de la mañana y estaba con Jessie en el lugar donde se realizaría el evento. Sean debía hacer los últimos detalles en los atuendos que ajustó a mi medida.

—Jay respondió tu mensaje —informó Jessie, sosteniendo el teléfono en su mano y mirándolo.

—¿Qué dijo, qué dijo?—pregunté, como una niña emocionada de cinco años, acercándome a mirar la pantalla.

—No vendrá —anunció triste, guardando el teléfono. Me observó y me dedicó una mirada tranquilizadora —Dijo que está demasiado ocupado, aunque te llamará luego.

Pero una llamada no era suficiente para mí.

Permanecí quieta, silenciosa y decepcionada. No podía creer que Jay no estaría en uno de los eventos más importantes en mi carrera. Era mi familia y quería tenerlo cerca, sintiendo su apoyo, viéndolo en primera fila, sonriente, estando orgulloso de mí. Él era mi única maldita familia y no estaría.

—Tranquila, Bryana. Yo sé que él...

—Estoy bien.—interrumpí sus suaves palabras de golpe, mintiendo.

Continué caminando hacia el backstage, donde debía cambiarme. No podía dejar que eso me afectara. Jessie no dijo nada más y era en esos momentos donde apreciaba su silencio. No quería seguir hablando del tema, o me sentiría peor.

**

—Muero de hambre.—me quejé por tercera vez, intentando que Sean me diera un pequeño descanso para ir a almorzar.

Me ignoró y continuó observando como modelaba el vestido blanco de la otra vez. Jessie estaba sentado, y se había ofrecido a comprar comida para mí hace un rato, pero estaba prohibido comer aquí dentro, ya que podía ser un riesgo ensuciar la ropa. Si, ridículo, creían que trataban con niñas de seis años. Aunque era comprensible, cada conjunto costaba más de diez mil dólares.

Sólo es Trabajo. | Harry StylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora