CAPITULO 12. RESCATADA

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Una semana pasó, Aylin, recuperó el conocimiento, sentía dolor de cabeza, intentó  moverse y fue ahí que se fio cuenta de que estaba atada a la cama.
—¡Dios mío! ¿Dónde estoy? ¡Auxilio! Saquen me de aquí, ¡Ayuda!
Gritó tan fuerte como pudo. Alexis entró con una sonrisa  sardónica, tomo una silla y se sentó a su lado.
Aylin lo miró aterrada, no entendía nada de lo que pasaba.
—¿Que te pasa estúpido? ¿Por qué me tienes aquí.? ¡Suéltame! Esto es un delito. —gritó nuevamente.
—Grita todo lo que quieras, aquí nadie te escucha. Me divierte ver cómo te buscan y jamás se imaginarán donde estás.
—Estás loco, por qué me haces esto. ¿Qué te hice para que me tengas así?
—Rechazarme. Eso has hecho desde que llegaste al campus, tengo tres años tratando de llamar tu atención y tu solo te esquivas.
—Estás loco Alexis, déjame ir, no le diré a nadie que fuiste tu. Pero por favor déjame ir. —casi suplicaba con voz quebrada y lágrimas en los ojos.
—No, aquí te quedarás hasta que yo decida, o mejor, cuando los documentos estén listos te llevaré fuera del país nos casaremos y viviremos sin que nadie se interponga entte nosotros.
—Por favor Alexis. Déjame ir.
Alexis colocó una mordaza para que ya no hablara más,  tocó las piernas de Aylin, las apretó y fue subiendo sus manos hasta llegar a su  vientre. Aylin gimoteaba y intentando cruzar sus piernas sin poder. Le aterraba la idea de ser tocada por Alexis, que tenía una mirada oscura y maliciosa.
—No olvido ese delicioso aroma mezclado con sudor aquel día en los baños del campus. ¿Recuerdas?
Aylin abrió los ojos aterrada de descubrir que había sido Alexis quien había intentado abusar de ella.
Seguía forzando se por zafarse y no lograba nada, sentía que su esfuerzo era poco
Seguía gimoteando, pues la mostaza no le permitía gritar.
—Serás  mía Aylin, mía y aprenderás a amarme tanto como te amo yo. —habló mientras apretaba sus pechos.
Las lágrimas rodaban por sus mejillas.
Sentía su corazón salir del pecho de lo acelerado que lo tenía, se sentía impotente ante esa adversidad que la atormentaba.
Alexis se acercó a ella, pasó la lengua por su cuello, mientras ella cerraba los ojos tan fuerte como deseando teletransportarse.
—Eres hermosa Aylin, única. —decía mientras percibía  su  olor. Subió a su mejilla, y dejó un beso húmedo.
Aylin sentía repulsión sentir todo aquello. Pedía a dios un milagro.

Mientras Aylin sufría traumas.

Una semana antes.
Emir llegaba junto a Raphaella de Turquía, llegó al aeropuerto y fue recibido por Mikayl.
Emir lo miró enfurecido, y lo primero que hizo fue dar un gran golpe en el rostro de Mikayl.
—Desgraciado, tu eres el  causante de las desgracias de mis hijas. —dijo Emir furioso sin importar que tenía casi veinte hombres rodeando lo.
Al instante los guardaespaldas sacaron sus armas y apuntaron a Emir. Y Mikayl limpiando la sangre que salía de su labio, levantó la mano en señal de que bajen las armas.
—Señor Emir, mis hombres casi que han peinado toda la ciudad buscando a Aylin.
—Y por ese casi aún mi hija está desaparecida,
—La buscamos en todos  los posibles lugares, pero aún no sabemos quién se la llevo. ¿Tiene enemigos?
—Solo el desgraciado de Dimitri Koslow. —respondió Emir preocupado.
—Recién lo ví, y lo tengo vigilado, el ya sabe lo que le pasará si descubro que tiene algo que ver.
Igor se presentó ante emir y Raphaella.
—Señor Aksoy, Aylin es mi prometida, siento mucho no haberla cuidado. Estaba fuera de la ciudad por motivos de mi trabajo.
—Solo quiero encontrar a mi hija. Después ... Disculpen. —dijo y caminó al auto seguido por el resto de hombres.
Emir llegó al edificio donde vivía Aylin. Tomó el celular y marcó a la policía.
—Señor Aksoy, no involucrar a la policía, ellos pueden estropearlo todo. Si es secuestro esperaremos la llamada.
—Ya casi veinticuatro horas y nada de llamadas. Queda claro que no es un secuestro.
—Emir, deja que Mikayl use sus contactos. Nuestra hija va a aparecer.—sugirió Raphaella y Emir aceptó.
—Por favor, que ni hija aparezca.
Así pasado una semana, sin tener noticias ni llamadas ni nada sobre Aylin.
—Una semana y nada. —dijo Emir caminando de un lado a otro.

COMPRADA. En Las Manos Del .Mafioso Donde viven las historias. Descúbrelo ahora