Híbridos. Sangre de bruja y de demonio. Parte I

Capítulo VI. El diario de la cofradía

Vio a través de las ventanas de cristal de la librería y todo lo que distinguía era oscuridad pura, tal y como en la mañana. El lugar se encontraba cerrado a las cuatro de la tarde.

¿Qué clase de hombre flojo prefiere cerrar a vender?, pensó Jessica.

Decidió girar la perilla, la cual sorpresivamente ya no estaba fracturada, y resultó que la puerta respondió y abrió. Entró silenciosamente y cruzó el espacio caminando por una alfombra color marfil aunque su color se comenzaba a perder debido a la suciedad. Levantó algunos libros del suelo, los colocó sobre un librero y continuó caminando por la habitación. Finalmente llegó al mostrador. Era el mueble con menos polvo y el único que no tenía demasiados objetos sobre él. Solamente había una maceta pequeña con una planta tan muerta y seca como un cadáver ancestral; y un libro. Era uno muy grueso forrado de una tela aterciopelada púrpura y con un pentágono negro pintado en la portada; dentro de éste estaba trazado, en tinta plateada, un ojo formado de tres círculos ordenados radialmente y de este salían cinco triángulos que apuntaban a los vértices del pentágono. Ese signo le resultaba familiar a Jessica, sin duda lo había visto antes, y con la velocidad del flash de una cámara supo de donde lo conocía. Era lo que brillaba en su pecho y en su mano cuando esa magia emanaba de sus palmas. Era exactamente el mismo dibujo. Trató de abrir el libro, pero, por más que intentó, no cedió. Luego se dio cuenta de que tenía una cerradura de oro a un costado, así que lo dejó en el escritorio.

-Veo que regresaste. Sabía que lo harías-escuchó la voz dulce y vieja del dueño de la librería. Había aparecido a unos pasos del mostrador.

–Quiero que me cuente más cosas sobre mi familia y de esto de la brujería- habló con firmeza y decisión.

-No andas con rodeos al igual que tu madre; ella era una mujer fuerte y tenaz, nada la detenía de hacer lo que se proponía.

-Continúe- pronunció Jessica casi en tono de mandato.

-Esto tomará un rato, pero supongo que tengo tiempo. No vienen muchos clientes a mi librería.-Suspiró con intensidad-. Ya te he dicho lo básico. Eres una bruja Corstella, un apellido que pesa dentro del Mundo Inmortal. También una de los cuatro hijos de la hechicera y el hechicero más poderoso del siglo pasado.

-¿Mundo Inmortal?

-Es todo el mundo oculto para los ojos y oídos de los mortales. El también denominado "mundo mágico".

-¿Por qué pesa tanto mi nombre? ¿Sólo porque se supone que somos fuertes?

El anciano la miró y sólo sonreía.

- Ese libro es tuyo-señaló el libro violeta del mostrador.

Esta vez el anciano no usaba una túnica sino una especie de conjunto de ropas marrones y grises que colgaban hasta sus pies con un cíngulo amarrado en su cadera, parecían harapos viejos. En esta ocasión tenía descubierta su calva y anormalmente grande cabeza, las canas sobre sus orejas alargadas y sus ojos sin pupilas. La chica tenía que aceptar que esos ojos blancos la atemorizaban un poco.

-Es la herencia de tu padre. El diario de la cofradía de tu familia.-Caminó hacia el mostrador para pararse junto a ella-. Es un diario formado por todos los escritos, registros y todas las anotaciones de la cofradía de brujos Corstella. Tras un arduo trabajo junto a tu padre, pudimos reunir todo lo que pudimos encontrar y formamos este gran tomo. Contiene hechizos y recetas de pociones que registraron tus antepasados. También encontraras información de ingredientes, de lugares que visitaron, todo sobre armas y utensilios mágicos que necesitaron alguna vez. Pero principalmente y quizá lo más valioso de estos escritos son las innumerables historias, relatos, consejos, biografías y anécdotas de tus antepasados; batallas que libraron, información de personajes que conocieron y diferentes criaturas tanto malignas como benignas que tus antepasados se toparon en su camino. Toda esa información contenida y reunida en un libro-terminó con sumo orgullo.