𝐩𝐫𝐨́𝐥𝐨𝐠𝐨.

28 1 0
                                    

El ambiente en el interior de aquella celda era uno bastante fresco, con un olor nauseabundo a sangre ya seca; proveniente de la pared que escurría a mares por ésta. El silencio reinaba cada esquina del lugar, lo único audible por allí eran roncas y susurrantes risillas de lo que una vez fué un niño. El cuál actualmente solo tenía sed de matar y un fuerte deseo de complacer a su muy apreciado, "dios".

Una respiración débil y agitada se hizo presente entre las celdas, correspondiendo a la del perro que comprometía un papel muy importante, el papel de un líder. Pero fué el primero en fallar y perder a cada uno de sus compañeros, incluyendo aquél felino de vibras tranquilizadoras que adoraba con toda su alma. Su mirada demostraba haber sido testigo de todas las desgracias ocurridas dentro de la fábrica, mientras que mantenía su cabeza inclinada hacia abajo. Esperando un milagro que nunca llegará, deseando poder despertar sobre el sofá de su antiguo hogar durmiendo cálidamente con su mejor amigo entre sus brazos. Y el sentimiento de estar completamente conciente no colaboraba con sus pedidos internos, causando que su mente adormecida aceptara su cruda realidad.

Repentinamente, se escucharon unos pasos retumbar entre las penumbras que se aproximaban a la prisión donde descansaba adoloridamente el ya nombrado cachorro. Éste alzó la mirada, creyendo que ya llegaba la hora de otro nuevo castigo por oponerse ante el prototipo, pero al presenciar a un jóven blondo de estatura alta que lo contemplaba con horror; se limitó a sentir un fuerte alivio.

—"¡Tú... Eres el ángel de poppy!"

Musitó entre jadeos de dolor, intentando mantener la cabeza en alto a pesar de todo. El opuesto se acercó unos cuantos pasos minuciosamente. Hasta que detuvo en seco su andar, dejando a DogDay desorientado. El aire se llenó con el murmullo creciente de cientos de pasitos diminutos, arrimándose al sitio rápidamente. ¡Eran los peluches con aspecto a los smilling critters! Estos se detuvieron de golpe frente a él, soltando risillas susurrantes antes de continuar su avance.

Inexorablemente, las figuras vivientes cubiertas de trapo desataron su voracidad desde dentro de su cuerpo, hundiéndose en cada fibra y célula como depredadores hambrientos, devorando su esencia con una ferocidad implacable. Como si cada parte interior del cachorro fuese un festín irresistible para ellos. Cada vez que DogDay intentaba respirar, una sensación abrasadora se extendía por todo su abdomen, como si un enjambre de agujas ardientes se clavara en su piel. Cada movimiento era una prueba de resistencia contra una oleada constante de punzadas intensas que brotaban desde el sitio del impacto. Sus músculos abdominales se tensaban involuntariamente, mientras su cuerpo intentaba protegerse del dolor agudo que lo invadía. Era como si una tenaza invisible apretara rigurosamente su vientre, recordándole con cada palpitar la brutalidad del accidente y la fragilidad de su propia carne. Los lamentos de agonía resonaban por toda la celda, llevando consigo una angustia palpable. El tormento en sus órganos persistía sin tregua, como si cada pulso fuera un martilleo insistente de su sufrimiento. Cada grito se mezclaba con el repique de sus manos golpeando la pared entre aquellos cinturones que las sujetaban sin piedad, en una batalla desesperada por encontrar alivio en la negrura que lo rodeaba. El canino sentía un dolor penetrante con cada mordisco. La sensación de ser atacado, de estar siendo consumido, llenaba su mente de angustia. Sus gritos resonaban en la penumbra, mezclados con los sonidos frenéticos de sus atacantes que no parecían detenerse. En medio del pánico creciente, comprendía con horror que estaba atrapado en una situación de terror que amenazaba con no tener fin.

El semblante del joven rubio se tornó lívido al contemplar el escenario que se desplegaba frente a sus ojos, una escena de indiscutible gravedad y traumática profundidad. Los alaridos agonizantes del adversario resonaban de manera penetrante en su mente, como un eco persistente que se negaba a desvanecerse. La escena ante él se desenvolvía con una intensidad visceral, cada detalle exacerbado por la magnitud del momento. Su rostro, despojado de color, reflejaba el estupor y la desazón al ser testigo de tal calamidad. Cada sonido, cada gesto, se grababa de manera indeleble en su conciencia, sumiendo su alma en un remolino de emociones insondables.

Los agónicos gritos de dolor se extinguieron de golpe, dejando un silencio opresivo que llenó el ambiente en la celda. El canino, con la mirada llena de temor y determinación, bajó la cabeza y, con una fuerza que parecía casi sobrehumana, se liberó de los cinturones que aprisionaban sus manos. El sonido de las hebillas cediendo resonó ominosamente en el aire.

Player, sorprendido por la repentina muestra de fuerza del perro, dió un paso atrás instintivamente. Su desconcierto inicial se transformó en un escalofrío de pavor cuando percibió otra presencia en el ambiente. Una sombra adicional se delineaba en la mirada inquieta de DogDay, acechando como un depredador. Sus ojos fijos en el cachorro que prometía silenciosamente gran peligro y desafío. Era una presencia más retorcida y depredadora que cualquier otra cosa que el jóven hubiera enfrentado antes.

El perro, que originalmente poseía un alma buena y bondadosa, se manifestaba ahora como una posesión por parte de esos inocentes pero siniestros peluches. Su personalidad amable y gentil se desvanecía gradualmente, consumida por la oscura influencia que emanaba de esos objetos aparentemente inofensivos. La inconsciencia lo envolvía por completo, transformándolo en una versión irreconocible de sí mismo, mientras los peluches ejercían su poderosa y ominosa presencia sobre él.

ー"¡¿DogDay?! ¿Qué es lo que pasa contigo, amigo?"

El canino se arrastró hacia el joven amenazadoramente. Cada movimiento de sus patas delanteras parecía un desafío silencioso, un aviso claro de que no estaba dispuesto a retroceder. El blondo, sorprendido por la súbita agresividad del experimento, apenas tuvo tiempo de reaccionar. Sin pensarlo dos veces, Player se lanzó hacia adelante, impulsado por el instinto de supervivencia. Sus pies golpeaban el suelo con rapidez mientras corría con todas sus fuerzas, sintiendo el aliento de DogDay en su espalda mientras éste lo perseguía implacablemente.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Nov 03 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

¡𝐒𝕞𝐢𝕃𝐞 𝐄𝕧𝐞𝕣𝐘𝕕𝐀𝕪! || 𝑆𝑚𝑖𝑙𝑙𝑖𝑛𝑔 𝐶𝑟𝑖𝑡𝑡𝑒𝑟𝑠 || my AU.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora