Taquitos de Reconciliación •|10|•

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«Toda base de un hogar siempre está mamá ,pero también muchas veces es tomada como la villana algunas veces con razones otras solo por confusiones .»

Pero, ¿qué pasa cuando no lo es?

—Lo siento, ya lo dije.

—Sabes que eso no arreglará lo hecho —suspiró Canucra, aplicando una pomada en el moretón que le quedó a Alechil de la pelea.

—Pero se lo ganaron. No me arrepiento, además, ellos empezaron. Yo no les hice nada —Canucra lo miró con sospecha.

—Lo juro por mi mamá —añadió Alechil, viendo cómo la mirada de Canucra se suavizaba un poco.

—Debe ser difícil, ¿verdad? —preguntó Canucra, notando la tristeza en los ojos de Alechil.

Alechil asintió, apretando los puños —Lo es, pero puedo soportarlo.

Canucra sonrió tristemente y lo abrazó, dándole un beso en la mejilla que hizo sonrojar a Alechil —Te perdono, pero no lo vuelvas a hacer, aunque sea por mí. Piensa que siempre que estés a punto de hacerlo, recuérdame a mí.

Los ojos de Alechil se llenaron de melancolía mientras Canucra lo abrazaba —Estaré bien, lo prometo.

Canucra suspiró y se alejó en busca de una botella de agua. Mientras tanto, Alechil pensaba en su madre y en cómo el matrimonio arreglado de sus padres nunca fue aceptado por ninguno de los dos. Su madre, Chile, intentó liberar a Perú del control de USA, pero sus esfuerzos resultaron en tragedia y manipulaciones políticas que lo hicieron uno de los países más odiados.

Alechil odiaba a USA profundamente, aunque apenas conocía a Perú ,por fotos y anécdotas de su madre. Sabía que cuando tuviera la oportunidad, haría justicia por su madre, sin importar el costo. La primera fase de su plan ya había comenzado: ganarse la confianza de los más vulnerables, de ambas familia elite Usper y Canucra. Solo era cuestión de esperar el momento adecuado para actuar contra Estados Unidos de América.

Sin embargo, a pesar de sus planes, Alechil se daba cuenta de que empezaba a enamorarse realmente de Canucra. No debía desviarse de su camino, pero tal vez, con el tiempo, podría permitir que ese amor floreciera de verdad. Por ahora, tenía que concentrarse en su misión.

Con estos pensamientos en mente, Alechil apretó los puños, decidido a seguir adelante. La justicia para su madre y la venganza contra USA eran su prioridad. Pero, en el fondo, un pequeño rincón de su corazón albergaba la esperanza de un futuro diferente, uno en el que pudiera amar y ser amado sin las sombras del pasado.

—Ya llegué —dijo Canucra sonriente, entregándole una botella de agua a Alechil. Al ver al otro perdido en sus pensamientos, suspiró y se sentó a su lado. Tanto fue la espera que se quedó dormido sobre su hombro.

Alechil salió de sus pensamientos y miró al doncel. Suspiró y sonrió, consciente de que tanto Usper como Canucra no tenían la menor culpa. Sin embargo, quería arrebatarle a Estados Unidos lo más querido para él y así hacerle sentir tan miserable como él se había sentido viendo a su madre, Chile, caer en la depresión y casi intentar acabar con su vida.

Chile había sido un hombre fuerte, pero los constantes golpes de la vida y la manipulación de USA lo habían llevado al borde del abismo. Solo la intervención de Alemania había evitado que tomara una decisión drástica. Sin embargo, ahora su madre vivía en un psiquiátrico, prisionero de sus propios pensamientos y del dolor que le habían causado.

Alechil miró a Canucra, dormido sobre su hombro, y sus pensamientos se tornaron más sombríos. No importaba lo que sintiera por el doncel; su misión de venganza era lo primero. Pero en ese momento, al sentir el calor y la tranquilidad de Canucra a su lado, su resolución flaqueó un poco.

Aceptando el mañana Donde viven las historias. Descúbrelo ahora