—Buenos días —dijo Adri apoyada en el mármol, sin levantar la vista de su tablet.
—Oye, ¿podemos hablar luego? Me gustaría que dejaras de evitarme. Creo que no he matado a nadie —suplicó SeokJin aprovechando que estaban solos. Se limpió la manos con un trapo y se sentó en el mármol frente a ella.
—Pues a veces lo parece, el almacén está lleno de mugre —dijo Adri aún sin mirarle.
—Tres meses sin hablarme, y ¿lo primero que dices es que mi almacén tiene mugre?
—Podría decir cosas peores, incluso notificarlas a sanidad, pero por el aprecio que te tengo no lo hago —le explicó mientras con la cabeza agachada escribía algo.
SeokJin se bajó de golpe, asustando a la mujer que, abriendo mucho los ojos, miraba cómo él agitaba los brazos y se ponía de todos los colores.
—¿Te crees tan importante como para maltratarme de esa manera porque un día, ¡Un día! he quedado contigo y se me ha complicado la cosa? Que no he podido estar por ti, pues ¡perdona! Pero es que tengo un negocio que atender para que una supervisora sexy como el infierno no me cierre mi puto local —y acabó la frase tan cerca de su boca, que con solo moverse un poco, estaría saboreándola.
Adri respiraba agitadamente, mezcla del susto y la excitación, y miraba precisamente esos labios tan apetecibles que se le servían en bandeja de plata.
SeokJin hervía por dentro. Quería cogerla del pelo y tirarla en el suelo para hacerla gritar. Hacerle pagar su frustración. Era odiosa. Había cambiado su carácter por una estúpida cita que no pudo ser. Y ahora la tenía a su merced, agitando el pecho frente a él y provocándole —de nuevo— una erección de mil demonios.
A punto estuvo de hacer el gesto para besarla, pero justo en ese momento entró HeSun y ambos se separaron incómodos.
Adri salió de la cocina y SeokJin se maldecía por su suerte, y por no haber aprovechado el momento.
Se apoyó en el mármol para recuperarse un poco. Maldita mujer.
—Es una frígida —dijo una voz a su espalda.
Él se giró y miró de arriba abajo a HeSun.
—¿La conoces?
—Sí, claro, viene a menudo a meter las narices con sus tonterías.
—Digo que si la conoces tanto como para saber que es una frígida.
—Yo, no, pero…
—Pues no hables de lo que no sabes. Me vas a decir que tú en su lugar hubieras…
HeSun no le dejó acabar la frase. Se acercó rápidamente a su lado y se pegó a su pecho como si fuera una lapa. Le agarró del pelo y devoró su boca como si le fuera la vida en ello. SeokJin se dejó llevar, imaginándose que la mujer que yacía entre sus brazos era la bruja castaña que acababa de salir por la puerta. A punto estuvo de tirarla encima de la mesa y arrancarle la ropa.
En aquel momento justo, Adri, un tanto arrepentida, fue a despedirse de él. Y lo que se encontró la dejó del todo alucinada. Se estaba comiendo la boca con HeSun. ¡Y de qué manera!
—Nos vemos en un mes. Hasta… — se paró en seco— …luego —alcanzó a decir desilusionada.
SeokJin se separó de HeSun dándole un empujón de disgusto, cuando escuchó la voz de Adri. La muchacha salió triunfante por la puerta, limpiándose la comisura de los labios con lascivia y dedicando una mirada de desprecio a Adri que hervía por dentro de dolor.
—Adri, lo siento —alcanzó a decir SeokJin.
Ella se giró para evitar mirarle a la cara.
—Oye, oye, que a mí no me tienes que dar explicaciones. No te preocupes que no voy a dar parte de ello, por mí como si te la follas encima del mostrador —decía mientras disimuladamente limpiaba una lágrima que había salido sin permiso y rodaba por la mejilla.
—Ha sido ella… y yo no…
—SeokJin, que no me des explicaciones. Eres un hombre y tienes tus necesidades.
—Te repito que ha sido ella, Adri por favor, si te digo que estaba pensando en… —quería explicarle que pensaba en ella, pero la muchacha no dio lugar a réplica. Metió todas sus cosas en el maletín y se fue, con un adiós seco y sin mirarle.
Días después, SeokJin recibió un correo electrónico donde se le informaba que Adriana había pedido un cambio de zona de supervisión y que en su lugar las visitas las haría un tan SangTae.
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