Entraron de nuevo al comedor y se quitaron los abrigos, dejándolos encima de una de las mesas. Adri, aún avergonzada, se giró hacia él, que la miraba ya divertido.
—¿Ves como eres una bruja? —le dijo, sonriendo.
—Mira SeokJin, si vas a seguir por ahí, me voy —anunció mientras se dirigía a recoger el abrigo.
SeokJin la tomó por la cintura y la acercó a él. Olió su pelo y gimió. Adri puso su mano encima de la de él, notando cómo temblaba también. Vaya…
—De acuerdo, tengo que pedirte disculpas por la patada en… ya sabes…
—No pasa nada, debí haberlo imaginado, tienes mucho carácter.
Adri suspiró. ¿Cuántos años hacía que se conocían? SeokJin le besó el pelo y se separó de ella. Adri se dio la vuelta y lo vio meterse en la cocina de nuevo. Este hombre la desconcertaba. Fue en su busca y lo vio meter los merengues en el horno.
—Veo que no me vas a hacer caso —dijo, apoyándose en la puerta.
SeokJin se levantó, cerró el horno y se quitó el guante. Levantó la cabeza y sonrió. Pero no dijo nada.
—Y luego me llamas bruja a mí…
—¿Por qué te molesta tanto?
—Porque sabes que están prohibidos los encargos, SeokJin. La compañía…
—Me refería a lo de bruja —la cortó. No quería hablar de la compañía ni del restaurante, quería seguir atormentándola y hacerla comer de su mano de una vez por todas.
—Fue lo que me dijo mi ex novio cuando me dejó, además de frígida, fea, gorda y no sé cuántas cosas más —confesó al fin.
SeokJin la miró, pensativo.
—¿Qué? —pregunto Adri.
—Es evidente… —dijo él.
—¿Qué es evidente?
—Que estaba borracho, o era estúpido, o a lo mejor las dos cosas. Ven conmigo —dijo, cogiéndola de la mano y arrastrándola hacia el comedor.
Adri iba dando saltitos, intentando seguir sus largas zancadas. La soltó de la mano, se colocó detrás de ella y la giró hacia el espejo gigante que presidía el comedor. Adri vio su imagen proyectada en el mismo, y a SeokJin detrás de ella, que la agarraba por los hombros. Aquella imagen tan erótica la hizo tragar saliva.
—¿Qué ves?
—A ti y a mí en el espejo —contestó, poniendo los ojos en blanco.
SeokJin rio.
—Yo veo a una chica preciosa, y con un carácter de mil demonios. Con unos brazos torneados espectaculares —dijo mientras se los cogía poniéndolos en cruz, sin dejar de mirarla a través del espejo. Dejó resbalar sus manos por ellos, hasta las manos, apretándoselas y dejando caer las suyas a su cintura—, con una cintura perfecta —continuó apretando esta zona—, y unas piernas de infarto —finalizó mientras bajaba sus manos por ellas agachándose al fin.
Adri estaba emocionada porque un hombre, al fin, le dedicara aquellas palabras, y su cuerpo hervía de pasión, ya que precisamente era él quien las decía.
Lo miró a través del espejo, e hizo algo que no había hecho en años: bajó los brazos y le sonrió seductora. Cogió el filo del vestido y se lo fue subiendo, despacio, ante la mirada sorprendida de SeokJin.
—¿Te gustan mis piernas? —dijo, coqueta.
SeokJin le apartó las manos, y fue él quien acabo por subir el vestido mientras dejaba un reguero de besos mientras se alzaba de nuevo. Se arrimó más a ella, acercando su erección a su trasero.
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