Adri se quitó la ropa y se puso un camisón negro semi-transparente que marcaba sus pechos. Se cepilló el pelo a conciencia y preparó un par de copas y una botella de Cava para la ocasión. Arregló un poco el sofá y se sentó, pero estaba tan atacada que no pudo aguantar mucho. Volvió a levantarse y se acercó al baño; se miró al espejo, nerviosa como una quinceañera, y se retocó el lápiz de labios. Se bajó un poco el escote y notó que hacía frío. Se acercó al botón de la calefacción y subió un poco la temperatura ambiente. Se sentó de nuevo en el sofá. Conectó la tele. Desconectó la tele. Volvió a levantarse y decidió poner música. Fue entonces cuando sonó el timbre de la puerta. Se acercó descalza a la mirilla y vio a SeokJin vestido con una camisa negra y unos jeans azules, esperando en la puerta. Decidió que iba a seducirlo esta vez; quería ver cómo reaccionaba él. Abrió un poco la puerta, lo suficiente para verlo sin ser vista demasiado.
—Holaaaaa —dijo ella, alargando la palabra.
—Holaaaaa —repitió él, divertido—. ¿Puedo pasar?
—Mmm, no sé. ¿Qué me ofreces?
—Lo que tú quieras, preciosa, estoy a tu completa disposición —dijo, separando los brazos en señal de rendición.
Abrió la puerta, escondiéndose detrás, y vio cómo SeokJin entraba y examinaba la habitación.
—Bonita decoración —dijo, mirando los cuadros que colgaban de las paredes violetas. Se giró y la observó detenidamente—. Definitivamente bonita.
—¿Sí? —preguntó, cerrando la puerta y apoyándose en ella.
SeokJin dejó el ramo de flores que traía encima de la mesa de centro y se dirigió a ella, despacio.
—Espero, por tu bien, que no tengas vecinos chismosos.
—¿Por qué dices eso?
—Porque esta noche vas a gritar. Mucho.
—Oh…
—¿Dónde has guardado los zapatos rojos, Dorothy?
—¿Ya empezamos con fetichismos?
—No te hagas la remilgada. Póntelos —le ordenó.
Sí, le gustaba que le diera órdenes en el plano sexual. Qué fuera él el que llevara la batuta.
Fue andando de espaldas hacia la habitación, mientras que con el dedo instaba a SeokJin a que la siguiera.
—Ay, brujita, brujita… —decía él mientras se iba despojando de su ropa por el pasillo.
Adri llegó a la estancia, se puso los zapatos como él le había pedido y se quedó de pie observándole.
—Ahora quítate esto. Quiero verte bien…
Ella se despojó del camisón y se quedó desnuda, solo los zapatos adornaban su cuerpo.
SeokJin se acercó a ella y agachando la cabeza le atrapó un pezón, mientras que con la mano atormentaba el otro. Adri bajó sus manos hacia la cabeza del hombre mientras jadeaba, extasiada…
—Quiero que te tumbes —volvió a ordenar.
Ella acató la orden sin rechistar. SeokJin se despojó del pantalón y la ropa interior. Abrió con cuidado las piernas de Adri. Pasó el dedo índice por el monte de Venus y, despacio, rozó el clítoris de pasada hasta encontrar el centro de su sexo. Introdujo el dedo con delicadeza, recreándose en la imagen de Adri retorciéndose de placer como una serpiente, mientras él introducía el dedo de nuevo y lo sacaba, muy muy lento.
—Me estás matando…—susurraba ella.
SeokJin bajó la cabeza, mientras continuaba con su dedo en el interior de su chica. Se puso de rodillas y acercó a Adri al filo del colchón. Saboreó el botón, siguiendo el ritmo que llevaba anteriormente. Despacio. Muy despacio.
—Estoy a punto, SeokJin…
Él retiró el dedo y dejó de atormentarla. Se puso de pie y la miró divertido.
—¿Qué te hace tanta gracia? —preguntó ella.
—Estoy pensando que no sé si dejarte así…
—No te atreverás…
—¿No? —SeokJin giró la cabeza, entrecerrando los ojos—. Pues suplica…
—Por favor, SeokJin…
—No estás siendo muy convincente, Dorothy…
Adri se incorporó, se puso de rodillas en la cama.
—Ni se te ocurra cerrar las piernas. Bien abiertas… —ordenó.
Ella abrió más las piernas y se acercó un poco más a él. SeokJin le retiró el pelo a un lado y la besó, mordiéndole el labio inferior a su paso.
Adri dirigió sus manos al miembro del hombre, que siseó con el contacto.
—Tienes las manos congeladas…
—Será lo único que tengo congelado… —sonrió.
Siguió con sus atenciones a su chico, acariciando su miembro una y otra vez.
Cuando él ya estaba a punto de acabar, le retiró las manos y se las puso a la espalda. La miró. La visión de ella a su merced lo puso más cachondo si cabe. Ella comprendió lo que se estaba imaginando.
—¿Te gustaría?
—No voy a hacer nada que tú no quieras…
—Pero te gustaría, ¿verdad?
—La pregunta es, ¿te gustaría a ti?
—Sería la primera vez, y creo que sí…
SeokJin gruñó y escribió una nota mental para comprar lazos de seda.
Tumbó a Adri en la cama y se colocó entre sus muslos. La miró a los ojos, y comprendió por fin que debía cambiar muchas cosas para estar con ella, delegar en Park y DaEun, pero no podía perderla de nuevo.
Embistió a Adri, esta vez menos agresivo. Procuró decirle con los ojos, lo que no le diría con palabras. Al menos no aún.
Adri estaba alucinada. Le encantaba esa faceta de SeokJin, que apenas estaba empezando a conocer. Y es que ella no había disfrutado el sexo de aquella manera. Nunca. El tacto de SeokJin, de ofrecerle, preguntándole si estaría dispuesta, le hacía pensar que quizás sentía —como ella— algo más, que no sólo era sexo.
Y estaba expectante por experimentar con él. Le encantaba provocarlo y ver su reacción.
Cayeron agotados, SeokJin encima de Adri. Se apartó un poco para no aplastarla con el peso y besó su vientre antes de colocar su cabeza en aquella zona.
—Gracias.
—¿Por qué? —preguntó ella sorprendida.
—Por aparecer…
Ella sonrió y ambos se quedaron dormidos.
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