Ecos del Pasado 1/2

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Las luces de la comisaría nunca se apagaban del todo, y esa noche parecían más brillantes e implacables que nunca. Castiel Sinclair se sentía atrapado en un torbellino de recuerdos y miedos, mientras el expediente de Jonathan Reese descansaba, ominoso, sobre la mesa. Las similitudes entre los crímenes de Reese y los actuales eran perturbadoras, pero había diferencias sutiles, retorcidas.

Convocó a Thompson y al equipo principal de detectives para una reunión de emergencia. Las caras cansadas y preocupadas que lo rodeaban reflejaban la tensión del momento.

-He encontrado algo -dijo Castiel, sin preámbulos-. Jonathan Reese. Capturé a este hombre hace años. Los crímenes actuales tienen una similitud inquietante con los suyos, pero con variaciones... más personales.

El silencio en la sala era denso. Thompson fue el primero en hablar.

-¿Reese no estaba en prisión? -preguntó, sus cejas fruncidas en una mezcla de incredulidad y preocupación.

-Sí, y debería seguir allí -respondió Castiel-. Pero no puedo ignorar la posibilidad de que alguien esté siguiendo sus pasos, o incluso que Reese haya encontrado una manera de influir desde el interior. Necesitamos investigar todas las posibilidades.

La noche se convirtió en una maratón de revisión de archivos y llamadas a instituciones penitenciarias. La confirmación llegó al amanecer: Jonathan Reese estaba, efectivamente, aún en prisión, bajo estricta vigilancia. Castiel sintió una mezcla de alivio y confusión. Si no era Reese, ¿quién podía ser?

De vuelta en su oficina, Castiel se sentó con Thompson. La sombra de la duda no los dejaba tranquilos.

-¿Y si hay alguien más? -musitó Castiel, sus ojos clavados en el expediente de Reese-. Alguien con acceso a los detalles de los crímenes de Reese. Alguien que tal vez quiera acabar con él por alguna razón personal.

Thompson asintió, comprendiendo la gravedad de la situación.

-Es posible que estemos buscando a un imitador. Alguien que admire a Reese o que tenga una vendetta personal -dijo, mientras anotaba las ideas en un cuaderno.

De repente, el teléfono de Castiel sonó, rompiendo la concentración del momento. La voz al otro lado era urgente y tensa.

-Detective Sinclair, tenemos un problema. Ha llegado un paquete dirigido a usted. Debería verlo de inmediato.

El corazón de Castiel se aceleró mientras se dirigía rápidamente hacia la sala de pruebas. El paquete estaba sellado de manera meticulosa, con una etiqueta que simplemente decía: "Para Castiel". La apertura reveló una caja dentro de otra caja, y en la última capa, algo que congeló la sangre de Castiel.

Intestinos humanos, dispuestos con un macabro cuidado, formaban una palabra: "Oscuridad". El olor nauseabundo llenó la sala, obligando a algunos a retroceder. Castiel, sin embargo, se mantuvo firme, su rostro endurecido por la determinación.

-Él está jugando con nosotros -dijo entre dientes, mientras Thompson trataba de no vomitar-. Está escalando su juego.

El análisis forense del contenido del paquete confirmó que pertenecían a la última víctima. Pero había algo más, una nota empapada en sangre, con una caligrafía elegante y retorcida.

"Tu oscuridad me pertenece, Castiel. Cada movimiento que haces, cada pensamiento que tienes, yo lo sé. La batalla no es solo contra mí, sino contra ti mismo. No puedes escapar de lo que eres."

Las palabras resonaron en su mente, tocando fibras profundas de miedo y rabia. El asesino no solo lo desafiaba, sino que buscaba quebrar su espíritu desde dentro. Castiel se sintió invadido, vulnerable de una manera que no había sentido en años.

Esa noche, a pesar del cansancio, el sueño era una tarea imposible. Cada vez que cerraba los ojos, las imágenes del video y las palabras de la nota lo asaltaban. Finalmente, el agotamiento lo venció, arrastrándolo hacia un sueño inquieto y perturbador.

Se encontraba de nuevo en la oscura habitación de sus pesadillas. La figura encapuchada estaba allí, como antes, pero esta vez se dirigió directamente a él. Los ojos del asesino brillaban con una locura inhumana, y su sonrisa era una mueca de pura maldad.

-¿Te gusta mi obra, Castiel? -la voz era un susurro envenenado-. Es un reflejo de tu propia oscuridad. No puedes huir de ella.

El asesino se abalanzó sobre él, y en ese instante, Castiel despertó, su respiración entrecortada y su cuerpo empapado en sudor. Se levantó, tambaleándose hacia el baño. Al mirarse en el espejo, vio su rostro pálido y demacrado. Pero esta vez, el reflejo le devolvió una mirada de determinación.

Sabía que debía encontrar respuestas. Convocó a Thompson y al equipo principal de detectives para una nueva reunión. Las caras cansadas y preocupadas que lo rodeaban reflejaban la tensión del momento.

Mientras revisaban el expediente de Reese y los nuevos datos, Castiel comenzó a notar detalles que antes había pasado por alto. Fragmentos de información que, de algún modo, siempre volvían a él. Eran pistas que apuntaban hacia alguien con un conocimiento íntimo de los crímenes, alguien que no solo los había estudiado, sino que también tenía acceso a información privilegiada.

A medida que avanzaba la noche, los recuerdos comenzaron a inundar la mente de Castiel. Fragmentos de conversaciones, imágenes borrosas de lugares que no recordaba haber visitado, y un nombre que susurraba en los rincones de su mente: "Oscuridad".

En un momento de claridad aterradora, Castiel comprendió la verdad: él era el asesino. Una parte de su mente, enterrada bajo capas de traumas y obsesiones, había tomado control. La dualidad dentro de él, el detective y el asesino, era una batalla constante, con la oscuridad ganando terreno poco a poco.

El descubrimiento lo dejó helado. No podía confiar en nadie, ni siquiera en sí mismo. Con el corazón latiendo con fuerza, se dio cuenta de que debía enfrentarse a su propia oscuridad, desentrañar los secretos de su mente fragmentada y encontrar una manera de detenerse antes de que fuera demasiado tarde.

Esa noche, Castiel se adentró en los archivos de su propio pasado, buscando cualquier indicio de la transformación que lo había llevado a convertirse en su propio enemigo. La lucha entre la luz y la oscuridad, entre el detective y el asesino, había comenzado.

Reflejo Oscuro: La Sombra Interior Donde viven las historias. Descúbrelo ahora