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Me levanto del banco y me alejo caminando entre los árboles del parque, arrastrando los pies como si estuviera sumida en un sueño febril.

Las imágenes de corazones rotos y relaciones fallidas se agolpaban en mi mente, mientras luchaba por mantener la calma en medio de la agitación interior.

"Me pregunto si alguna vez volveré a sentir la calidez de un abrazo, la dulzura de una sonrisa, o la felicidad de una carcajada sincera. Parece como si la tristeza me hubiera convertido en un ser inerte y sin emociones, incapaz de experimentar la alegría o la esperanza. Mis días transcurren en una especie de limbo sombrío, donde la luz se ha convertido en un recuerdo remoto. Mi mente se llena de pensamientos oscuros y pesimistas, como nubes cargadas de lluvia."

Me parecía que la noche se estaba volviendo más oscura, los árboles más altos y amenazadores, como si estuvieran reflejando mi angustia y abatimiento.

Me apoyé contra un árbol, cerrando los ojos con fuerza y abrazándome con desesperación, como si tratara de encontrar consuelo en el tronco frío y áspero.

Me detuve en medio del parque, rodeada por la oscuridad y el silencio. Mi corazón palpitaba con fuerza, como si estuviera gritándome para que lo encontrara. Pero en ese momento, no había nadie más que yo.

Me senté nuevamente, escondí el rostro entre las manos, y finalmente, dejé que las lágrimas salieran libres, perdiéndose en los sollozos que llenaron la noche.

"Mi alma se ha convertido en un paisaje desolado y solitario, donde sólo queda espacio para la tristeza y la desesperanza. Los días pasan y no parecen cambiar nada, y la noche continúa envolviéndome con su abrazo frío y opresivo. Ya no soy la persona que alguna vez fui, aquella que irradiaba felicidad y alegría. Ahora sólo quedo yo, con mi tormento interior y mi corazón roto. La tristeza ha teñido mi alma de dolor, y no veo escapatoria para este infierno que es mi vida."

Estaba agotada tanto física como emocionalmente, cansada de luchar contra las emociones tumultuosas que me sacudían. En lo más profundo de mi ser sabía que el desamor me había cambiado para siempre.

Todavía me preguntaba si algún día sería capaz de amarme a mi misma, tanto como había amado a los demás. Pero en ese momento, solo sentí el peso de mi propia soledad.

- Alex se secó las lágrimas y levantó la mirada hacia el cielo nocturno. Sabía que debería irse a casa y dejar que la noche la dejara tranquila un rato.
Dando un suspiro derrotado, se levantó del parque y comenzó a caminar hacia su apartamento en silencio. La oscuridad parecía seguirla fielmente cada paso que daba.-

El camino de regreso a casa se me hizo aún más largo debido a mi estado de ánimo abatido.

Camino lentamente, con los ojos puestos en el suelo y los pensamientos aún confundidos por los recuerdos del desamor.

Cuando por fin llegué a mi lugar, me detuve frente a mi puerta y luché con la llave, con la mano temblorosa.

Finalmente entré en mi apartamento, cerrando la puerta tras de mi con un suave clic.

El silencio del interior era asfixiante, pero al menos, estaba a salvo de los ojos del mundo. Me apoyé contra el respaldo de la puerta, dejando que la soledad envolviera mi alma destrozada nuevamente.

Me dirigí al baño, necesitaba sentir el agua caliente en mi piel.
Cuando entré en el baño, cerré la puerta tras de mi y me miré en el espejo. Mi reflejo me devolvió una mirada cansada y llena de tristeza. Los ojos hundidos y las ojeras marcan en mi rostro pálido y cansado.

"¿Por cuánto tiempo más voy a tener que soportar esto?" - Me pregunto a mi misma, con una voz interior llena de pesar. - "Me siento tan agotada, y las noches son tan largas y solas. ¿Cómo voy a seguir así?"

Mientras el vapor del agua caliente comienza a llenar el pequeño cuarto, miro mi reflejo en el espejo, tan familiar y desconocido al mismo tiempo.

Mis ojos están apagados, mi piel pálida y mis labios secos, todo un reflejo del agotamiento que siento por dentro.
Paso mis manos por mi pelo desaliñado y suelto un suspiro largo y derrotado.

Me quito la ropa lentamente, una pieza tras otra, y las dejo caer en el suelo sin ningún cuidado. A medida que mi piel queda expuesta, me miro en el espejo nuevamente, observando las marcas en mi cuerpo, los pequeños defectos y las cicatrices...

Una sensación de odio hacia mí misma se instala en mi interior, y me siento aún más agotada, aún más sola, aún más desesperada...

Después de un rato en la ducha, cojo el jabón y empiezo a friccionar mi piel con movimientos mecánicos, como si estuviera tratando de alejar la suciedad interior. Pero por mucho jabón y agua que use, no puedo quitarme la apatía y la desolación que siento en mi alma.

Las lágrimas comienzan a mezclarse con el agua caliente, deslizándose en silencio por mi cara.

Mientras cierro el agua y salgo de la ducha, me froto con una toalla, evitando mirarme en el espejo otra vez. Sé cómo debo parecer ahora, pequeña y pálida, con la mirada perdida y el corazón destrozado.

Envuelta en la toalla y con el pelo mojado, vuelvo al dormitorio, donde la cama espera, vacía y solitaria.

Me siento en el borde de la cama, todavía con la toalla puesta, y me quedo mirando fijamente la oscuridad de la habitación. Tengo miedo de acostarme, temor de quedarme sola con mis pensamientos y mis demonios.

Por un momento, me pregunto si habrá alguien ahí fuera en el mundo que pueda comprenderme, que pueda compartir mi sufrimiento, pero rápidamente ahogo ese pensamiento. Soy sola, lo he sido siempre y seguramente moriré así…

Pájaro De Alas Rotas (Poesía)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora