Era un día soleado en la escuela primaria de Ran. La clase había terminado y los niños corrían hacia el patio para disfrutar del recreo. Ran, con su energía habitual, se unió a sus amigos para jugar al fútbol. Mientras corría tras la pelota, notó a un niño nuevo, sentado solo en un banco, observando a los demás con una expresión triste.
Curioso, Ran se acercó al niño. "Hola, soy Ran. ¿Quieres jugar con nosotros?" preguntó con una sonrisa amigable.
El niño levantó la vista, un poco sorprendido. "Hola, soy Kakucho," respondió tímidamente. "No sé si soy bueno en el fútbol."
"¡No importa! Solo estamos jugando por diversión. Ven, te enseñaré," insistió Ran, extendiendo su mano.
Kakucho dudó por un momento, pero la amabilidad de Ran lo convenció. Se levantó y se unió al juego. Aunque al principio estaba nervioso, pronto se relajó y empezó a disfrutar, riendo junto a los demás niños.
Después de un rato, se sentaron a descansar. "Eres muy bueno, Kakucho. ¿De dónde vienes?" preguntó Ran, curioso.
"Nos acabamos de mudar aquí," respondió Kakucho. "Es difícil hacer nuevos amigos."
"Bueno, ahora tienes uno," dijo Ran con una sonrisa. "¿Tienes hermanos?"
Kakucho negó con la cabeza. "No, soy hijo único. ¿Tú tienes hermanos?"
Ran asintió con entusiasmo. "Sí, tengo dos hermanos menores, Rindou y Haru. Son gemelos y son muy divertidos. También tengo a mi mamá y a mi papá. Mi mamá, Takemichi, es muy comprensivo y siempre nos cuida mucho. Mi papá trabaja mucho, pero siempre encuentra tiempo para estar con nosotros."
Los ojos de Kakucho se llenaron de tristeza al escuchar a Ran hablar de su familia. "Tu familia suena genial," dijo en voz baja.
Ran notó la tristeza en la voz de su nuevo amigo. "¿Qué pasa con tu familia, Kakucho?" preguntó con suavidad.
Kakucho miró hacia otro lado, tratando de ocultar sus emociones. "No es como la tuya. Mis padres... no son tan amables. A veces, me tratan mal," dijo, levantando la manga de su camisa para mostrar unos moretones en su brazo.
Ran se quedó en silencio, horrorizado al ver las marcas. "Kakucho, eso está mal. Nadie debería tratarte así," dijo con firmeza. "¿Le has contado a alguien?"
Kakucho negó con la cabeza. "Tengo miedo de lo que podrían hacer si lo cuento."
Ran sintió una mezcla de tristeza y determinación. "Kakucho, tienes que decirle a alguien. Mi mamá siempre dice que no debemos guardar secretos que nos hacen daño. ¿Quieres que le cuente a mi mamá? Ella siempre sabe qué hacer."
Kakucho dudó, pero luego asintió. "Sí, Ran. Confío en ti."
Esa tarde, Ran y Kakucho fueron juntos a la casa de Ran. Al llegar, Takemichi los recibió con una sonrisa. "¡Hola, Ran! ¿Quién es tu amigo?" preguntó, viendo a Kakucho detrás de Ran.
"Hola, mamá. Este es Kakucho. Tiene algo importante que contarte," dijo Ran, llevando a Kakucho al interior de la casa.
Takemichi se arrodilló para estar a la altura de Kakucho. "Hola, Kakucho. Puedes contarme lo que necesites, estoy aquí para ayudarte," dijo con una voz suave y comprensiva.
Kakucho, aunque nervioso, comenzó a contarle a Takemichi sobre su situación en casa, mostrando los moretones. Takemichi lo escuchó con atención, sin interrumpir, y luego lo abrazó con suavidad. "Lamento mucho que estés pasando por esto, Kakucho. Vamos a encontrar una solución. No estás solo," dijo con firmeza.
Esa noche, Takemichi llamó a las autoridades competentes y explicó la situación de Kakucho. Tomaron las medidas necesarias para asegurarse de que Kakucho estuviera a salvo. Mientras tanto, Takemichi y Mikey ofrecieron su hogar como refugio temporal para Kakucho hasta que las autoridades encontraran una solución permanente.
A lo largo de los días siguientes, Kakucho se quedó con la familia de Ran. Descubrió lo que era vivir en un hogar lleno de amor y comprensión. Los gemelos, Rindou y Haru, lo aceptaron como uno más de la familia, y Mikey se aseguró de que Kakucho sintiera su apoyo y protección.
Una noche, mientras cenaban, Kakucho miró a Ran y a su familia con gratitud. "Gracias por todo. Nunca había sentido algo así antes," dijo con lágrimas en los ojos.
Takemichi sonrió y le apretó suavemente la mano. "Eres parte de nuestra familia ahora, Kakucho. Siempre estaremos aquí para ti."
Ran, sintiéndose orgulloso de haber ayudado a su amigo, miró a Kakucho y sonrió. "Siempre serás mi amigo, Kakucho. Juntos, somos más fuertes."
Kakucho, por primera vez en mucho tiempo, sintió esperanza. Había encontrado una familia que lo cuidaba y amigos que lo apoyaban. Aunque sabía que el camino hacia la recuperación sería largo, no lo recorrería solo.
ESTÁS LEYENDO
Dare Todo Por Ti
FanfictionEn un mundo donde las leyes son solo una sugerencia para aquellos en el poder, Takemichi, un omega de apenas 16 años, se encuentra en una situación desgarradora: vendido al jefe de la mafia más temido y poderoso. Obligado a enfrentar una realidad to...