Cap 1- Une niñe y sus hermanos

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Llanto, miedo y desesperación, es lo único que puedo sentir mientras soy golpeade, sin saber cómo reaccionar, pues es la primera vez que alguien tan cercano a mí me pone las manos encima, hasta que, de repente, suena el despertador. El mismo sueño repitiéndose una y otra vez, el mismo trauma que me persigue sin que pueda hacer algo al respecto, solo cerrar los ojos y esperar a que mi padre termine de golpearme, a mí y a mis hermanos. Aún soy capaz de recordar a detalle cómo fue la primera vez, cómo me abofeteaba, cómo me levantó del cuello de la camisa para estamparme contra el sofá y comenzar a ahogarme con sus manos... yo solo tenía dos años.

-Félix, levántate ya, vas a llegar tarde al instituto.

Me limito a obedecer a mi madre, pero lo que en verdad quiero hacer es volver a cerrar los ojos y morir, desvanecer para no tener que volver a rememorar ese recuerdo, pero como aún me queda bastante para que llegue ese momento, me levanto de mi cama y pienso en todo lo que puedo hacer hoy para tener un día más o menos productivo, pero de nada me sirve si siempre tengo que seguir el mismo patrón: me despierto, me levanto, me visto, desayuno, despierto a mi hermano pequeño... Nicolás. ¡Mierda! Si no me doy prisa el metro se irá sin nosotres.

-Vamos, Nico, se nos hace tarde para ir al instituto.

-Mm... tú tienes que ir al instituto, pero yo la escuela la empiezo una hora después.

-Qué pena, pensaba que hoy querías desayunar brownies.

-¡Ya estoy despierto!

Lo de los brownies no es al cien por cien una mentira, ya que al final tuve que prometerle al niño que mañana me levantaré más temprano para prepararlos. Al menos el engaño ha funcionado, aunque no es después de algunos gritos de parte de mis padres que por fin salimos de casa para ir al metro, y de ahí, a la escuela de mi hermano. Ese colegio es horrible, Nico siempre vuelve con algún moretón. Puedo deducir que algunos niños se meten con él por su personalidad tan afeminada, ya que es un chico y ese tipo de comportamiento no está muy bien visto, al menos no por la zona. Pero no solo son los niños le hacen burla, los profesores también están involucrados. Siempre que les pregunto al respecto dicen: "No, aquí no pasa nada de eso, tu hermano está bien en esta escuela" o: "no te preocupes, nosotros lo cuidamos". Ya he intentado de todo para que hagan algo al respecto, pero se ve que la palabra de une adolescente no la toman en serio, para ellos solo es importante el dinero que consiguen gracias a las familias con un poco más de prestigio, colectivo al que pertenecen los niños que acosan a mi hermano. Siempre pienso que dicen lo mismo en cada una de sus reuniones: "¿Para qué preocuparse de los niños que son agredidos si no nos aporta nada a nivel económico?" O "¿Por qué íbamos a despedir a un profesor que tiene dos multas por acosar a sus alumnas? ¡Eso es mucho papeleo!" Tampoco sería una sorpresa que fuera así, ya me ha quedado más que claro que en esta sociedad egocéntrica, egoísta, repetitiva y autodestructiva no hay muchos que les tiendan la mano a los más necesitados, que los que tienen el poder de decidir si ayudar o no, están demasiado ocupados regocijándose en su dinero, su estatus social, su ropa de marca y sus carísimos coches que solo tienen de exhibición, para fardar de todo el dinero que tienen. Por eso mismo es que no voy a quedarme quiete a esperar un milagro que nunca va a ocurrir, en su lugar voy a actuar por mi cuenta. Puede salir mal, una catástrofe, pero es mejor que quedarme sentade sin hacer nada. Mi plan es ir directamente a hablar con el director, el pez gordo. ¡Ja! Se le va a caer el poco pelo que le queda cuando me vea la cara, pero por el momento me tengo que conformar con solo enfrentarme al mar de personas que me impide estar tranquile en el metro, pues está tan lleno que es cosa de codazos y empujones que consigo llegar a mi instituto, aunque algo tarde por algunos problemas que me surgieron por el camino: -¡qué te como el tigre!- Maldito viejo verde... como lo vuelva a ver no dudaré en llamar a la policía. No, primero le golpearé en la cara y después llamaré a la policía, ya me estoy imaginando la escena: "tía buena, que te como el tigre" me acerco a él y, ¡zas! Le doy tal golpe que le quito la dentadura postiza que lleva. Es un buen escenario ficticio de cómo arruinarle el día a ese señor, en caso de que me lo vuelva a encontrar, pero tengo que dejarlo a un lado para entrar clase, ya a segunda hora, ya que no me han dejado entrar a primera por la tardanza. Cuando entro todo está bastante alborotado, es lo que pasa cuando no hay porfesor en el cambio de clase, pero el ruido deja de importar cuando veo que se me acerca mi amiga, la misma con la que he pasado todas mis etapas.

Las vueltas que da la vida Donde viven las historias. Descúbrelo ahora