Cap 5- Comida

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Qué difíciles son los lunes a primera hora, en cima matemática y después física y Química. Casi prefiero seguir castigade y no poder salir después de la escuela, a esto -aunque aún tendría la obligación de ir a clase-. Al menos esas dos semanas de castigo las he podido aprovechar para concentrarme un poco más en mi dieta, la cual consiste en comer menos, hacer ejercicio y a veces ayunar por todo un día. Toda esta rutina me la he inventado yo, en internet no dan métodos tan efectivos para bajar de peso y necesitaba algo rápido, aunque suelo pasar hambre la mayoría del tiempo, pero eso es un sacrificio que todo el mundo pasa cuando está a dieta, al menos así dice mi madre, tal vez con otras palabras: "para lucir, hay que sufrir". Toda una poeta, sin duda. No es fácil seguir el ritmo de la dieta, pero poco a poco te vas acostumbrando, o eso es lo que quiero creer, porque yo ya llevo un tiempo así y no me acostumbro a tener hambre todo el rato, pero supongo que es cuestión de tiempo, mucho más del que llevo. Con un poco más de tiempo seguro que me acostumbro, tampoco le voy a dar muchas más vueltas. Cuando acaba la primera hora, es cuando Alex se acerca a mí para hablar, pero esta vez no tiene buena cara, parece preocupada. "Estás adelgazando mucho", "deberías comer más", "estás muy delgade", "no te recordaba así". Alex me dice, pero yo creo que está exagerando, después de todo solo es una dieta y un poco de deporte, eso nunca ha sido dañino para el ser humano. Su ceño fruncido de preocupación, su sonrisa caída, sus ojos reflejando tristeza, su tono de voz sugerente, para intentar que cambie de idea con lo de la dieta. Verla tan preocupada por algo que no es importante me hace sentir remordimiento. Es como un conflicto intento, donde tengo que elegir entre seguir con la dieta para sentirme bien conmigo misme, pero dejar a Alex preocupada o dejar la dieta atrás y hacerle sentir a mi amiga que estoy bien -me parece innecesario cuando se preocupan por mí, ni que fuera algún famoso o alguien importante-. No pudimos hablar mucho más del tema antes de que llegara la profesora de Física y Química, pero aun sin hablarlo, no puedo dejar de pensar en lo que Alex me dijo. Que me vea muy delgade lo veo como algo bueno, tal vez ahora pueda relajarme un poco con la dieta. De todos modos, las palabras de mi amiga no son lo que más me ha afectado de todo esto, sino lo preocupada que se ve, como si estuviera enferme. Tal vez ella está exagerando o yo me estoy equivocando respecto su preocupación -vete tú a saber qué pasa por la cabeza de esa chica-. Por muy absurdo que parezca, así paso segunda y tercera hora, preocupade por la preocupación de Alex, hasta que llega la hora del almuerzo y tenemos tiempo de hablar y aclarar el tema, escondides en la biblioteca.
-Estoy bien, solo es una dieta.
-Félix, estás más delgade que nunca.
-Es lo que tienen las dietas, ¿no? Que adelgazas.
-Ya, pero tú lo has hecho a un nivel preocupante, se te ve incluso más pálido y demacrado. Tienes que ponerle fin a esto.
-Me relajaré con la dieta.
Así quedamos mi amiga y yo, el problema es que no sé qué tan capaz voy a ser de cumplir mi promesa. No es que no quiera hacerlo, es que no sé si puedo. Ahora mismo siento un gran rechazo por la comida y siento que se me dificulta mucho comer lo mínimo: una lata de atún, un poco de lechuga, pollo. Ya estoy tan acostumbrade a no comer nada que todo eso se me hace mucho. Alex quiso ayudarme dándome un poco de su almuerzo, pero no pude, al ver el fiambre dentro del pan me congelé y no pude evitar intentar calcular cuantas calorías y grasas saturadas tiene, negándome por completo a comerlo. Por suerte no tuve que explicarle mucho a mi amiga, antes de que se diera cuenta de mi cara de horror dejara de intentar que comiera de su almuerzo. No quise ser malagradecide o grosere poniendo esa cara, pero no supe reaccionar de otra forma. Alex fue muy compresiva y no insistió más en que comería algo, sentí un gran cariño y agradecimiento hacia ella por eso. La quiero mucho, aunque a veces peleemos, es como otra hermana, solo que con ella sí me puedo besar en las fiestas, cuando nos pasamos de copas. Este intento de que comiera de su almuerzo solo se quedó en eso, un intento. Por supuesto, Alex no se iba a rendir así de fácil, es una luchadora de primeras y mi cabezona favorita, así que tuvo la idea de quedarse a comer a mi casa para, según ella, ayudarme a comer. No podría estar más agradecide con mi amiga por querer ayudarme, pero siento que va a terminar siendo todo muy intenso, aunque al menos Nico está feliz de que le recójanos les dos de la escuela. Nada más llegamos a la casa de mis padres, como de costumbre, me encargo yo de hacer la comida -no me quejo, me gusta mucho cocinar, considero que es mi lenguaje del amor-. A mi hermano no le queremos involucrar en todo este tema de la comida, por lo que intentamos disimular que no pasa nada, mientras hago un esfuerzo por comer los macarrones con tomate que he preparado y Alex me da apoyo moral como puede. Al final pude comer un poco, pero no me terminé el plato, dejé como la mitad, pero al menos es un avance. Por suerte Elena hoy ha llegado temprano a casa, por lo que me puedo ir a nuestra habitación con Alex, mientras que mi hermana y Nico están en la sala de estar. Siento como si me estuviera faltando el aire, como el calor del miedo recorre mi cuerpo. -otra vez no- Han sido muchas calorías, no debería de haber comido tanto, eso fue mucha comida, más de la que estoy acostumbrade. Es lo único que pasa por mi cabeza, las calorías, la grasa, el azúcar, que no debería de haber comido esa cantidad de comida. Como no es la primera vez que mi amiga me ve así de ansiose y ya está acostumbrada, no se altera por mi estado, sino que me ayuda, intenta tranquilizarme. "Has comido poco, para lo que se debería, no vas a engordar por eso", "la ingesta de calorías ha sido muy poca, son solo unos pocos macarrones con tomate, no una hamburguesa con doble de todo y patatas fritas incluidas". Nunca pensé que estas palabras me terminarían tranquilizando en un ataque de ansiedad, tal vez debería ir al médico o a algún sitio donde me puedan ayudar con esto, aunque sea solo para no preocupar más a Alex. Gracias a ella he comido, ahora me falta la cena, lo cual va a ser más complicado, pues va a estar mi padre en casa y me voy a sentir menos a salvo que nunca. Mi amiga tuvo la idea de que necesito meditar para así poder prepararme mentalmente para estar con mi padre y sentirme lo suficientemente tranquile como para poder cenar, pero después de media hora de música de meditación, solo sentíamos sueño, creo que Alex incluso se ha dormido, ya no la escucho quejarse de que no encuentra una postura cómoda.
-Esto es inútil -intento hablarle a mi amiga para ver si en verda se ha dormido. Para sorpresa de nadie, sí, está durmiendo -¡Alex!
-No me despiertes, por fin había encontrado una buena postura. -su voz adormilada.
-Se supone que el que tiene que encontrar paz soy yo.
-No puedo hacer nada si la meditación no hace efecto en ti.
-Tú no, pero yo tengo una alternativa.
Les dos salimos de la casa de mis padres y nos dirigimos al descampado, con Sable, no sin antes llevar comida y bebida para él. Es la primera vez que Alex ve al lobo, pero, al igual que con Nico, no tardan en hacerse amigos. Jugar con Sable a lanzarle un palo o cualquier cosa que me encuentro por el suelo, es lo que más me ha dado paz hasta ahora. Correr con él, revolcarme en césped y jugar a las peleas, me hace sentir libre, como un animal salvaje. Estuvimos horas jugando y riendo, haciendo que me olvide de todo lo que estaba pasando en mi vida: mis problemas con mi padre, que ahora en mi instituto saben de mi nombre muerto, que me da pánico comer, mis inseguridades físicas, la responsabilidad de cuidar a mi hermano. Ahora nada de eso importa, solo somos Alex, Sable y yo, sin responsabilidades ni preocupaciones, mas que jugar y mancharnos de tierra y césped. Tuve que darle fin a este sentimiento de libertad cuando vi la puesta de sol, la señala de que mis padres estarán pronto en casa. Por suerte a mi amiga también le dieron permiso para quedarse a dormir, por lo que, una vez nos aseguramos de que Sable vuelve a estar seguro en su jaula y volvimos a la casa de mis padres, me pudo hacer compañía en la cena. Es un momento algo tenso, ya que estamos todos callados, porque ninguno de mis hermanos quiere hablar delante de él por miedo a que empiece a gritar por lo que sea, Alex ni siquiera lo conoce, más allá de lo que le he contado de él -todas mis malas experiencias bajo su cuidado- y yo estoy concentrade en mi plato, intentando no alterarme por la cantidad y calculando cuánto me voy a comer. Mi amiga, al estar más pendiente de mí que de otra cosa, se dio cuenta de que estoy analizando mucho mi plato -que no sea porque no paro de mirarlo fijamente-, por lo que me agarra la mano para darme apoyo. Sé que mi padre no tiene nada en contra hacia el colectivo LGTBIQ+, así que no me preocupa que nos vea a Alex y a mí de la mano. Gracias a la ayuda de mi amiga y el momento salvaje y de libertad que tuvimos hace un rato con Sable, pude mantenerme más o menos tranquile y cenar algo sin cuestionarme cuantas calorías estoy comiendo y como puedo quemarlas más adelante. Después de la cena fue todo cuesta arriba, ya que mi madre llegó a casa y pudo mantener al señor que dice ser mi padre tranquilo y pudimos ir mis hermanos y yo a nuestra habitación, junto a Alex, para jugar a algunos juegos de mesa antiguos que mis padres conservan porque les da pena tirarlos. Hubo risas y rivalidades de por medio, pero al final del día pude sentirme bien en donde estoy y con quien estoy. Eso sí, mejor se sintió mi amiga cuando descubrió que íbamos a dormir en la misma cama y no en habitaciones separadas, como se ha hecho siempre cuando venía a la casa de mis padres a pasar la noche. Aunque compartimos habitación con Nico y Elena, es un avance para que nos dejen dormir les dos soles. Alex y yo dormimos abrazades la una a le otre, ya que sino, no cabíamos en mi cama. Fue una noche calurosa por eso, pero no es una queja, el tacto suave y blando de mi amiga me hizo sentir bien, por lo que el calor era totalmente secundario. El problema empieza por la mañana, pues, aunque Nico ha decidido que empezará a levantarse y prepararse para ir a la escuela él solo, para que yo no tuviera tanta prisa, sigo teniendo dificultades con el desayuno, ya que no quiero desayunar -bueno, no puedo, mi yo interne no me lo permite-. No quiero que se note mi malestar, pero Alex ya me tiene más que fichade con esto de la comida, por lo que agarra su desayuno y el mío -un café y unas tostadas- y se los lleva a fuera, en una bandeja grande. Entiendo su juego, quiere alejarme de mis hermanos para poder tranquilizadme y que me dé menos ansiedad desayunar, ¿pero hacía falta irse tan lejos? Al parecer para mi amiga sí, porque me hizo perseguirla hasta el descampado. Donde se detiene justo al lado de Sable y abre su jaula, apoyando la bandeja con nuestros desayunos en una losa de piedra para tener las manos libres y poder abrir su jaula. El lobo corre directo hacia mí, tirándome al suelo una vez me alcanza y golpeándome con su rabo inquieto. Tuve que poner mucha resistencia para que no me aplastara por completo -poco más y se tumba encima de mí, como si fuera su cama-. Una vez logro quitármelo de encima, veo a Alex con una sonrisa de oreja a oreja, victoriosa y me explica que me ha traído aquí porque sabe que este es una especie de lugar seguro para mí, según ella, y que cuanto más cómode y segure me sienta, mejor voy a poder gestionar mi culpa y mi ansiedad cuando como -en verdad no es mala idea-. Cuando me levanto del suelo para acercarme a la bandeja y desayunar, mi amiga me roba la tostada, casi riéndose de mí. Es como un juego infantil, del cual nunca me voy a cansar. Menos mal que estamos a solas, si no me estuviera muriendo de la vergüenza, al Alex intentar darme de comer utilizando el truco del avión, como si tuviera dos años, aunque en el fondo me parece divertido, por lo que le sigo el juego y abro la boca para dejar que me dé de comer. Al principio va lenta, pero en el momento menos esperado, me mete toda la tostada de golpe en la boca. Son todo risas para mi amiga mientras me quito todo el pan de la boca y le doy un mordisco. Al menos su plan ha funcionado, estoy desayunando, aunque solo pude comer media tostada y un poco de café, pero al menos es algo. También estuvimos jugando con Sable por unos minutos, ya que no podemos tardar mucho en volver a la casa de mis padres o tendremos un problema con ellos si despiertan y ven que no estamos, además de que tenemos que ir al instituto. Al volver, Nico, corre hacia mí y salta para subirse encima de mí -ya van dos en una hora, ¿tengo aspecto de cama o qué?-. Intento cargar con él, pero esos tiempos terminaron cuando cumplió los siete años. Una vez me separo del niño, mi atención se dirige hacia Alex, quien me mete algo de prisa para salir de casa e ir al instituto, pues no quiere encontrarse con mis padres. Es motivo suficiente para que agarre a Nico de la mano y lo arrastre conmigo y con mi amiga, dejando a Elena en casa porque va muy por su lado y sabe que si se va ya tendrá que esperar un cuarto de hora, de pie, al metro. Por suerte la espera no se nos hizo mucho, ya que mi hermano nos entretuvo con juegos de cantar y dar palmadas. Nos enseñó las canciones nuevas, las cuales tienen menos sentido que las antiguas, las de toda la vida, pero al menos no se ha perdido la costumbre. Así hasta que llegamos a nuestra parada y dejamos a Nicolás en su escuela. Esta vez se me acerca su profesora para hablar sobre su rendimiento y nuestra situación en casa, pues dice que, aunque mi hermano saque buenas notas, ve unas reacciones y un comportamiento en él que no son normales en un niño de su edad, como que se asuste con cualquier mínimo golpe o ruido fuerte o que se proteja con los brazos cuando alguien levanta la mano cerca de él. Por supuesto, el responsable no puede ser otro que mi padre, pero no puedo decirle eso, mi madre me mataría y me odiaría si acuso a su esposo de conductas violentas, por lo que me tengo que inventar cualquier excusa, en este caso, que Nico siempre ha sido un chico sensible, pero que no pasa nada en casa. Por suerte la profesora se lo cree, pero Alex, que sabe bien como es mi situación entre mis padres y mis hermanos, me regaña una vez salimos de la escuela Santa Cruz, diciendo que esa era mi oportunidad para librarme de mi padre. Para intentar calmarla, le explico que no podía hacerlo, por mi madre, pero ella solo se pone más histérica, queriendo que mande a esa señora a cuenca y que denuncie ya a mi padre, pero eso no va a poder, mi madre hace lo que puede para hacer que los castigos de su marido hacia mí y mis hermanos sean menos desagradable, trayéndonos algo de comida cuando nos castiga sin comer o haciendo que los castigos duren menos cuando ya llevamos un buen rato con el escarmiento, pero eso no le sirve a mi amiga, sigue molesta, yo diría que incluso más. No seguimos discutiendo por mucho más tiempo, pues después del incidente de mi nombre muerto, Alex y yo creamos una regla entre nosotres: no discutir temas privados en el instituto. Es complicado convivir como normalmente lo hacemos cuando se aplica esta norma, sí, pero no pienso arriesgarme a que se difunda cualquier otra información privada, sea de Alex o mía. Nos pasamos desde primera hasta tercera hora sin casi hablarnos porque aún tenemos que resolver la pelea de antes, hasta que podemos reunirnos con Andruan en la hora del almuerzo. El chico tampoco ayuda mucho en este caso, pero al menos podemos hablar los tres de otra cosa que no sea mi discusión con mi amiga. Al menos ha sido un raro agradable, quitando que Andruan se ha pasado todo el patio molestándome continuamente para que le diga por qué Alex y yo no estamos tan juntes como de normal y que no ha parado de pellizcarme e intentar hacerme cosquillas hasta que le he empujado y de ahí nos hemos dado algunos golpes -en una pelea inofensiva entre persona no binaria y hombre con complejo de boxeador lesionado-. Aunque nos molestamos y peleamos, no me enfado con él, pues entiendo que se preocupe por Alex y quiera saber lo que nos pasa. Tampoco quiero hacerle sentir que lo estamos dejando de lado, pero simplemente aún no confío en él lo suficiente como para contarle estas cosas. No sé si es por suerte o por desgracia, pero Gael viene justo cuando le iba a dar otro golpe al chico, en modo de defensa en la pelea amistosa que estamos teniendo. Nos separa el uno de le otre y me lleva con él para que le cuente lo que ha pasado. Intento guardar la calma, pensar que no pasa nada malo y entre nosotros y que no lo he decepcionado.
-Era solo una pelea amistosa, tranquilo -intento sonar convincente, pero me falla el temblor al hablar.
-Félix, sea amistosa o no la pelea, no está bien pelearte así con un amigo.
-Él no es mi amigo, solo un conocido que me cae un poco bien. Además, él empezó invadiendo mi espacio personal.
-Y yo que voy a hacer con este niñe... -suspira y habla como si fuera mi padre y tuviera que hacerse cargo de mí.
-No daré más problemas, mantendré la distancia para no crear otra pelea la próxima vez.

Las vueltas que da la vida Donde viven las historias. Descúbrelo ahora