Capítulo 2. Es culpa de Cupido.

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—Lalisa, ¿quieres que te lleve sí o no?

—Sí madre, dos segundos más— termino de poner mi almuerzo en mi mochila, rectifiqué una última vez que llevara todo en orden y que no olvidara nada.

Acomodé mi uniforme una última vez y salí a con mi madre, que ya estaba esperado en el auto. Hoy era el primer día de mi último año de instituto, solo un año más y saldría de país, sería una mujer independiente.

—Lalisa, acomoda bien esa corbata y baja un poco más tu falda, por favor.— dijo cuando cerré la puerta del coche, solo asentí y realicé lo que me pidió, se fue sin siquiera despedirse.

Sujeto bien mi mochila y volteo para caminar a la entrada. Subí nuevamente mi falda y solté mi corbata un poco, otro poco y me ahorcaba yo misma.

—¡Lisa!— volteo ante el llamado de mi nombre y era ella.

—¡Jisoo!— corrió desde el otro lado de la calle y se estrelló contra mí para abrazarme, con tanta fuerza, que casi nos tira.

—Te extrañé muchísimo— dijo cuando nos separamos.

—Yo también Unnie, kakao con un mensaje tuyo cada semana no es lo mismo que salir contigo, dime, ¿ese campamento fue mejor que yo?

—Sí, definitivamente, y perdón, pero te lo dije, no había mucha señal.

—Mi mejor amiga me cambia por un campamento lleno de mosquitos, actividades infantiles y alejada de la sociedad.— llevé una mano a mi pecho para dramatizar.

—Era el último al que iba a poder ir antes de irnos a la universidad Lisa, entiéndeme.— puso una cara sería siguiéndome el juego, ella definitivamente iba a ser una gran actriz.— ¿y recuerdas de la chica que te conté que conocí el último día?— asentí— platicamos todo el camino de regreso en el autobús, era muy amable, pero olvidé pedirle alguna red social. Solo sé que se llama Rosé, ni siquiera le pregunté si vivía por aquí para salir las tres. Ahora estará en mi memoria.

—Eres mala conmigo, como siempre y aparte casi me cambias por una rubia, mal ahí.— esta vez Jisoo la abrazó nuevamente, ellas eran así, dándose mimos y abrazos y después peleándose y burlándose entre ellas, una manera rara de demostrarse lo mucho que se amaban.

—Suéltame pollo, ya no te quiero.— Dije para seguir jugando.

—Sí, suéltala— escuché cómo una tercera voz se unió a nosotras, interrumpiéndonos. Nos soltamos y era ella, Kim Hyung-seo, desde que salí del clóset y toda la escuela se había enterado, ella me había estado persiguiendo.

La primera vez que me acorraló, pensé que me iba a dar un buen golpe, después de todo, las personas LGBT no somos bien vistas en Corea, lo que me esperaba cuando mi secreto fue revelado era bullying, del bueno.

Pero no, al parecer, gustarle a la abeja reina de la escuela había evitado malos ratos para mí, ya que en vez de golpearme intentó besarme.

Me pude apartar, mi primer beso no iba a ser para una creída. Porque era linda, pero tenía un carácter de los mil demonios.

Desde ese día me convertí en una especie de girl crush en el instituto, lejos de agradarme, era todo lo contrario, no me gustaba ser el centro de atención por donde pasara. Chicas siempre llegaban con alguna bebida o algo de comer, era desesperante tener que rechazarlas a todas.

La única que al parecer no estaba loca por mí era Jisoo, cuando nos conocimos, básicamente me dijo que no me preocupara, que era 100 por 100 heterosexual y que no le interesaba en absoluto, a partir de ahí nos volvimos inseparables.

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