Hace algún par de millones de años un joven de cabellos oscuros cuestionaba las razones y límites de su naturaleza, la luz de la luna iluminaba débilmente las copas de los árboles que cobijaban el bosque, el viento susurraba dulces secretos a las hojas de los árboles y éstas respondían con un calmado bullicio. ¿Alguna vez sería capaz de amar a alguien? ¿Un demonio podía sentir tan desgarradoras sensaciones? ¿Haría lo que fuera por ese ser? ¿Renunciaría a todo por él?
Si tan sólo aquel joven demonio pudiese hablar con una versión mayor de sí mismo encontraría una respuesta a sus incesantes preguntas que podrían llegar a cuestionar el origen del universo, las leyes que lo regulan y determinan lo que es posible y lo que no.
Una aparente solución hizo su inesperada aparición un día lluvioso, las gotas que caían en un ritmo constante y preciso, las nubes de un gris abrumador que parecían adoptar la forma de todo lo que veían, le susurraron al oído.
Sebastian sonrió, pasando la página del libro frente a él, era el primer tomo de aquel inexperto autor con millones de preguntas por contestar; cerró aquel libro y comenzó a escribir en una nueva página.
Comparto tu sentir, las preguntas prevalecen, la vida sigue, pero poco a poco provee las respuestas; se paciente, oh, pequeño demonio. Aprende a escuchar y las respuestas llegarán por sí mismas.
Terminar de escribir aquellas palabras lo hizo sentir una extraña sensación de libertad que sólo podía ser otorgada por el cierre de un largo ciclo.
Poco más tarde ese día se encontró a sí mismo divagando por el vasto bosque, sin un destino fijo, el camino estaba indefinido, y por primera vez fue libre. Aumentó el paso gradualmente hasta que llegó a un punto en el que los árboles que pasaba se veían como manchas de color, la mansión en llamas que antes creía lejana estaba ahora frente a él.
¿Qué hacía él en este lugar? La respuesta llegó a su mente como una magnífica revelación, sin embargo el lado lógico de su ser gritaba con fuerza.
"Bendita sea, el karma existe" Susurró, antes de entrar a la mansión en búsqueda de eso que lo había atraído con tanta fuerza: su destinado.
Pese a la grandeza del lugar fue fácil encontrar a aquel pequeño omega, atrapado en un círculo de fuego y con heridas graves que no parecían haber sido causadas por el fuego. Con cuidado levantó al pequeño en brazos y le dió un suave beso en la frente, intentando calmar sus instintos. Con un chasquido de sus dedos el fuego se disipó, los cadáveres desaparecieron y la mansión regresó a su estado original.
Pasaron un par de horas, en las que no hizo más que admirar al pequeño cachorro de humano que yacía en sus brazos, el destino ¿sería un pequeño niño haciendo jugarretas o un viejo karmático que encuentra placer en hacer que las personas se traguen su propio orgullo? Un pequeño sollozo lo distrajo de sus pensamientos.
"Cielo, buenos días ." Saludó con una sonrisa. "Buen'os 'ías" Contestó Ciel en medio de un pequeño bostezo "¿En dónde estoy? ¿Quién eres?" Cuestionó al inspeccionar los alrededores. "Mi nombre es Sebastian Michaelis, soy tu destinado. Nos encontramos en mi mansión." Respondió el mayor. El infante lo miró con incredulidad, encontrar a su destinado no era un suceso que lo ocurriera a él. "No soy Earl, te estás confundiendo de gemelo." Susurró.
Sebastian lo tomó en sus brazos, acarició sus cabellos con suavidad y juntó su frente con la de su pequeño omega. "No hay manera, escúchame bien, no hay manera de que te confunda con nadie más, no importa si tienes un gemelo idéntico, tu yo de otro universo; siempre sabré distinguirte."
Aquellas palabras irrumpieron en la mente de Ciel con gran fuerza, ocasionando el derrumbe de muros, la inundación de ciudades y los temblores en la tierra.
Los truenos siguieron a la tormenta.
Pero después de la tormenta llega la calma, la brisa.
Al día siguiente Ciel despertó con una nueva energía, observó a su destinado que leía un libro cerca de la ventana, su semblante reflejaba tranquilidad.
"¿Quieres una foto, pequeño? Estoy seguro de que podrías admirarla por más tiempo." Un suave sonrojo entintó las mejillas de Ciel "No soy pequeño, tengo dieciocho años." Protestó "Mmm-hmm, todo un cachorro." "T-tú ¿cuántos años tienes?" Cuestionó por fin "Veinte" Hice una pausa "Mil millones."
La respuesta pareció calmarlo.
"¿Qué es lo que preocupa esa pequeña cabecita tuya?" Ciel lo miró con sorpresa "Si somos destinados...en este momento ¿qué somos? ¿Qué relación tenemos?" Sebastian comprendió el origen de la preocupación de su jóven destinado. "Las etiquetas no son lo mío Ciel, nuestra relación no puede definirse tan fácil. En el poco tiempo que tengo de conocerte he llegado a amarte de una manera que jamás imaginé sería posible, los libros de romance mentían, lo siento aún mas intenso de lo que creí. Pero aún eres pequeño, no se ha presentado tu primer celo, no pienso hacer nada para lo que no estés listo y estoy dispuesto a esperarte, no importa cuánto tiempo tome."
....
Hola, buen día.
¿Cómo están? Espero se encuentren bien.
Lamento mucho haber tardado con la actualización (bueno, en realidad no cuenta como actualización ya que es una edición del primer capítulo).
¿Por qué estoy editando los capítulos?
Hay muchos errores de redacción, la trama no está bien planteada (por lo que no sabía como seguir la historia) y muchas cosas quedan sin resolver.
Los capítulos sin editar seguirán disponibles.
Saludos.
Mishiru-tan.
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𝚺𝛈𝛂𝚳𝛐𝛄𝛂𝛛𝛐 𝛛𝛜 𝛖𝛈 𝚮𝛖𝚳𝛂𝛈𝛐
Fanfiction¿LOS DEMONIOS SIENTEN AMOR? -ES LA PREGUNTA QUE NO DEJA DORMIR A SEBASTIAN