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Avanzo con paso firme entre los escombros que quedan de las calles de Tokio, mi traje de combate ajustado resaltando mi figura atlética mientras me enfrento a los kaijus que se interponen en mi camino. En la distancia, veo a Gen Narumi, el legendario séptimo capitán de la Primera División, desplegar su destreza contra el monstruo que amenaza la ciudad. Su cabello oscuro con una sección plateada siempre me ha llamado la atención, al igual que su reputación como el combatiente anti-kaiju más fuerte de Japón... No quiero quedarme atrás.
Me acerco con agilidad, observando cómo maneja su arma con una precisión que denota años de entrenamiento y experiencia. Aunque sé que está concentrado en la batalla, no puedo evitar una sonrisa juguetona bajo mi máscara respiratoria.
"Capitán Narumi", digo en tono desafiante mientras me coloco a su lado, mis ojos evaluando su postura y movimientos. "¿Sigues pensando que puedes manejar esto solo?"
Él se gira hacia mí, sus ojos rojos brillando detrás de la máscara. "Oh, ____", responde con una sonrisa leve que apenas puedo distinguir. "Creo que podría decir lo mismo de ti. Pero no me vendría mal algo de competencia."
La tensión entre nosotros es palpable, una mezcla de rivalidad y respeto mutuo. Ambos sabemos que somos guerreros formidables, y nos gusta demostrarlo en cada oportunidad que se presenta.
Nos sumergimos de nuevo en la batalla, moviéndonos en armonía a pesar de nuestra competencia silenciosa. Cada golpe, cada movimiento, es un baile mortal coreografiado por la necesidad de proteger a los civiles y eliminar la amenaza kaiju. Entre el estruendo de la destrucción y el rugido de los monstruos, intercambiamos comentarios sarcásticos y elogios velados que solo nosotros entendemos.
"¡Oye, Gen! Esa fue una buena jugada, pero te aseguro que todavía estoy por delante", le lanzo mientras desvío la atención de un kaiju más pequeño hacia mí.
Él se une a la persecución, su voz resonando en mi comunicador. "No subestimes mi capacidad para recuperar el terreno perdido, ____."
La adrenalina corre por mis venas mientras continuamos la lucha, cada uno intentando superar al otro en destreza y audacia. Aunque la situación es grave, encuentro un placer singular en nuestra competencia, una conexión que va más allá de la mera cooperación militar.
Después de horas intensas de combate, el último kaiju finalmente cae bajo nuestros esfuerzos combinados. Nos detenemos, jadeando ligeramente bajo nuestras máscaras respiratorias mientras nos miramos con complicidad.
"Lo hicimos", murmuro, una sonrisa de triunfo jugueteando en mis labios.
Gen se quita la máscara respiratoria, revelando una expresión satisfecha. "Sí, lo hicimos. No estuvo mal, ____."
Me acerco más a él, nuestros ojos encontrándose en un silencio que dice más que las palabras. "Eres un buen compañero de combate", le digo finalmente, con una sonrisa cómplice. "Aunque tu actitud pueda ser un poco arrogante a veces."
