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Ser el novio secreto de la vicecapitana ____ era algo que jamás había imaginado, pero aquí estaba, intentando mantener nuestras interacciones lo más discretas posible. Ser un soldado raso y tener una relación con alguien de tan alto rango no era precisamente fácil, pero cada momento que compartíamos hacía que valiera la pena.
Nos encontrábamos en uno de nuestros lugares secretos, un rincón apartado en el ala oeste del cuartel general, detrás de un montón de equipo olvidado y cajas de suministros. El corazón me latía con fuerza cada vez que estábamos juntos, sabiendo lo mucho que arriesgábamos.
"Reno," dijo ____, su voz baja pero cargada de afecto. Estaba de pie muy cerca de mí, sus ojos brillando con una calidez que solo yo tenía el privilegio de ver. "A veces me pregunto cuánto tiempo podremos seguir así."
"El tiempo que sea necesario," respondí, tomándola de las manos. "Te amo, ____. No importa cuánto tengamos que ocultarlo, cada segundo contigo lo vale."
Ella sonrió, una sonrisa que me hacía olvidar todos los problemas y peligros que enfrentábamos. Me acerqué más, sintiendo su aliento suave contra mi piel, y nuestros labios se encontraron en un beso lleno de pasión y promesas silenciosas. Cada beso era un recordatorio de lo que compartíamos, un amor fuerte e inquebrantable.
"Nunca dejaré que nada nos separe," susurré contra sus labios antes de besarla de nuevo. Sentí sus brazos alrededor de mi cuello, profundizando el beso, y por un momento, el mundo exterior dejó de existir. Era solo ella y yo, juntos en nuestro pequeño refugio.
Cuando finalmente nos separamos, respirando con dificultad, me miró con esos ojos que siempre parecían ver a través de mí. "Tenemos que ser cuidadosos, Reno. No quiero que te metas en problemas por mi culpa."
"Lo sé," dije, acariciando su mejilla con ternura. "Pero no puedo evitarlo. No puedo estar lejos de ti."
Pasamos unos momentos más en silencio, simplemente disfrutando de la cercanía del otro. Estos pequeños momentos eran lo que nos mantenía cuerdos en medio del caos de nuestras vidas como soldados. Pero también sabíamos que no podíamos quedarnos aquí para siempre.
"Debería volver antes de que alguien note mi ausencia," dijo con un suspiro resignado. "Te veré esta noche, después del entrenamiento."
"Estaré esperando," le aseguré, dándole un último beso suave antes de soltarla. "Cuídate, ____."
"Siempre lo hago," respondió, y con una última mirada, se dirigió de vuelta al cuartel principal. La observé hasta que desapareció de mi vista, el corazón aún latiendo rápido.
. . .
Esa noche, después de un entrenamiento agotador, nos encontramos en otro de nuestros escondites. Esta vez, en un pequeño almacén cerca del perímetro del cuartel, un lugar donde casi nadie iba a esas horas. El aire estaba fresco y tranquilo, y el ambiente era perfecto para otro encuentro furtivo.
