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A veces, cuando estoy sola y tengo un momento de descanso, me encuentro pensando en las extrañas dinámicas que han surgido recientemente entre mis compañeros y yo. Hoy, durante un descanso en nuestro entrenamiento, decidí hablar con Kafka al respecto. Siempre ha sido un buen amigo y un consejero leal.
"Kafka, necesito contarte algo. Siento que algo raro está pasando con los chicos últimamente," dije mientras nos sentábamos en un banco, tomando un respiro después de una intensa sesión de entrenamiento.
Kafka me miró con curiosidad y un toque de preocupación. "¿Qué está sucediendo, ____?"
"Bueno," comencé, eligiendo mis palabras con cuidado, "es como si estuvieran actuando de manera diferente conmigo. Hace unos días, el vicecapitán Hoshina durante uno de nuestros entrenamientos privados para mejorar mi técnica con las dagas, se acercó a mí de una manera... distinta."
Kafka frunció el ceño, claramente interesado en lo que estaba diciendo. "¿Cómo distinta?"
"Permíteme explicarte," respondí, y comencé a recordar lo que había sucedido aquel día, reviviendo cada detalle en mi mente como si estuviera ocurriendo de nuevo.
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Era un día normal de entrenamiento, o al menos eso pensaba al principio. Hoshina y yo estábamos en el salón, practicando nuestras técnicas. Siempre había admirado su habilidad y precisión, y hoy no era la excepción. Pero había algo diferente en su comportamiento.
"____, hoy quiero que te concentres en la postura," dijo mientras se colocaba detrás de mí para corregir mi posición. Sentí su presencia más cerca de lo habitual, y su voz tenía un tono que no podía identificar del todo.
Asentí, tratando de mantenerme enfocada en la tarea. "Entendido, vicecapitán."
"Relaja los hombros y mantén la mirada fija en tu objetivo," me instruyó, colocando suavemente sus manos sobre mis hombros para ajustarlos. Pude sentir su respiración cerca de mi oído, lo cual hizo que mi corazón se acelerara un poco.
