¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
El aroma a desinfectante me envolvía al cruzar el umbral de la sala de tratamiento. Mi brazo izquierdo llevaba una venda improvisada tras el último encuentro con los Kaiju. No era una herida grave, pero lo suficiente como para justificar una visita. El médico anterior se había retirado recientemente, y la curiosidad por conocer a la nueva doctora, crecía entre los soldados debido a su reputación de ser reservada y meticulosa.
Ella estaba concentrada en preparar sus instrumentos cuando entré. Levantó la mirada con sorpresa y una leve sonrisa nerviosa al verme, lo cual reveló su evidente timidez ante la presencia de un oficial de alto rango.
—Hola, soy la doctora ____. Parece que has tenido un pequeño encuentro con los Kaiju, ¿verdad? —saludó con voz firme pero suave, mostrando un atisbo de nerviosismo.
—Hola, Doc. Así es, una mordida en el brazo. Nada serio, pero pensé que podría venir a verla y conocerla mejor ya que todos hablan de usted —respondí con calma y cortesía, buscando establecer un tono amistoso.
Ella pareció relajarse un poco más ante mi respuesta. Era obvio que no estaba acostumbrada a tratar con oficiales de alto rango, lo cual demostraba su profesionalidad y su enfoque en la tarea que tenía entre manos. Mientras trabajaba en mi herida, empezamos a charlar. Hablamos de la base, de cómo había sido con el doctor anterior, cuyo temperamento era casi tan conocido como su habilidad médica. Ella compartió anécdotas sobre sus pacientes, algunos valientes, otros más asustados, pero todos con historias que merecían ser escuchadas.
—El doctor anterior no era precisamente el tipo más agradable —comenté, tratando de aliviar cualquier tensión con una pregunta casual.
Ella asintió con una sonrisa comprensiva, y continuamos nuestra conversación mientras ella trabajaba meticulosamente en mi brazo. Me contó sobre sus propias experiencias fuera de la base, cómo encontraba momentos de tranquilidad en medio del caos de la guerra contra los Kaiju. Era refrescante ver a alguien que podía mantener esa calma y perspectiva en un entorno tan tenso.
Después de unos minutos, terminó de curar mi herida y me vendó el brazo con cuidado.
—Listo. Ahora deberías estar bien. Solo asegúrate de que no se infecte —dijo con una sonrisa profesional mientras finalizaba.
Me puse de pie y la miré sinceramente.
—Gracias. Me alegra haber venido aquí. No solo me has sanado, sino que también has hecho que este momento fuera agradable. Eres una médica excepcional para esta base —dije, expresando mi genuina gratitud.
____ se ruborizó ligeramente ante el cumplido, lo cual me hizo sonreír aún más. Era claro que valoraba su trabajo y hacía todo lo posible por mantener un ambiente acogedor para sus pacientes.
—Gracias, Hoshina, es decir... Vice-capitán Hoshina. Si alguna vez necesitas algo más, ya sabes dónde encontrarme —respondió, devolviéndome la sonrisa.