Érica había muerto el lunes. Ya era jueves. Trataba de mantenerme fuerte, pero su cuerpo seguía en el banco. Su aroma no era el mejor. Por lo que evitaba cada que podía pasar por el cuarto donde habitaba su cadáver.
Jamás había dejado de visitar a los lobos encerrados en la bóveda. Boyd ya no hablaba, ni siquiera se alejaba o me miraba con odio cuando me acercaba. Me dejaba tocarlo y ayudarlo con sus heridas. Pocas veces intercambiaba palabras conmigo, pero no llegaba a formarse una conversación. Al menos era un avance, pero no era como quería que fuera.
Cora siempre fue dócil, no fue difícil tratar con ella desde un principio. Siempre trataba de ayudar a Boyd en lo que necesitase. Y más ahora con la pérdida de su amiga. Aún así, podía ver ese brillo de desconfianza que sobresalía de sus ojos. No la culpaba.
El viernes no fui con ellos, no tenía las ganas ni las fuerzas. Mi conciencia me molestó mucho por eso, ya que seguro debían de tener alguna herida. Pero, aunque quería, no podía.
Debían ser alrededor de las... ¿dos de la mañana? No lo sabía, pero un fuerte rugido retumbó por todo el banco, sacudiendo este y despertando al que lo habitara. Los gemelos y yo saltamos de nuestras camas y salimos de nuestra habitación para dirigirnos hacia donde se había oído el rugido. Mis fosas nasales se llenaron del olor a metal; eran sangre. Mientras más nos acercábamos, más se oían los aullidos y quejidos. Al doblar una esquina nos encontramos con los que parecían ser un hombre y una mujer lobo. Kali y Ennis los tenían a su merced. Estaba heridos y vulnerables.
Deucalion ya estaba allí, con su mirada en alto. Supuse que me presintió ya que ladeó la cabeza y sentí su mirada en mi.
—Son otros dos betas de Derek. —avisó Kali a Deucalion pero ya suponíamos que él lo sabía. Aún así, él no dijo nada—. Métanlos a la bóveda.
Ella le tiró la chica a Aiden y Ennis el chico a Ethan. Ambos acataron la orden de la Alfa y se apresuraron a tomarlos de extremidades donde no estuvieran heridos y los arrastraron por los pasillos, manchando el suelo de sangre, para llevarlos a la bóveda. Los quejidos de la chica me pusieron los pelos de punta. Se veía muy joven, unos... ¿qué? ¿16? Lo averiguaría más tarde.
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Aiden y Ethan se dieron una ducha antes de dormir. Me despedí de ellos con una pequeña sonrisa y esperé a que se durmieran. Aunque ya no era necesario. Ya todos en el banco sabía lo que hacía a media noche. Lo extraño fuera que Deucalion me llamara la atención o le pidiera a Kali que se encargara de mi. De todos modos, agradecía que no fuera así.
