un nuevo comienzo en Madrid

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El aire fresco de la mañana madrileña se colaba por las ventanas de su nuevo apartamento, llenando el espacio con una mezcla de promesas y nostalgia. Juanjo Bona, un chef talentoso, miraba desde la cocina el horizonte de la ciudad que ahora llamaría hogar. Se había mudado a Madrid hace un par de semanas para ocupar un puesto como chef en "Bella Grande", uno de los restaurantes más prestigiosos de la ciudad. Todo era nuevo y emocionante, pero también increíblemente desafiante.

Juanjo intentaba concentrarse en preparar el desayuno para su hija, Isabella. Sus manos se movían mecánicamente, cortando frutas y batiendo huevos, mientras su mente divagaba hacia recuerdos que nunca lograban desaparecer del todo. Hoy era un día especialmente difícil: el tercer aniversario de la muerte de su esposa, Sofía. La tristeza se instalaba en su corazón como una vieja conocida, recordándole el vacío que nunca podría llenar.

Aún recordaba cómo Sofía solía moverse en la cocina, su risa llenando el espacio mientras preparaban la cena juntos. Sus manos se congelaron un momento sobre el sartén, y Juanjo cerró los ojos, dejando que el dolor lo atravesara. Recordó su sonrisa, la forma en que le hacía sentir completo, y cómo, en un instante, todo había cambiado. Respiró hondo, sacudiéndose los recuerdos, y miró a Isabella, quien estaba sentada en la mesa, absorta en su cuaderno de dibujo.

—Isabella, cariño, el desayuno está casi listo. —Intentó sonreír, pero la sonrisa no llegó a sus ojos.

Isabella levantó la vista y le dedicó una sonrisa dulce, aunque tímida. A sus seis años, era una niña sensible y perceptiva, y aunque Juanjo trataba de protegerla del dolor, sabía que ella también extrañaba a su madre profundamente.

—Gracias, papi. ¿Crees que mi nueva escuela será divertida? —preguntó, con una mezcla de esperanza y ansiedad en sus ojos.

Juanjo se acercó a ella y le revolvió el cabello cariñosamente.

—Estoy seguro de que te encantará, princesa. Harás muchos amigos nuevos y aprenderás cosas increíbles. Y siempre estaré aquí para ti.

Mientras preparaba el desayuno, Juanjo no podía evitar pensar en lo mucho que había cambiado su vida en los últimos años. Madrid representaba un nuevo comienzo, pero también era un recordatorio constante de lo que había perdido. Sofía siempre había soñado con vivir en una gran ciudad, explorando sus calles y descubriendo pequeños rincones llenos de historia. Ahora, él estaba aquí solo, tratando de cumplir ese sueño por los dos, pero el peso de su ausencia hacía que todo se sintiera incompleto.

El trayecto hasta la escuela fue corto, pero cada paso parecía cargar con un peso inmenso. Llegaron a la puerta de la Escuela Primaria El Sol, una institución de renombre en Madrid. El edificio era grande y moderno, con murales coloridos pintados por los propios alumnos que daban la bienvenida a los recién llegados.

En la entrada, un grupo de padres y niños se agolpaba, todos ansiosos por el primer día de clases. Juanjo sintió un nudo en el estómago al ver a tantas familias completas, la ausencia de Sofía más palpable que nunca. Se preguntaba si algún día esa sensación de vacío disminuiría, si alguna vez podría mirar hacia el futuro sin sentir que algo esencial le faltaba.

—Vamos, Isabella. —Le dio un apretón suave en el hombro, y juntos se dirigieron hacia el aula de primero de primaria.

Al llegar, fueron recibidos por Martin Urrutia, su maestro. Martin era un hombre joven, con una sonrisa cálida y ojos que irradiaban comprensión y paciencia. Llevaba una camiseta con el logotipo de la escuela y un delantal lleno de pintura, evidencia de su enfoque práctico y creativo en la enseñanza.

—Hola, buenos días. Tú debes ser Isabella. —Martin se agachó para ponerse a la altura de Isabella y le sonrió con ternura.

—Sí, y él es mi papi, Juanjo. —dijo Isabella con una timidez que hacía que su voz fuera apenas un susurro.

Martin sonrió a Juanjo y extendió la mano, sin saber nada sobre él más allá de ser el padre de una de sus nuevas alumnas.

—Encantado de conocerte, Juanjo. Soy Martin
Urrutia, el maestro de primero de primaria. Isabella, no te preocupes, hoy haremos muchas cosas súper divertidas y estoy seguro de que te sentirás como en casa en poco tiempo.

Juanjo estrechó la mano de Martin y sintió un extraño alivio en su calidez y en la seguridad de sus palabras.

—Gracias, Martin. Isabella estaba un poco nerviosa, pero creo que le gustará aquí.

Isabella asintió tímidamente y se aferró a la mano de su padre por un momento más antes de soltarla y adentrarse en el aula.

Juanjo se quedó en la puerta unos segundos, observando cómo Isabella se acomodaba en su nueva clase. Sentía un nudo en la garganta, mezcla de orgullo y tristeza. Sabía que este era el comienzo de una nueva etapa para ambos, y aunque los recuerdos de Sofía siempre estarían con ellos, también sabía que debía mirar hacia adelante por el bien de su hija.

Mientras caminaba de regreso al apartamento, Juanjo pensó en los desafíos que enfrentaban. No solo tenía que adaptarse a su nuevo trabajo en el restaurante, donde cada día era una prueba de su habilidad y creatividad culinaria, sino también tenía que asegurarse de que Isabella se sintiera segura y feliz en su nuevo entorno. Los recuerdos de Sofía seguían presentes, pero en momentos como este, Juanjo se daba cuenta de que también podía encontrar fuerza en ellos. La mudanza a Madrid era un homenaje a sus sueños compartidos, y aunque la tristeza seguía siendo una compañera constante, había una pequeña chispa de esperanza en su corazón.

Madrid era un nuevo comienzo, y aunque el dolor de la pérdida nunca se desvanecería por completo, tal vez aquí podrían encontrar un poco de paz y felicidad nuevamente. Al menos, eso era lo que Juanjo esperaba mientras continuaba caminando por las calles de su nuevo hogar, con la determinación de construir una vida llena de amor y recuerdos, tanto de los viejos como de los nuevos.

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Holaaaaaaa. Esta es una nueva historia que surgió muy de repente cuando me salió el tik tok de Juanjo y Martin con la pequeña el otro día jajajaj
Estoy muy emocionada por esta historia y espero que les guste tanto como a mi.

Las quiero harto y gracias por el apoyo

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