El sol apenas había asomado sus primeros rayos cuando Martin ya estaba en pie, preparando su café matutino. Miró la pila de trabajos sin corregir sobre la mesa y suspiró. Ser maestro de primer grado era un trabajo gratificante, pero había días en que la carga parecía abrumadora.
Martin llegó al colegio antes de las ocho, como de costumbre, para preparar el aula antes de que llegaran los niños. Hoy tenía un plan de lección algo ambicioso que incluía actividades de arte y matemáticas, pero por alguna razón no podía evitar sentirse agotado antes de que el día comenzará.
A medida que avanzaba la mañana, las cosas no mejoraron. Los niños estaban más inquietos de lo habitual y parecía que ninguno de ellos estaba particularmente interesado en las lecciones de hoy. Isabella, en particular, se veía desanimada y distante. Martin hizo todo lo posible por animarla, pero sabía que algo no estaba bien.
—Isabella, ¿todo bien? —preguntó durante una pausa acercándose, toda la mañana había visto que la pequeña se alejaba cuando empezaban una actividad o si alguna otra compañera se le acercaba ella tomaba su distancia, incluso ahora, la chiquita se encontraba sentada en una mesa sola mientras coloreaba un arcoiris.
La niña simplemente asintió, pero su expresión no cambió. Martin decidió que hablaría con Juanjo al final del día. Tal vez él sabría cómo ayudar a su hija.
Las horas pasaron lentamente. Martin manejó varios conflictos menores entre los niños, un par de accidentes con pintura en el aula de arte y una pelea por un juguete en el recreo. Todo esto aumentaba su preocupación por Isabella, quien permanecía retraída y desinteresada en las actividades. Finalmente, la campana de la tarde sonó, anunciando el final de un día agotador.
Mientras los padres llegaban a recoger a sus hijos, Martin se preparó para hablar con Juanjo. Cuando lo vio acercarse, acompañado de su cálida sonrisa y su energía tranquila, sintió una chispa de alivio.
—Hola, Juanjo. —dijo Martin, forzando una sonrisa—. ¿Podemos hablar un momento antes de que recojas a Isabella?
—Claro, Martin . ¿Qué sucede? —respondió Juanjo, mirando a su hija que esperaba cerca, distraída.
Martin llevó a Juanjo a un lado, lejos de donde Isabella pudiera escucharlos.
—He notado que Isabella ha estado muy retraída hoy. No quiso participar en ninguna actividad y parecía muy desanimada. ¿Ha pasado algo en casa? —preguntó Martin , con preocupación en su voz.
Juanjo suspiró y bajó la mirada.
—Te agradezco que me lo digas, Martin . Es un tema delicado... Isabella está pasando por mucho. Su madre, Sofía, falleció hace tres años y esta semana es el aniversario. Nos hemos mudado recientemente a Madrid, y creo que todo esto está afectándola más de lo que pensaba. —dijo, con la voz quebrada.
Martin se quedó en silencio un momento, sintiendo una profunda compasión por Juanjo y su hija.
—Lo siento mucho, Juanjo. No tenía idea. Lamento que estén pasando por esto. —dijo, tocando el hombro de Juanjo con suavidad.
—Gracias, Martin . Solo quiero lo mejor para Isabella, pero a veces no sé cómo ayudarla. —respondió Juanjo, visiblemente conmovido.
En ese momento, Isabella los vio y se acercó con pasos lentos, mirándolos con curiosidad. Juanjo se agachó a su nivel, mirándola con ternura.
—Cariño, el profe Martin me dijo que hoy no tuviste un buen día. ¿Qué ha pasado? —preguntó Juanjo con suavidad.
Isabella frunció el ceño y cruzó los brazos.
—Extraño nuestra casa, papá. Extraño a los abuelos y a mamá. Aquí todo es diferente y no me gusta. —dijo, con lágrimas en los ojos.
Juanjo sintió un nudo en la garganta. Abrazó a Isabella con fuerza, tratando de transmitirle todo el amor y la seguridad que podía.
—Lo sé, cariño. Yo también extraño a mamá y a los abuelos. Pero estamos aquí para empezar de nuevo y hacer nuevos amigos. Vamos a superar esto juntos, ¿sí? —dijo Juanjo, acariciando su cabello.
Pero Isabella, en su frustración y tristeza, comenzó a llorar y a hacer un berrinche.
—No quiero estar aquí, papá. Quiero irme a casa, a nuestra casa, quiero regresar. —gritó Isabella, golpeando el suelo con sus pequeños pies.
Martin observó la escena con el corazón encogido, deseando poder hacer más por ellos.
—Isabella, cariño, sé que es difícil. Pero estoy aquí para ayudarte y hacer que te sientas mejor. Y tienes a tu papá que te quiere mucho. —dijo Martin , intentando consolarla.
Después de unos minutos, las lágrimas de Isabella comenzaron a disminuir. Juanjo la levantó en brazos, meciéndola suavemente.
—Gracias, Martin . Aprecio mucho tu apoyo. —dijo Juanjo, con una sonrisa cansada pero agradecida.
—Cuenten conmigo para lo que necesiten. Y Juanjo, si alguna vez necesitas hablar o simplemente un amigo, estoy aquí. —respondió Martin con sinceridad.
Al llegar a casa, Juanjo preparó una cena especial para Isabella, tratando de hacerla sentir mejor. Ese día no tenía que ir al restaurante y lo agradecía, le hubiera roto el corazón dejar a la pequeña sola con la niñera tras haber llorado al salir de la escuela. Mientras cenaban, hablaron de sus recuerdos en Zaragoza y de sus planes para el futuro en Madrid. Isabella aún tenía tristeza en sus ojos, pero también una chispa de esperanza.
Esa noche, mientras preparaba a Isabella para dormir, Juanjo le prometió que harían una videollamada con los abuelos el fin de semana y que planearían una visita pronto. Isabella asintió, sintiéndose un poco más tranquila.
Cuando finalmente se acostó, Juanjo soltó una lágrima, no había llorado en mucho tiempo, tenía que ser fuerte para su pequeña, no podía dejarla, tenía que protegerla. Cerró los ojos con fuerza y forzó el dormirse, tenía mañana un día ocupado y no sabía cuanto tiempo iba aguantar antes de que se desmoronara.
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Holaaaaaaaaaaaa! Como estaaaan? Lamento haber tardado tantooooo!!! Todo lo que escribia no me gustaba para nada y lo repetia y repetia hasta que esto me gusto un poco más, espero que igual les guste. Esta historia iba a llevar un ritmo que no se que tanto me convenzca jaja así que por favor no me odieeeeeeeeeeen.
De igual ya actualice el otro fic y estoy tentada a subir algo de puros one shotsss pero con tematica de soulmates, que les parece? Las leoooo
Las amoooo, no me odieeeeeeeeeeen
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lecciones del corazón
Lãng mạnMartin Urrutia es un maestro de primero de primaria dedicado y apasionado, conocido por su habilidad para conectar con sus alumnos y por su enfoque innovador en la enseñanza. Sin embargo, detrás de su sonrisa amable, lleva una vida solitaria marcada...