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Tom sabía que había estado mal, Tord se notaba avergonzado, solo pestañeo.

Tom tomó un cigarro con el humo acompañándolo salió del coche sin despedirse, Tord lo miro desde su lugar como se alejaba.

Claro que sentía la mirada de Tord encima suyo pero continuó con su camino, el sabor de la boca ajena se había quedado impregnada, de sentía refrescante. Llego a casa escuchando las voces ajenas dentro, suspiro pero entro en silencio aún así logro llamar la atención de su compañero que fue a saludarlo.

-Tom te deje la cena lista, la puedes calentar cuando tengas hambre- Tom se moriría de hambre si el no estuviera lo apuesta todo. El británico lo miro unos segundos pensando, porque sigues siendo tan bueno?

Solo asintió con la cabeza caminando a su habitación escuchando las voces ajenas, se tiró en la cama recordando los labios ajenos que se sentían tan suaves, mordió su labio y se quedó dormido con el rostro del psicólogo en su mente.

El ruido de la puerta cerrándose lo despertó, aún así no tenía hambre, se sentó sobre la orilla de la cama mirando su habitación oscura para poder levantarse saliendo fuera de la cueva pasando por el pasillo atraído del ruido en la cocina. Al llegar se recargó en el marco de la entrada notando a su compañero cocinando algo con agua hirviendo a la par que picaba unas papas.

-que haces?-

-cocinó- la risa no fue contagiosa, pero era Tom, el nunca se contagiaba, solo contagiaba.

-creí que tu y tu amigo ya habían hecho de cenar- mencionó acercándose a mirar los finos cortes notando la sonrisa del muchacho -hablando de tu amigo, donde esta el?-

-ya se fue...- sonrío con aquella expresión enamorada, el repudio creció en Tom, que asco. Pensó el hombre siguiendo al más alto que sacaba algunas cosas de la alacena -y Tom...- miraron los ojos dulces a las cuencas muertas -llámalo mi novio- el moreno no se inmutó cosa que sorprendió al otro -no te incomoda?- preguntó algo preocupado mirando al más bajo.

-ya lo sabía- el chico chillo de vergüenza y decepción.

-oww yo quería decírtelo- suspiro triste escuchando como el agua burbujeaba, debía hachar las papas a esta por lo que las tomo acercándose al agua -y como te enteraste? O lo sospechabas?-

-los mire besándose- la cara del otro se puso roja sorprendida mirando al moreno.

-perdón que hayas visto eso, que pena- jadeo tragando saliva para mirar el agua y tirar las papas dentro, Tom lo observo y de una a otra ya estaba empujando la cabeza de su compañero al agua hirviendo mientras este forcejeaba, con ambas manos presionaba quemando la cara escuchando los gritos ahogados.

Una vez que el cuerpo dejó de forcejear lo soltó mirando sin expresión tomando uno de los cuchillos en la barra.

[...]

Sus manos estaban sucias aún después de que las había lavado, eso no lo había hecho sentir mejor, no sentía nada, se sentía vacío. Lavo de nuevo sus manos secándolas con fuerza y tomo la libreta para así quemarla, una vez que la quemo busco otra libreta para así poder escribir los nuevos pensamientos que rondaban su mente.
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Hoy vino un paciente...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora