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-alguna vez te conté que me gustan las cosas bonitas?- las pestañas de Tord revolotearon, sus ojeras eran tan oscuras como las de su paciente.

-todo aquello que has amado es porque has encontrado belleza en eso?- aun estando cansado seguía haciendo preguntas y anotando las respuestas, Tom ladeó la cabeza ligeramente con una sonrisa.

-creo que si- las palabras fueron dagas para el psicólogo y con fuerza lo escribió analizándolo pero le fue imposible, su propia mente le obstruía. Quieres decir que no tengo belleza? O tu no ves belleza en mi Tom? Lo ves en un gato pero no en mi? Entonces porque me tocaste?

Negó ligeramente apretando los párpados escuchando el tarareo del contrario, molesto lo miró totalmente fastidiado.

Tom talló sus manos mirando los ojos grises.

-solo hace poco y ya casi termino otra libreta- Tord apretó la pluma tragando saliva.

-tu mente siempre está hablando?-

-si, creo aveces que vivimos dos personas en este cuerpo- analizó la situación mirando el techo para luego de nuevo inclinarse sobre la mesa -quizás el es quien quiere matar a las personas que amo- Tord se abstuvo a decir algo, tenía tan cerca a Tom que podía saborear sus labios -hace tiempo que no como algo, que debería comer?-

Tord frunció el ceño, de nuevo estaba cambiando el tema, Tom comenzó a hacer esto constantemente hablando de algo para pasar a otro tema que no tenía nada que ver. Pero pensando en lo que había dicho, Tord había notado lo delgado que se había puesto el británico, quizás no era una simple broma y hablaba enserio.

-que es lo que querría esa persona comer Tom?- las cuencas pensaron detenidamente como si estuviera conversando en su propia mente.

-no lo se, creo que veremos- se levantó aun si la sesión no había terminado para salir de ahí con un cigarro en su boca dejando a Tord mirando la libreta.

"Las perlas son hermosas pero no puedes esperar a que la belleza sea solo perfecta, mucho menos si siempre hay alguien de por medio"

-buena infancia, buena vida, buenos amigos, porque Tom? Porque te sientes tan vacío entonces?- preguntó Tord aún en esa habitación apretando la libreta -y porque me siento tan vacío? Porque me duele?- su mente comenzaba a golpearlo y sus ojos no sabían a donde mirar, quizás aire fresco era aquello que necesitaba.

Pero el gris del cielo no era tan acogedor, el aire era fresco pero su ansiedad no se relajó, tal vez un cigarro.

La miro por unos segundos, la cajetilla de cigarros de la misma marca que había fumado con el británico, mejor la guardo y se detuvo en el estacionamiento respirando el aire del exterior.

De nuevo estaba pensando en Tom, porque el se sentía tan infeliz y Tord se sentía bien? Tom había tenido una infancia promedio que cualquier niño debería tener, Tord había vivido dificultades tras su vida.

El amor en su familia nunca fue el fuerte, su mamá no era la mejor pero como todo psicólogo había buscado sanar esa herida para poder volverse psicólogo, después de vivir los maltratos de su madre aún era una persona normal, no deseaba asesinar a nadie, ayudaba a aquellos que lo requerían, aquellos heridos y luego estaba Tom, alguien que simplemente ... no entendía.

Quizás Tom no era el enfermo, quizás Tord era quien se estaba enfermando.

Un sonido agudo lo despertó de su mente, era un gatito restregándose contra sus piernas, era tan suave y esponjoso, el adorable maullido logró crear una calidez en el psicólogo quien se agachó para acariciar las orejas peludas escuchando el ronroneo.

Minerva.

-porque Tom?- porque el hombre se atrevería a hacerle daño a un hermoso animal como este. Tord acarició las mejillas suaves pensando en lo cruel que pudo haber sido el moreno, quería ponerse en su lugar, saber porque de sus actitudes. Sus manos se movían -quiero decir, es un animal hermoso Tom, porque llegar a ese extremo?- tan hermoso que sus manos comenzaban a desesperarse por no saber donde acariciar, quizás en la cola, la panza, debajo de las orejas, sus manos pálidas se movían desesperadamente frunciendo el ceño cada vez que recordaba las crueles palabras del británico -solo un enfermo como tu Tom lo haría- las manos apretaban y sin importar que las garras lo jalaron -estas loco, pero no deberías estarlo, eres un enfermo- jadeo molesto rascando con sus uñas sin llegar a escuchar el lloriqueo del gato que una vez que el gato lo mordió reaccionó soltándolo rápidamente cayendo hacia el piso mirando como el felino salía corriendo.

Se sorprendió a sí mismo por lo que había intentado hacer, miro sus propias manos sin poder creerlo, las pupilas grises parecían desaparecer, su mente estaba jugando con el, estaba pensando pero sus manos se habían movido solas.

-acaso me enferme?- preguntó sin creerlo temblando sobre la cera del estacionamiento, no había nadie cerca pero escuchaba con claridad esa carcajada de Tom, la respiración comenzó a cortarse.

Se levantó para regresar a su oficina y esperar para terminar horario laboral, quería llegar a su casa lo más pronto posible para esconderse.

"Hace tiempo que deje de odiar, quizás por eso sonrío más o eres tú la razón?"

[...]

Lavo sus manos una vez más para poder quemar aquella libreta esperando empezar una nueva. La cocina estaba sola, no había ruidos que lo incomodaran, solo era Tom con sus pensamientos.

[...]

Tord se abrazó a sí mismo sintiendo como su estómago se comía a sí mismo, lloró de impotencia, su cabeza dolía, los pensamientos eran más preguntas y más, solo podía pensar en Tom, Tom, Tom y Tom.

Toda su mente estaba completamente llena de una sola persona, no podía sacarlo de su cabeza, se estaba volviendo loco y Tord lo sabía, pero no quería admitirlo, no quería aceptar que estaba igual de enfermo que ese loco.

-no debí dejar que me besara- ahora los labios de Tom estaba sobre los suyos, aun podía sentir el sabor a tabaco, lo quería pero no podía, todo era tan enfermo -que hiciste Tord?-
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Algo me dice que la voy a cagar.

Hoy vino un paciente...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora